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Los aerodinámicos camiones son otra constante de su proceso creativo. Abajo, junto a uno de sus diseños.
Colani, más allá del tiempo, de las reglas
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Colani, más allá del tiempo, de las reglas

Arte en movimiento ·

Escapa del orden establecido, de las reglas. No se le puede comparar a otros diseñadores, y aún menos en el campo del automóvil

SANTIAGO DE GARNICA

Viernes, 3 de mayo 2019, 02:00

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Paranoico, utópico, subversivo y romántico, en cualquier caso Luigi Colani escapa del orden establecido, de las reglas. No se le puede comparar a otros diseñadores, y aún menos en el campo del automóvil. Resulta imposible, casi innecesario inventariar sus creaciones industrializadas. Su influencia, sorda y difusa, es más bien de orden filosófico. Colani dinamita los monumentos, trata a Pierre Cardín de «duty free shop designer» y a Raymond Loewy, el diseñador que afirmaba «lo feo no se vende», como «príncipe encantador de la fealdad americana».

Para permitirse tales invectivas, su constancia juega a su favor. Colani nunca se ha desviado de sus principios, nunca se ha doblegado a las modas. Su línea de conducta es limpia, su obra responde a una lógica.

Luigi Colani nació en Berlín 2 de agosto de 1928, hijo de un padre decorador, que le trasmite el apellido de una familia suiza, y de una madre actriz, de origen polaco que le insufló la sensibilidad eslava. Y ambos le inculcaron un cierto sentido del espectáculo: a lo largo de su vida Colani ha interpretado a Colani, es evidente.

Durante sus diez años galos, Colani se alimenta de una mezcla de cultura y de alta tecnología. Cuando establece las bases del bio-diseño, Colani afirma que no inventa nada, solo saca a la luz las formas de la naturaleza

Tras haber estudiado pintura y escultura en la Escuela de Bellas Artes de Berlín, pone en escena el primero de sus exilios. En Francia, en sus palabras «país del espíritu» cultiva su gusto por la provocación y la contradicción. Entre dos ilustraciones para la revista 'L'Automobile', descubre la aerodinámica de la mano de Charles Deutsch y en la universidad. Durante sus diez años franceses, Colani se alimenta de una mezcla de cultura y de alta tecnología. Hacia 1953, retorna a Alemania para trabajar con los carroceros Erdmann&Rossi y Rometsch. Después, a principios de los años sesenta, se lanza a la elaboración de coches de su concepción e incluso a producir deportivos económicos en pequeña serie como el Whippet, sobre una plataforma Volkswagen. En 1963 realiza un prototipo sobre la base del BMW 700 y en 1965 otro denominado RS. No olvidemos tampoco su Miura Le Mans Concept, realizado sobre el famoso Lamborghini Miura, y que muchos llegaron a considerar como una irreverencia inasumible sobre uno de los modelos más bellos de la historia del automóvil

La interpretación de Coloni de un Ferrari Testarrossa.
La interpretación de Coloni de un Ferrari Testarrossa.

En 1970 se instala en un castillo, el de Harkotten: un decorado a su medida. Grita contra la vulgarización del diseño, contra la cobardía de los fabricantes, y sin embargo admira desde la modestia a la naturaleza que crea «diseños perfectos». La línea perfecta no existe en la naturaleza y este es el leitmotiv del bio-diseño que utiliza un vocabulario inspirado en las formas orgánicas con su violencia y su sensualidad.

Cuando establece las bases del bio-diseño, Colani afirma que no inventa nada, sino que simplemente saca a la luz formas propuestas por la naturaleza. Es, sobre todo, un hombre avanzado a su tiempo. Cuando en los años setenta Colani habla de aerodinámica, no se le escuchaba o, como mucho, se le escuchaba sonriendo a la vista de su camión '2001', realizado sobre una base Fiat y expuesto en el Salón de Fráncfort de 1977. Hoy día todos los fabricantes de camiones intentan limitar al máximo la resistencia al aire de sus vehículos.

Cuando los diseñadores a la moda trazaban líneas rectas en los años setenta, Colani era visto como un loco con sus formas uterinas. En los ochenta, todos los diseñadores se han inclinado, con más o menos acierto, por el biodiseño.

