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El montador Alberto del Campo tras recibir el galardón a Mejor montaje por su trabajo en «El Reino», durante la gala de entrega de los Premios Goya 2019. Raúl Caro-Efe
Alberto del Campo: «Es increíble que 'Madre' haya llegado tan lejos»

Alberto del Campo: «Es increíble que 'Madre' haya llegado tan lejos»

Tras conquistar el Goya por su trabajo en 'El Reino', el montador soriano opta al Oscar este fin de semana con el cortometraje dirigido por Rodrigo Sorogoyen

césar combarros

Sábado, 23 de febrero 2019, 13:08

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Tres semanas después de conquistar su primer Goya al mejor montaje por su trabajo en la vibrante 'El reino', de Rodrigo Sorogoyen, y cuando se acaba de anunciar su candidatura a los Premios Platino del cine iberoamericano por ese mismo trabajo, Alberto del Campo (Soria, 1981) vivirá de una forma muy especial la madrugada del domingo al lunes la 91ª edición de los premios Oscar.

Entre los nominados, el único representante español es 'Madre', el corto que Sorogoyen dirigió en 2017, que opta a la estatuilla en la categoría de mejor cortometraje de ficción. Del Campo es el responsable del montaje de ese film, producido por Malvalanda y Caballo Films, la productora que cuatro amigos soñadores (Sorogoyen, Del Campo, Eduardo Villanueva y Borja Soler) crearon en un lejano marzo de 2010 con el objetivo de «hacer un cine diferente»,

Tras irrumpir en el panorama nacional con 'Stockholm' en 2013 y recibir su primera candidatura al Goya en 2017 con 'Que Dios nos perdone', Del Olmo acaba de terminar el montaje del largometraje 'Madre' y a finales de marzo comenzará a trabajar montando junto a Victoria Lammers 'Patria', la primera serie de producción española de HBO, que adapta la novela superventas de Fernando Aramburu, informa Ical.

-En su discurso de agradecimiento por el Goya le dedicó el premio a su tierra: «A Espejo y a Soria entera». ¿Dónde nació?

-Yo nací en Soria capital, pero mis padres eran de Espejo de Tera. Yo soy el menor de cinco hermanos y los otros cuatro nacieron en el pueblo. De hecho mis padres fueron los últimos habitantes que se fueron de Espejo antes de que quedara despoblado. Tiempo después comenzó a volver gente que vivía allí los fines de semana, o que regresaron para montar una granja o comprar unas ovejas tras haber emigrado al País Vasco, pero mis padres ya se quedaron en Soria.

-Suele regresar por allí siempre que puede. ¿Qué le permite retomar ese contacto?

-Para mí, volver allí es volver a casa. Es un universo completamente distinto al que tengo en Madrid, donde llevo 18 años. Allí no hay gente, no hay nada, y me hace sentirme bien. Respirar de vez en cuando y volver a esa calma y a encontrarme con mis raíces, mi familia, mis hermanos o mis sobrinos, que están por allí, es algo que necesito.

-¿Había un ambiente cinéfilo en su casa cuando era pequeño?

-Mis padres eran campesinos, gente muy rural, y mi afición me vino por mis hermanos mayores. Me llevan bastantes años y ellos sí eran muy aficionados al cine. Teníamos un reproductor de VHS y solían ir al videoclub. Yo me empecé a aficionar al cine porque les veía a ellos desde muy pequeño y me llevaban a ver 'Top Gun', 'ET'…

-Con quince años ya tenía «clarísimo» que de mayor quería dedicarse al cine. ¿Cómo llegó a esa convicción?

-Cuando vi 'La naranja mecánica', de Kubrick, supe que era algo muy especial. Fue la primera vez que tuve la sensación de que tras aquella película había alguien que tenía una mirada, y empecé a fijarme en cosas como las ópticas o la composición de los planos. En ese momento dije: 'Yo quiero hacer algo así'.

