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Román Gubern, ayer en el Curso de Cine de la UVA.Ramón Alonso
Gubern pone el punto final a un mes dedicado al séptimo arte

Gubern pone el punto final a un mes dedicado al séptimo arte

El historiador habló del «desconocido» cine de la Segunda República en la última charla del Curso de la UVA

samuel regueira

Viernes, 26 de agosto 2016, 21:51

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El Curso de Cine se ha sumado a la multitud de actos con motivo del 80º aniversario del comienzo de la Guerra Civil, y para ello ha sido uno de sus nombres más ilustres, el del catedrático Román Gubern, el encargado de cerrar la serie de seminarios y conferencias de este año con una charla sobre las películas de la Segunda República, una época llena de «interés ideológico», en términos cinematográficos, cuya producción fílmica resulta hoy «desconocida para los jóvenes», en palabras de un experto en el cine que tuvo el «triste privilegio de haber sido uno de esos niños de la Guerra Civil».

Gubern detalló ante los alumnos del Curso de Cine cómo en aquella época había una especial sintonía entre las producciones nacionales y el gran público: «Dado que entre el 30% y el 40% de la población era analfabeta, los subtítulos de las cintas de Hollywood no tuvieron una buena acogida, ya que la mayoría de la gente no sabía leer», explicó. Los grandes estudios como la Paramount trataron de conquistar al mercado español, uno de los más jugosos, sirviéndose de actores argentinos y mexicanos en sus producciones, «pero por causa de sus acentos se veían continuamente abucheados en las salas», rió Gubern. Únicamente la Fox tuvo la astucia de contar con españoles de acento neutro, y mantuvo sus producciones hasta 1936, con el estallido de la Guerra Civil.

El cine de la Segunda República nace en un momento de doble complejidad, tanto política con el declive del reinado de Alfonso XIII, que abandonaría el país tras el llamamiento a las urnas en abril de 1931; como cinematográfica, con el inevitable retraso que sufría España con respecto a Estados Unidos en la transición del cine mudo al sonoro. Las ansias de emular al cine de Hollywood pronto cristalizaron en la industria española del momento, con su star-system particular (encabezado por Imperio Argentina, Antoñita Colomé o Concha Piquer, entre otras) o su interés por el cine musical, con títulos como Morena Clara, de Florián Rey, «que estuvo en cartel con los dos bandos durante la Guerra Civil», o Yo quiero que me lleven a Hollywood, de Edgar Neville.

«Los anarquistas de la CNT también jugaron un papel importante en el cine de esta época», reveló el autor de Historia del cine. Primero como responsables de cine proletario, convencidos de que el cine norteamericano «era narcótico para las masas» (no en vano, Una noche en la ópera fue la película más taquillera durante la Guerra Civil), pero tras sus continuos fracasos en taquilla pasaron a hacer un cine de «mayor concesión», con otro de los grandes nombres de la época, Francisco Elías (considerado autor de la primera película sonora española, El misterio de la Puerta del Sol), con títulos como No quiero, no quiero.

Román Gubern no se resistió a lanzar una recomendación personal, El bailarín y el trabajador, de Luis Marquina, última película rodada antes de la guerra basada en una obra del Nobel Jacinto Benavente y característica de esta época, para Gubern, «por su equilibrio entre la ética del trabajo y la ética del placer».

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