«La tierra es redonda, todos los cuerpos celestes también lo son; todos se mueven en órbitas circulares o elípticas. Esta misma imagen, es la de un globo circular formado por mini mundos que se orbitan unos a otros como si tratasen de microcosmos. Nos despertamos incluso en presencia de formas redondas relacionadas con el erotismo y la propagación de la especie. ¿Por qué debo unirme a la desviación de la masa que quiere hacer todo angular? Voy a seguir la filosofía de Galileo Galilei. ¡Mi mundo, también es redondo!»

Todo es curvo en el universo de Colani: sus aviones, motos, trenes, máquinas de fotos o casas como la Villa Colani, en Mallorca.

En noviembre de 1967 Luigi Colani patenta la C-Form, que consistía en un ala invertida, encerrada entre dos pontones: Así había esbozado el 'Wing car', los coches alas que diez años más tarde impondría en la Fórmula 1 Colin Chapman, el patrón de Lotus. A partir de 1981 el C-Form sería adoptado por numerosos proyectos deportivos (GT90, BMW M2, Colambo, Assym) superando uno de ellos el estado de maqueta. Se trataba de una berlina con mecánica de Citroën 2CV, con un Cx de tan solo 0,17.

Numerosas firmas automovilísticas han consultado a Colani pero él les ha respondido con soluciones tan radicales que nadie se ha atrevido a llevarlas a la producción, al mercado. Volkswagen, Audi y BMW recurrieron a sus servicios pero se cuidaron mucho de explotar sus ideas demasiado atrevidas para pusilánimes departamentos de marketing.

Colani se cansó de la pusilanimidad de los industriales alemanes y dejó todo, país y castillo incluido, para irse en 1981 al otro lado del mundo, al Japón, donde los japoneses le recibieron como a un profeta. Allí Colani trabajó por convencerles que no valía la pena copiar a Occidente, a la vieja Europa, sino que debían buscar en sus raíces culturales, en su pasado, la esencia del arte y llevarla a los objetos cotidianos actuales. A través de la sociedad ODS (Overseas Desiggn Services) Colani inundaría todos los sectores de la industria: hi-fi (con Sonny), fotografía (con Canon), motos (con Yamaha); golf (Daiwa); o gafas ( Sunreeve), entre otros.

Luego volvería al Viejo Continente para no sentirse, en sus palabras, «responsable del naufragio de Europa» y para continuar con una de sus grandes luchas como es hacer frente a la influencia cultural norteamericana. En 1987 establecería en Suiza el 'Colani Design Berne', un espectacular taller estudio de 2.500 metros cuadrados donde una de sus primeras realizaciones sería un automóvil realizado a partir de una reinterpretación del Porsche 959.

Siempre incidiendo en sus creaciones alrededor del automóvil, cabe destacar 'Automorrow', una exhibición que pondría en marcha en el año 1989. Se trataba de una visión sobre el futuro del automóvil que ya entonces consideraba que debería reinventarse, renovarse e integrarse con la naturaleza, el medio ambiente y el hombre… Estamos hablando de ideas lanzadas hace treinta años. Colani alquilaría en 1989 el célebre Lago Salado de Bonneville (marco de históricos récords de velocidad) en Utah para exponer una docena de prototipos en los que reconciliaba prestaciones y ecología. Todos los vehículos llevaban el nombre del lugar de sus hazañas: 'Utah 1, 2 y 3' eran vehículos de carrocería ultraligera; 'Utah 4' un triciclo ovoide; 'Utah 5' una moto de récords; 'Utah 6' un coche ultraplano de cuatro plazas movido por un motor de ciclomotor; o el 'Utah 12', un enorme camión con un Cx de tan solo 0,38.

Entre sus obras en torno al automóvil podemos citar en los años 90 del pasado siglo un Ferrari Testarossa muy especial (con 750 CV y más de 350 km/h de velocidad punta), o ya en pleno siglo XXI, Colani emprendería un proyecto denominado 'Vida a bordo' para Volvo creando un diseño de automóvil futurista llamado el Speedster Shark.

En la actualidad, con 90 años y viviendo en Shanghái, China, Colani sigue provocando y andando por caminos por los que nadie se atrevería no ya a ir, sino a soñar. Nadie es capaz de interpretar a Colani, tan solo él mismo.

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