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El escritor suizo Joël Dicker, que publica su quinta novela. Óscar Chamorro
Joël Dicker: «Vivimos una mascarada permanente en las redes»

Joël Dicker: «Vivimos una mascarada permanente en las redes»

«El éxito es sentir que tu vida vale la pena, no vender nueve millones de libros», asegura el escritor suizo | Regresa con 'El enigma de la habitación 622', una intriga en la que él mismo y su editor se convierten en personaje

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Martes, 2 de junio 2020, 00:11

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«La pandemia nos ha mostrado la fragilidad de la sociedad que hemos construido y todas nuestras debilidades. Que no estamos preparados para un mundo que no funciona tan bien como suponíamos». Lo dice y lo lamenta Jöel Dicker (Ginebra, 1985), el «principito de la novela negra», que regresa a la palestra editorial con 'El enigma de la habitación 622' (Alfaguara). Es la quinta novela del exitoso escritor suizo, que pasó del anonimato al estrellato gracias a su fallecido editor, Bernarde Fallois, personaje de esta intriga, como el propio Dicker.

«El confinamiento, más suave para los suizos, no me ha inspirado lo más mínimo. Solo genera angustia y ansiedad. Ni he leído, ni he escrito mucho, ni he visto muchas series», explica por videoconferencia desde Ginebra Dicker, que ofrece a su legión de entregados lectores desde ete mércoles día 3 otra intriga en 624 páginas nacida como un homenaje al editor que lo catapultó. La mezcla con una historia de amor entre 'El escritor', un trasunto de sí mismo, y Sloane, una pediatra atractiva y recién divorciada. Una noche invernal, un cadáver yace en el suelo de la habitación 622 del Palace de Verbier, un hotel de lujo en los Alpes suizos. La investigación policial no aclarará nada y el tiempo hará que muchos olviden lo sucedido. Hasta que el escritor Joël Dicker llegue años más tarde al hotel para pasar unas vacaciones, recuperarse de una ruptura sentimental y sobrellevar el duelo por la muerte de su editor.

Guiño a Gabo

«622 es el número de conquistas de 'El amor en los tiempos del cólera' de García Márquez, que me inspira mucho, de modo que hay un guiño a Gabo en el título», explica Dicker sin desvelar más claves.

Con teatros, cines y espectáculos cerrados, opina que la pandemia ha causado un daño «casi irreparable» a la cultura y que «nos queda por ver lo peor». Dicker espera acciones públicas para recuperarla y cree que sí se fomentará «una reflexión que anticipe cómo queremos vivir en los próximos años y sobre los cambios en un mundo laboral en el que las máquinas relevan a los trabajadores y se hace necesario el ingreso universal para quienes se han quedado sin recursos». «Debemos sacar conclusiones de todo esto y ver nuestra responsabilidad», dice.

Tras entrar por la puerta grande en el territorio del 'bestseller' de calidad con 'La verdad sobre el caso Harry Quebert' y dar de nuevo en la diana con 'El libro de los Baltimore' y 'La desaparición de Stephanie Mailer', Dicker ha vendido más de nueve millones de libros. Feliz por un éxito tan fulgurante como temprano, dice no saber cuál es su fórmula. «No hay receta y nadie podrá dar con ella», admite.

Asegura además que el éxito no son esas ventas millonarias, gozar de buenas críticas y dedicarte a lo que más deseas. «El éxito es mirarte al espejo, poder decir que has amado y te han amado, que ha valido la pena vivir tu vida; tener una buena relación con los demás y hacer el bien». «Ni la gloria ni el dinero son la esencia de la vida ni dan las grandes satisfacciones, y esto no es demagogia», asegura.

Lamenta, con todo, que la medida del éxito sea hoy un trampantojo, una imagen irreal. «Hemos entrado en una sociedad en la que solo se tiene en cuenta el éxito de la imagen en Instagram y en las redes. Es una impostura, una telerrealidad de escaparate y resulta muy inquietante vivir en esa constante mascarada». «Es una pena, porque hace 20 años las grandes estrellas eran los científicos o los astronautas», dice el ganador del Premio Goncourt des Lycéens, del Gran Premio de Novela de la Academia Francesa o del Premio Lire, entre otros.

Traducido a 40 idiomas, por primera vez se atreve a ambientar en Ginebra una historia que «habla de mí mismo sin ser yo», y de su editor «pero que no entra directamente en la autoficción». «Ambos estamos en el relato, pero no en la novela, que es la más personal y ambiciosa que he escrito», precisa.

«Soy aún un joven autor con solo cinco libros publicados, casi los mismos que me rechazaron, y lo destaco para decir que todavía me quedan muchas etapas importantes del aprendizaje de mi oficio, que tengo mucho trabajo por delante y que pueden cambiar muchas cosas», asegura Dicker.

Dejar de ser un joven autor no es para él «una cuestión de tiempo, sino de percepción». «Y ya noto cambios. Hace más de quince años que escribo todos los días y siento que empiezo a controlar un poco lo que hago, a comprenderlo», se ufana.

No le incomoda la etiqueta de «principito de la novela negra», pero advierte que sus libros «no son puro 'noir'». «Claro que podrían ponerme etiquetas mucho peores, pero la literatura no se puede encasilllar. No estoy seguro de que lo que escribo sea novela policíaca. Hay asesinatos e investigación pero no encaja en el patrón clásico. Mezclo lo que me gusta y varios géneros», dice sin descartar futuros cambios. «Todo se andará. Demos tiempo al tiempo», concluye.

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