-Dedicarse al cine es un oficio que parece una quimera, y desde Soria cuando uno está en el instituto supongo que más si cabe, ¿no?

-Quizá sí, pero cuando vivía en Soria no conocía a nadie que quisiera hacer cine, ni a gente de mi edad a la que le gustara el cine de la misma manera que a mí. Yo decía: 'Pues alguien tiene que hacerlo', y no lo veía como una quimera sino como algo fácil, porque yo hacía mis cortos y era de los pocos que hacían algo así en Soria entonces. Luego, cuando llegué a Madrid con 18 años, descubrí que hay mucha gente que quiere hacer lo mismo y que hay muchísima gente con muchísimo talento.

-¿Esos cortos amateur los dirigía usted?

-Sí, los dirigía y hacía todo yo. En todo esto fui completamente autodidacta. Empecé a grabar y después me di cuenta de que tenía que hacer un guion, que había que dividirlo por planos… Yo ya grababa montando: grababa un plano, luego el contraplano, luego otra vez el plano… Juegos en realidad. Lo que le ponía es mucha pasión. Desde la ignorancia te atrevías a hacer muchas cosas y a probar mucho. Luego, según vas aprendiendo, te das cuenta de lo difícil que es hacer las cosas, de lo poco que sabes, y cada vez es más difícil. En Soria, desde esa ingenuidad, parecía más sencillo.

-En 1999 llega a Madrid para estudiar Realización de Audiovisuales y Espectáculos en Puerta Bonita. ¿Qué le empujó a dar ese paso?

-Quería estudiar eso porque era poco tiempo y mi idea era empezar a trabajar cuanto antes para poder entrar en la ECAM. Al final salí de allí, me fue bastante bien nada más terminar, y me aconsejaron no entrar en la escuela. Empecé a hacer prácticas en una productora de vídeo llamada Scope, que acababa de empezar, allí empecé a toquetear el Avid y me quedé en esa empresa.

-En esos años trabajó en programas como 'El Club de la Comedia'. ¿Qué aprendió?

-Trabajé como montador en la televisión más de diez años. Para mí en esa época aquello era una locura, era un sueño. Aprendí un montón. Tras aquello he hecho muchísimos programas de televisión, me ha ido muy bien en la tele en el mundo del 'reallity'. Fue una cosa en la que me fui especializando sin querer y la verdad es que nunca me ha faltado trabajo en ninguna productora ni en ninguna cadena.

-En el cine comenzó como meritorio, ¿cómo fueron esos primeros pasos?

-Lo primero que hice en cine fue de 'video-assist' en 'Las voces de la noche' (Salvador García Ruiz, 2003), que se estrenó en la Seminci. La verdad es que los primeros años en Madrid fueron de ir cumpliendo sueños uno tras otro. Después hice varias películas como script, como 'Héctor' (Gracia Querejeta, 2004) o 'La mirada violeta' (Nacho Pérez de la Paz y Jesús Ruiz, 2004), en las que aprendí muchísimo. Para mí fue un lujo estar allí sentado al lado de los directores, aprendiendo, pero decidí volver a centrarme otra vez en el mundo del montaje, con todo lo que había aprendido.

-¿De nuevo en televisión?

-Sí. Me hubiera gustado trabajar en cine o en series, pero en aquel momento ese era un paso muy complicado de dar. Para mí era algo inalcanzable. Dedicarte al mundo del cine es duro, tienes que tener proyectos, y empezar de meritorio o auxiliar es muy complicado, porque los sueldos son bajos y no tienes un trabajo constante, así que decidí volver a la tele no por gusto, sino por necesidad.

-¿Cómo conoció a Rodrigo Sorogoyen?

