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Jennifer Connelly.
Jennifer Connelly: «Nana es el personaje más intrigante que he hecho hasta ahora»

Jennifer Connelly: «Nana es el personaje más intrigante que he hecho hasta ahora»

La ganadora de un Oscar por 'Una mente maravillosa' protagoniza 'No llores, vuela', una cinta sobre la culpa, el perdón y la fe dirigida por la peruana Claudia Llosa

Rosario González

Sábado, 24 de enero 2015, 08:03

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Una sola reunión bastó a la directora Claudia Llosa para convencerse de que Jennifer Connelly era exactamente lo que buscaba para 'No llores, vuela', el esperado largo de la cineasta peruana tras el torbellino que supuso 'La teta asustada'. La producción, modesta y muy personal, le valió a la sobrina del Nobel Mario Vargas Llosa una nominación a los Oscar, el Oso de Oro de Berlín y la posibilidad de invitar a su mesa a estrellas del celuloide para futuros proyectos. Y eso es exactamente lo que hizo, logrando un equipo encabezado por Connelly y del que forman también parte el irlandés Cillian Murphy ('Luces Rojas') o la francesa Mélanie Laurent ('Malditos Bastardos').

Con un reparto internacional y rodada en inglés en el helado paisaje de Manitoba (Canadá), 'No llores, vuela' tiene sin embargo un 70% de capital español, en una coproducción internacional en la que participan Francia y Canadá. La cinta narra el reencuentro de una madre (Jennifer Connelly) y su hijo (Cillian Murphy), alejados tras un trágico accidente, y que vuelven a unir sus vidas gracias a una joven periodista (Mélanie Laurent). Tres personajes que tratan de vivir una vida plena al tiempo que asumen su propia fragilidad.

El flechazo entre Llosa y Connelly fue mutuo y, nada más leer el guion, la actriz no tuvo duda alguna duda de que interpretaría a Nana, una madre que abandona a su hijo para convertirse en sanadora y artista. Un papel intenso en una cinta rodada con esmero aunque arriesgada y plagada de metáforas y reflexiones sobre la culpa, el perdón, la fe o la comunión con la Naturaleza que no frenó sin embargo a Connelly.

Culpa, perdón y fe

Nadie duda a estas alturas de que la neoyorquina sea una una actriz de retos, contando en su haber con películas como 'Dentro del laberinto', compartiendo cartel con David Bowie con apenas 16 años, o 'Requiem por un sueño', dejándose guiar en su papel de yonqui por el director Darren Aronofsky.

Tampoco parece preocupada por sumar o restar premios, pese a haber pasado más de una década desde que ganara el Oscar y el Globo de Oro por su papel de Alicia Nash en 'Una mente maravillosa'. «Nana es un personaje diferente e interesante, y el más intrigante de cuantos haya hecho hasta ahora», explicó Connelly durante la promoción de la película en España. «Habla de la culpa y del perdón como forma de sanación, pero sobre todo es el viaje de una madre y un hijo que intentan sobrevivir después de una tragedia y hacer algo más que simplemente superar el trauma».

La película enfrenta también al espectador con el enigmático mundo de curanderos y sanadores, directores de orquesta de una fuerza, la de la fe, tan irracional como real. «Muchas personas creen que mi personaje tiene un don, que tiene poder. Y no está claro si lo tiene o no de verdad, pero lo que es real es que la gente es capaz de encontrar la paz en ella», reflexionó la actriz. «A través del concepto del arte en la Naturaleza crea experiencias para esas personas, para que puedan enfrentarse a sus miedos y afrontar la fragilidad y lo efímero de las cosas».

Sublimar el dolor

Por su parte, Llosa considera la fe como un mecanismo «inherente» al ser humano y una «necesidad histórica» de replantearse su espiritualidad. «Podría ser un mecanismo arcaico y primitivo, que intenta darnos seguridad y la tranquilidad de que hay algo más, pero al mismo tiempo conlleva la trampa de querer controlar o asegurarnos», produndizó la directora. «Lo importante es cómo aprendemos a sublimar nuestro dolor, sea la risa para unos o la religión para otros. La película simplemente explora la genuina necesidad del ser humano de relacionarse con lo oculto, con lo que no controla».

Ideas complejas de llevar a la pantalla sin correr el riesgo de despistar o estomagar al espectador, aunque para la directora supone simplemente «asumir las reglas del juego». «Se trata de decidir desde dónde quieres hablar; desde el control y la seguridad o desde un lugar más interior, más frágil pero también más genuino. Eso me ha llevado a hablar de temas tan difíciles como la vulnerabilidad, la fragilidad y la valentía de enfrentarse y seguir adelante.».

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