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carme Riera, en la Villa del Libro.
Los piropos de Cervantes a Barcelona

Los piropos de Cervantes a Barcelona

Carme Riera glosa la presencia de la ciudad condal en la obra del alcalaíno en una conferencia en Urueña

Victoria M. Niño

Jueves, 9 de junio 2016, 17:50

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Por empezar por el final, sostiene Carme Riera que «los que amamos los libros estamos más contentos de que Barcelona sea una ciudad cervantina que de que nos represente un equipo de fútbol». Concluía así su conferencia Cervantes y la realidad catalana, en el centro e-LEA de Urueña, dentro del ciclo Cronistas de esta verdadera historia. La académica, que acudió pertrechada por lo datos documentados, advirtió «que hay zonas de sombra en la biografía de Cervantes que probablemente no logremos iluminar nunca porque no hay documentación sobre ellas» y a la vez restó importancia a esos mismos documentos, citando unos cuantos sobre la liberación de los dos hermanos Cervantes Rodrigo y Miguel tan contradictorios como complementarios. La suma de esas pruebas hablan más del sentido de las acciones que de estas mismas. Los padres echaron mano de todas sus argucias para recaudar el dinero necesario para excarcelarlos. La documentación en torno a la actuación en Lepanto del futuro novelista universal también tiene más dosis de «heroicidad» que de verismo. Riera citó a Valera entre los que posteriormente restaron importancia a aquello teniendo en cuenta la supervivencia del gran autor que fue.

En cuanto a la Barcelona que aparece en El Quijote, Riera considera que la «piropea hasta hiperbólicamente». Mientras que Martín de Riquer sostiene la hipótesis de que es en 1610 cuando Cervantes conoce la ciudad condal, Riera, sin ningún fundamento documental pero por las alusiones en la obra, considera que pasó por allí entre 1570 y 1571, cuando iba de camino a Roma. Por ello, la escritora mallorquina cree que cuando el Cervantes anciano tiene que sobreponerse a la presión del editor por la aparición del apócrifo de Avellaneda escribiendo una urgente segunda parte de El Quijote, «el narrador tira más de memoria que de imaginación». Por ejemplo, el recibimiento de don Juan de Austria en Barcelona «ocurrió en 1571, en una noche de San Juan. El recibimiento a Alonso Quijano está ambientado ese mismo día y refleja los hechos de aquella otra visita». Por otra parte, «describe una Barcelona bulliciosa, corrupta. El propio virrey tenía que jurar no mostrarse a favor de ninguna bandería y desde el inicio era amigo de los Nyerros. Es la Barcelona de los bandoleros, los corsarios y la expulsión de los moriscos», dice quien ganó el Premio Nacional por En el último azul, novela histórica sobre las minorías religiosas en la Mallorca del XVII. Así y todo, ser ciudad cervantina es adelantarse a la importancia editorial de Barcelona. «En 1905, en la celebración del tercer centenario de El Quijote, hubo un gran debate entre nacionalistas catalanes y españoles. Se identificaba El Quijote con España. Sin embargo hay que decir que en Barcelona se imprime el primer quijote con ambas partes, desde entonces se ha hecho así, que catalanes son los responsables del primer facsímil, de ediciones críticas importantes y de bibliotecas cervantinas».

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