-Por amigos en común que habían estudiado con él en la ECAM. Nos conocimos en una época en la que todos queríamos alcanzar nuestros sueños. Estábamos trabajando pero en cosas que no nos satisfacían tanto, y dijimos: 'Todos tenemos nuestros trabajos, pero queremos hacer algo que nos guste de verdad, que nos apetezca. Vamos a juntarnos y a hacer una peli para divertirnos'. Así creamos una productora, Caballo Films, y de esa manera hicimos 'Stockholm', con intención de hacer algo para nosotros, de lo que nos pudiéramos sentir orgullosos, y que fuera una posible carta de presentación.

-Aquella película, una de las primeras que apostó por el 'crowdfunding' en España, ¿supuso un espaldarazo para quienes la levantasteis?

-Nuestro único objetivo era terminarla por si a alguien le interesaba verla en algún momento. Ni siquiera pensamos que pudiera ir al Festival de Málaga, y cuando la seleccionaron en la Sección Oficial no nos lo podíamos creer. Fue un espaldarazo bestial para todos, porque desde entonces nos ha permitido hacer a todos lo que queríamos hacer. Desde 'Stockholm' yo me puedo dedicar al mundo del montaje de la manera que a mí me gusta, Sorogoyen puede dirigir películas...

-¿Cómo vivió su experiencia como productor en ese largometraje?

Aprendiendo muchas cosas desde el primer momento, desde la ignorancia con que llegas cuando te enfrentas a algo de nuevas y te atreves con todo. Nosotros no éramos productores pero lo tuvimos que ser a la fuerza. El proceso de producción y posproducción fue larguísimo y recuerdo todo como algo durísimo, la verdad.

-¿Desde entonces ha sentido cierto vértigo por cómo se ha acelerado todo?

-Cuando se estrenó en Málaga y ganó tres premios sí sentimos un cierto vértigo porque fue todo muy rápido. Todo el mundo hablaba de nosotros, pero cuando pensábamos que todo iba adelante nos encontramos con que nadie quería distribuir la película. Eso nos hizo poner los pies en el suelo, darnos cuenta de que teníamos una película pequeña y de que había una parte de la industria a la que no le gustaba que se hicieran películas así. Finalmente una distribuidora pequeñita se interesó por la película (Festival Films) y conseguimos que se distribuyera en cines. Nos dimos cuenta de que esto es muy duro, y que a pesar de que se hablara mucho de ella y ganara muchos premios, nunca podríamos recuperar el dinero invertido. Eso fue una toma de contacto con la realidad. Luego, los pasos que hemos ido dando han sido de poco en poco.

-Pero de 'Stockholm' (2013) a 'Que Dios nos perdone' (2017) hay un mundo a nivel de producción y distribución.

-Sí, entró una productora más grande (Tornasol) y la película iba respaldada por Atresmedia y Warner. Cuando empecé a trabajar en el montaje sí pensé: 'Vaya responsabilidad', pero en compartí esa tarea con Fernando Franco y aprendí mucho con él. Hicimos buenas migas. Para mí fue un máster en montaje por el que encima me pagaron. Fue genial. Disfruté trabajando en esa película, la verdad.

-Por aquel trabajo recibió su primera nominación a los Goya. ¿Qué sintió el pasado 2 de febrero cuando Leonor Watling leyó su nombre como ganador por 'El reino'?

-No lo sé. En ese momento pensaba que no iba a ganar. Todo el mundo me había dicho que tal vez podía llevármelo Y en las quinielas aparecía, pero viendo los dos premios que se entregaron justo antes podía pasar cualquier cosa. Dijo Alberto y lo que sentí fue alivio: 'Bueno, ya está'. En ese momento solo quería salir y lidiar con el micrófono delante de todo el mundo de la mejor manera posible. No fui realmente consciente de que estaba ganando un Goya. Estás allí sentado, viendo y escuchando a tus compañeros de la película, que son tus amigos desde hace tanto tiempo… Fue muy emocionante.

-¿Cuál fue el mayor desafío al que se enfrentó en 'El reino'? ¿Que no se perdiera el espectador en esa maraña de secundarios y subtramas?

