Teresa, la abuela de 96 años convertida en actriz para un corto campeón en Valladolid
El realizador vallisoletano Juan Carrascal Ynigo rueda el día a día de su familia y gana uno de los premios del Notodofilmfest con una historia sobre el valor de los cuidados
Qué manera de despertarme», dice Teresa Arenas, 96 años, «con lo que me apetecía dormir». Habla con Nano y Ramona, dos de sus hijos, en los primeros compases de 'Un día más', el corto dirigido por su nieto mayor, Juan Carrascal Ynigo, que esta semana ha obtenido el premio Valladolid Ciudad Creativa en el certamen Notodofilmfest. El jurado –compuesto por los directores Javier Fesser, IsabelCoixet, Alauda Ruiz de Azúa, el productor Jaime Ortiz de Artiñano y la actriz Macarena García– quedó prendado con la historia de Teresa, protagonista de una pieza que habla «del trabajazo que hacen los cuidadores y cuidadoras». «No siempre se valora la labor de las familias que atienden a sus mayores», asegura Juan, quien ha convertido a su abuela en actriz para este corto sin ficción. «Hacía mucho que no pasaba tanto tiempo con ella. Vas a comer, la visitas cuando vienes de Madrid, estás una tarde, pero no doce horas seguidas, desde que se despierta hasta que vuelve a la cama».
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La cámara de Juan sigue a Teresa cuando –por sus problemas de movilidad– le ayudan a levantarse en su casa de Portugalete, le asean, desayuna su tazón de leche con galletas y su hija Ramona le peina, con su colección de rulos y bigudíes. Nano le acompaña después en un paseo –ella en silla de ruedas– por el barrio, desde la Colegiata al Calderón, con parada para comer unas croquetas en el bar Esgueva. Por la tarde, después de visitas de familiares, baja, como todos los días, para escuchar la misa de la siete en La Antigua. «Para ella es como para muchos el yoga o la meditación», dice Nano. Yya, de regreso a casa, la cena, el cambio de pañales (cuatro al día) y unos masajes en los doloridos pies antes de irse a la cama.
–¿Me quieres, madre?
–Mucho.
–¿Me quieres porque te doy masajes?
–Y porque eres mi hijo.
El corto está rodado en blanco y negro («le va bien a la historia, me gusta la textura») y se ha convertido en el germen de un trabajo mayor. La versión presentada en Notodofilmfest dura apenas tres minutos y medio. YJuan está convencido de que hay mucho más que contar. «Creo que los planos necesitan más duración, otro ritmo», asegura el director, quien despertó su pasión cinéfila en Seminci (fue espectador adolescente, jurado joven y ha presentado varios trabajos en Castilla y León en Corto y Tiempo de Historia).
Desde hace ocho años es realizador de los programas de Jesús Calleja y ahora ha querido contar un día en la vida de su abuela. «Es también un modo de tener en el futuro un hermoso recuerdo de ella», dice Nano, uno de los siete hijos que tuvo Teresa con su marido, Federico Carrascal. Su historia de amor daría para otra película. Teresa es natural de Arenas de Cabrales (Asturias).
La primera cita
Allí, hace muchos años («muchísimos») a las orillas del río Ribeles, un grupo de jóvenes de un campamento cercano se afeitaba a la intemperie. La madre de Teresa los vio desde el balcón y le propuso a su hija:«Anda, baja y dile a esos chavales que suban a afeitarse». Porque la nuestra era una de las pocas casas que entonces tenía baño.
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Teresa, «a regañadientes», bajó. «Que dice mi madre...». Pero solo uno de todos aquellos jóvene se atrevió a subir. Su nombre era Federico Carrascal, un joven de Valladolid que quedó prendado de aquella chica que le invitó a afeitarse en su casa.
Cuando Federico volvió a Castilla no pudo olvidar a aquella muchacha que conoció en Asturias y le escribió una carta, a diario, para conquistar su amor.La familia de Federico vivía desde 1914 en el entorno de La Antigua. Los Carrascal son unos clásicos del barrio. «Por eso, la torre de la iglesia es tan importante en el corto».
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Antes de formalizar la relación, la familia de Teresa quiso confirmar que aquel hombrecito de Valladolid que cada día escribía una carta de amor era un tipo de fiar. «Un día se presentó en la ciudad un hermano de mi abuela para coger referencias», cuenta Juan. Y Nano añade que hubo además llamadas al sacerdote de La Antigua para que le diera referencias. Fueron inmejorables y la pareja se casó en la gruta de Covadonga, antes de venirse a vivir a Valladolid.
«Mi padre era médico analista. Si vas a El Minuto (la cafetería de Macías Picavea), verás que nada más entrar, a mano derecha, hay un señor en bicicleta que pasa por delante del bar. Era él, porque iba de un lugar a otro en bici para hacer los análisis», cuenta Nano. La pareja tuvo siete hijos. Llegaron después once nietos y cinco bisnietos, que festejan ahora la presencia de su abuela en la pantalla.
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«Al principio no le apetecía. Yo no quiero verme en televisión, decía», cuenta Nano, quien esta semana acudió, junto a Juan Carrascal Ynigo, para recoger el premio en los Cines Callao de Madrid. Allí se proyectó el corto. «Impresionaba mucho ver a mi madre en pantalla gigante», reconoce Nano, uno de los hijos que atiende, con mimo y dedicación, a Teresa en el día a día de una protagonista de cine.
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