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El poeta Pablo García Casado. Roldán Serrano
García Casado y el sórdido mundo

García Casado y el sórdido mundo

El troquelado «poesía joven»se ha vuelto un concepto muy borroso

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Viernes, 27 de septiembre 2019, 07:36

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Pablo García Casado nació en Córdoba en 1972. Tiene, pues, 47 años cumplidos. ¿Es aún un representante singular de la poesía joven? Probablemente no –seguro– si nos referimos a la cronología. Pero el troquelado «poesía joven» se ha vuelto cada vez (en estilo o contenido o modos, no en edad) un concepto muy borroso, porque los poetas maduran, por lo general, tarde, y en muchas ocasiones los 'jóvenes' resultan paradójicamente 'maduros'. Es el caso de García Casado que es un poeta atrozmente contemporáneo, el poeta de un mundo desolado, y que encara temas inmediatos, que es una de las cosas -más el estilo o la forma- que se supondría propia de un joven. Desde su primer y exitoso libro, 'Las afueras' de 1997, García Casado en poemas en prosa, en líricas escenas elípticas, sencillas, y a veces aparentemente planas, como haría una cámara que testimonia, se dedica a pintar –como ajeno, pero no lo es– la sordidez de la clase media baja, el mundo de los perdedores o desplazados, el universo mediocre y desolador de los fuereños. García Casado pareció entonces (y en su más repetitivo 'El mapa de América' de 2001) un poeta de lo que por aquellas calendas se denominó 'realismo sucio'. Un mundo sórdido, mediocre y gris, que alcanza la pobreza de los parados, de los jóvenes sin futuro, de los ancianos maltrechos o del en apariencia insignificante mundo de la mayoría, que pinta en su anterior libro, clara y personalmente titulado 'García' (2015).

Ahora, Pablo García Casado viene de editar en Visor, 'La cámara te quiere', una expresión que en la televisión que yo conocí, se empleaba entre los técnicos, para decir que quedabas bien en la pantalla. De nuevo en poemas en prosa, casi nunca largos y voluntariamente sencillos, casi en lenguaje de teletipo y con externa apariencia aséptica, García Casado retrata –parece indiferente, pero no lo es– un mundo de mujeres y menos hombres de vidas mediocres, que o ejercen una prostitución más o menos directa –porque de algo hay que vivir– o se alquilan por Internet para delirios masoquistas o usan la web cam como un medio moderno para hacer (en medio de la dura sordidez general sin futuro) que el cuerpo agotado, exhausto, a veces roto, siga proporcionando el dinero que no llega por otra parte. García Casado –el poeta cámara– no exalta ni condena, sólo dice, transcribe escenas o conversaciones de esa total sordidez, y uno concluye que no execra ningún uso sexual, sino el hecho infinitamente más grave de que las nuevas tecnologías estén contribuyendo altamente a destruir o abaratar o apisonar lo humano, como en los seres que el poeta García Casado, testigo de lo sórdido mediocre declara, en poemas a veces duros, acaso fríos y planos como las cámaras. Dice Pablo García Casado: «Y esos hombres no existen, la sangre es de mentira, lo hacen por ordenador. Todo es virtual, ¿lo ves?, pulso aquí y desaparece.» ¿Poesía moderna, joven? Cantor de la espantosa sordidez de ahora mismo.

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