-El guión era difícil de leer. Había muchos nombres, se refieren a un personaje y luego a otro… En el montaje uno de los retos era que el espectador supiera en todo momento qué estaba pasando. Trabajamos muchísimo eso, doblando pequeñas frases, poniendo planos meticulosamente en un sitio donde se habla de algo para que el espectador se acuerde luego de ello... Fue muy largo y muy complicado.

-¿La sala de montaje es un espacio para disfrutar o para padecer? Muchas veces tienen que suprimir personajes completos o escenas que han llevado días de rodaje.

-Intento no saber nada de lo que pasa en rodaje. Si paso por allí es para saludar a la gente rápidamente, pero no quiero saber lo que ha tardado en rodarse un plano, lo que ha costado, ni la cantidad de gente que ha estado a punto de morir por grabar algo, porque no quiero que me condicione. Prefiero tener una mente limpia que me permita decir esta secuencia es muy bonita pero no tiene sentido. Esa es una de las labores del montador, no estar condicionado. Por eso muchas veces los directores necesitan un montador.

-Acaba de terminar el montaje de 'Madre', el nuevo largometraje de Sorogoyen. ¿Es un proyecto muy personal de él?

-En cierto modo supone una vuelta a los orígenes de 'Stockholm', que yo creo que es el cine que más le gusta. Es una película más pequeña, más intimista, no es tan comercial como 'Que Dios nos perdone' o 'El reino'. Es una coproducción con Francia y la mitad de la película está en francés y la otra mitad en español. Es un proyecto mucho más personal y una película más difícil, pero con una mirada de un autor mucho más clara.

-El corto 'Madre' lo rodó en 2017, cuando ya estaba asentado en la industria. Es curioso que no le haya querido dar la espalda al mundo del corto.

-Nosotros montamos la productora para hacer estas cosas. Siempre estamos con algún corto. Ahora estamos terminando otro. Creamos Caballo Films para hacer cosas que nos gustan y Ruy tenía ese guion desde hace mucho tiempo. Entre película y película nos pusimos con el corto y ahí está ahora, en los Oscar.

-¿Cómo está viviendo todo el equipo la nominación a los Oscar?

-El día que anunciaron las nominaciones acabábamos de ver el corte definitivo del largometraje. Media hora después del pase con los productores nos pusimos a ver la lectura de nominados y cuando dijeron que 'Mother' estaba entre los nominados no dábamos crédito. Era algo impensable. Que el corto haya llegado tan lejos es increíble.

-En su discurso de agradecimiento de los Goya tuvo unas palabras para «toda la gente que está currando por la asociación» de montadores. ¿En qué fase está?

-Todavía no está constituida, se está trabajando en ello. Es un proyecto bastante ambicioso porque engloba a gente de todos los sectores: televisión, entretenimiento, publicidad, cine, documentales… Hay muchísima gente trabajando, 200 o 300 personas, y aunque es el mismo gremio son sectores muy diferentes que no tienen nada que ver a ningún nivel, ni salarial ni de trabajo, y es complicado. Queremos tener una voz común, porque a la hora de poder pedir algo cuantos más seamos, mejor, y la verdad es que somos muchísimos.

-¿Quiénes son sus grandes referentes del oficio?

-Quizá William Goldenberg, el montador de Michael Mann. Es a quien recurro siempre. Suelo tener a mano algunas secuencias o películas para fijarme en cómo ha resuelto cosas o cómo hace algo, y me gusta estudiarlos plano por plano.

-Sabiendo que estudió Realización, ¿nunca le ha tentado dirigir?

Tengo muchas ideas pero cuanto más tiempo llevas en esto más difícil te parece todo. Para ser director ya puedes ser muy creativo o un genio con ideas brillantes, pero como no sepas llevar a un equipo y remar con muchísima gente a la vez que tú es imposible. Es algo que tengo ahí. Una de las cosas para las que creamos la productora es para hacer cosas, así que en cuanto tenga tiempo haré un corto, pero es algo que tenemos ahí para los ratos libres, como un hobby.

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