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Gabri Velázquez se sumerge en los mundos marginales con ‘ärtico’

Gabri Velázquez se sumerge en los mundos marginales con ‘ärtico’

El director salmantino presenta su última obra sobre el drama de los jóvenes sin futuro que proyecta el cine Broadway

Alfredo Gómez

Martes, 8 de julio 2014, 20:13

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El desgarrador mundo de la marginalidad sin futuro es el tema que ha elegido Gabri Velázquez como base de su película ärtico, en la que muestra la rutina de Jota y Simón, dos jóvenes quinquis de 20 años que cada día salen despreocupadamente a la calle para buscarse la vida con lo que surge a cada momento. Pero además de sus cotidianos robos y trapicheos, algo les revuelve en su interior. Cada uno desea lo que no tiene. Simón quiere ser libre. Está harto de vivir rodeado de su gran familia de feriantes, incluyendo a su mujer y a su hijo. Jota no quiere seguir estando solo y lo único que desea es hacer su nido y tener su propia familia, por encima de lo que sea. Mientras tanto, cada día que se juntan, se sienten unos Robin Hood y piensan que no tienen nada que perder.

«Cuando no tienes nada, tampoco tienes nada que perder y eso es muy peligroso. Es lo que yo he sentido y he querido contarlo de una manera diferente. He querido hacer de la marginalidad una estética totalmente contraria. Como contrapunto a esa marginalidad, a ese desgarramiento, a ese ártico duro, frío, helador y distante, he querido hacer composiciones pictóricas para contrarrestarlas y meterlas dentro de unos personajes como algo bello, casi onírico», asegura.

Como una metáfora entre la vida y la muerte, el director salmantino presenta en ärtico a unos personajes sin futuro ante un paisaje de exhuberante belleza. «Me apetecía que el paisaje fuese una parte más de la obra, en vez de un paisaje feo. Quería exponer una fotografía totalmente contraria a lo que son los personajes y sus historias para romper ese lenguaje y casi como un capricho».

Esos personajes, delincuentes a jornada completa, reflejan la dura vida del que está al margen de la ley. «La realidad supera la ficción, los actores son chavales de centros de acogida y su vida les ha superado, su vida supera a lo que sucede en la película. Cuando nosotros íbamos, ellos ya volvían. No ha costado nada entrar en los diálogos porque los chavales sabían más que yo y ellos mismos me decían cómo tenían que hacerse determinadas cosas».

Sencillo y abstracto

A falta de medios económicos, Gabri Velázquez ha tenido que tirar de la imaginación y asegura que ha querido contar cosas muy sencillas «de forma un poco abstracta, sin contarlo del todo, fuera de cámara, hasta hacer todo un poco intrigante. Hasta me arrepiento en la parte final de no haber dejado dos disparos y sin mostrar quién había muerto para que cada espectador pensara lo que quisiera. Prefiero que todo se quede en el aire, que la gente se imagine, que tenga que pensar un poco y si no piensas mucho, tampoco pasa nada porque están viendo algo interesante y bello».

En cuanto al juego lingüistico, sustituyendo el acento por una diéresis, afirma que «la diéresis del título era por hacer un poco de juego de diseño en la palabra y además, con dos cubitos de hielo, que es un poco más nórdico y más frío, para hacer ese juego de palabras».

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