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El crítico Javier Ocaña. Ricardo Otazo
Javier Ocaña reivindica la olvidada comedia de la Ealing

Javier Ocaña reivindica la olvidada comedia de la Ealing

El crítico destaca la construcción narrativa como la principal marca de identidad de estas películas

Samuel Regueira

Valladolid

Jueves, 23 de agosto 2018, 16:05

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«Para el gran público resulta absolutamente desconocida; el cinéfilo medio apenas ha visto dos o tres películas e incluso en algunos especialistas existe una sombra relativa». Con estas palabras se lamentaba Javier Ocaña del injusto olvido que han sufrido las comedias de la Ealing; producciones británicas empapadas de un humor muy particular nacidas al calor del fin de la II Guerra Mundial, y en torno a las cuales ha vertebrado hoy un seminario en la 55ª edición del Curso de Cine.

«Hoy existe un encabezonamiento en el gran público que exige que los protagonistas de las comedias sean personas con las que puedan identificarse, en películas realistas y verosímiles», señaló a propósito de nuestro cine humorístico, cuando esa marca de inverosimilitud de la Ealing, donde se adscriben clásicos como 'El quinteto de la muerte', 'Oro en barras', 'Ocho sentencias de muerte' o 'Whisky a gogó', entroncaba con ese desafío a la realidad tan propio de humoristas patrios «como Jardiel Poncela o Miguel Mihura».

Tras impedir al nazismo la ocupación de sus islas, en Gran Bretaña se respiraba un sentimiento de orgullo, de comunidad, de triunfo y de honor que propicia el caldo de cultivo para estas películas: obras como 'Pasaporte para Pimlico' o 'El hombre del traje blanco' se desarrollan a lo largo de casi una década -desde 1947 hasta 1955- y pasan a la Historia entre otras dieciséis películas -diecisiete si se consigna la comedia dramática 'El imán'-, a raíz del trabajo de directores como Charles Crichton y Alexander MacKendrick, y de actores como Stanley Holloway y, por supuesto, Alec Guinness, «un tótem de la interpretación».

Es, sin duda, la construcción narrativa del gag la mayor seña de identidad de la comedia de la Ealing; «está insólitamente bien narrada la manera en la que se crea el problema y cómo se llega a ella»; explicó Ocaña, trazando paralelismos entre estas comedias y la 'screwball comedy' americana -con Preston Sturges a la cabeza de las referencias-. El legado de la Ealing también se puede ver en posteriores comedias británicas como 'Un tipo genial', 'Full Monty' o la coproducción 'Un pez llamado Wanda', asi como en el 'Calabuch' berlanguiano y en las películas de Tom Fernández 'La torre de Suso' y '¿Para qué sirve un oso?'.

Mientras la comedia británica más reciente ha abandonado el lado amable de la Ealing y se ha volcado, en su lugar, por humor más negro -'Zombies Party', 'Turistas'-, salvo excepciones «espirituales» como 'El jardín de la alegría', Ocaña no considera que este espíritu deba volver y aboga, en su lugar, porque los cineastas de comedia actuales «hagan y experimenten cosas nuevas para crear algo diferente, como la Ealing hizo en su momento». Recalca, además, que no es necesaria esa empatización con los personajes «a no ser que el director la busque y fracase en el intento», como demuestran los recientes éxitos de 'Ocho apellidos...', que a fuerza de intentar encajar renuncian a las sorpresas, «caen en los lugares más comunes y en los clichés más tópicos».

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