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Germán Delibes, ayer en el hotel Meliá Recoletos. Henar Sastre
Huesos que hacen Prehistoria

Huesos que hacen Prehistoria

Una conferencia sobre Atapuerca de Germán Delibes abre el curso del Club de Opinión Santiago Alba

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Lunes, 7 de octubre 2019

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En plena crisis por las incertidumbres generadas en el Viejo Continente por el Brexit y la guerra arancelaria anunciada por Donald Trump, el Club de Opinión Santiago Alba decidió ayer comenzar el curso con una conferencia sobre el papel decisivo de Atapuerca en el estudio del primer poblamiento humano de Europa.

El catedrático de Prehistoria de la Universidad de Valladolid Germán Delibes propuso un viaje al inicio de la Historia de Europa –que al menos hasta 1945 puede considerarse también la Historia del Mundo– a través de la llegada de los primeros antepasados del hombre que salieron de África oriental para extender sus asentamientos por Asia y Europa.

Una historia en la que el complejo arqueológico de Atapuerca, cuyas investigaciones se iniciaron en 1978 de la mano de Emiliano Aguirre y que en los noventa se consolidaron gracias a la codirección de Juan Luis Arsuaga, Eudald Carbonell y José María Bermúdez de Castro, juega un papel decisivo en la descripción de ese proceso de poblamiento, al cuestionar con sus hallazgos la hasta entonces aceptada asimetría de los movimientos migratorios desde África en favor de la ruta asiática y en perjuicio de la europea.

Rasgos simiescos

Los hallazgos en excavaciones en la actual Israel (con una antigüedad de 1,7 millones de años), en China (entre 1,6 y 1,7 millones) y en la isla de Java (1,5 millones) permitieron trazar una línea según la cual esos primeros humanos, –aún con rasgos simiescos, reducida capacidad craneal (600 centímetros cúbicos frente a los 1.400 del humano actual) y brazos largos–, prefirieron girar a la derecha rumbo a Asia al abandonar África en su diáspora para recorrer mundo a través del istmo en el que muchos siglos después se excavó el Canal de Suez, según la descripción de Germán Delibes.

La ausencia, hasta entonces, de restos en Europa con una antigüedad similar había invitado a pensar que la colonización del lado izquierdo, la europea, había sido posterior, con el límite en los 600.000 años con los que se dató al 'homo hiedelbergensis', término que surge por el hallazgo en Heidelberg (Alemania) de los primeros fósiles en 1907, explicó el catedrático de la UVa ante un auditorio absorto que desbordó las previsiones de la organización, con al menos una docena de personas atendiendo de pie la conferencia.

Pero las excavaciones en la sierra burgalesa hacen tambalearse esa teoría. Gracias, primero, a los hallazgos en la Sima de los Huesos, donde aparecen restos de hasta 28 individuos distintos –de los cuales se ha completado el cráneo de veinte– y después en la Trinchera Dolina y en la Sima de los Elefantes, en las que se han alcanzado vestigios con una antigüedad superior a los 780.000 años en restos de una especie, la más antigua de Europa, anterior al 'hiedelbergensis', bautizada por el equipo de Atapuerca como 'homo antecessor'. Incluso más allá de esa frontera. En 2007, tras el hallazgo en el nivel 9 de la Sima del Elefante de un fragmento de mandíbula de alrededor de un millón de años de antigüedad y que podría ser mayor, si se confirman las expectativas creadas por la cantidad de restos pendientes de estudiar en niveles inferiores. «Quedan siglos por excavar», describió Delibes.

Un complejo arqueológico, el de Atapuerca, que se revela como auténtico gran almacén por plantas de la evolución humana, con restos de hasta cinco especies distintas, lo que augura descubrimientos que servirán para describir comportamientos como el de los individuos del yacimiento de 600.000 años, que practicaban el 'espíritu compasivo' por el que mostraban caridad con los de su especie. Lo que explica casos como el del individuo bautizado como 'Agamenón', con gran capacidad craneal respecto al resto, 1.390 centímetros cúbicos, pero que sufría una discapacidad que le impedía oír y que pudo llegar a adulto protegido por los de su entorno. «Imagínense, un cazador sordo en un hábitat poblado por animales salvajes», describió Delibes, quien invitó a reflexionar sobre las lecciones que esos remotos antecesores ofrecen al hombre contemporáneo, al que tanto le cuesta recibir a los inmigrantes que buscan una vida mejor.

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