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Xavier Güell. Gabriel Villamil
Xavier Güell: «El poder político ha condicionado el arte a lo largo de la historia»
Aula de Cultura

Xavier Güell: «El poder político ha condicionado el arte a lo largo de la historia»

El músico presenta el martes 22 en el Aula de Cultura de El Norte su proyecto literario-musical 'Cuarteto de la guerra'

fernando conde

Lunes, 21 de junio 2021, 07:05

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Xavier Güell es un apasionado de la música y, desde hace algún tiempo, también de la literatura. Director de orquesta y promotor musical de prestigio internacional, su primera novela ('Los prisioneros del paraíso') exploraba terrenos nuevos en el trillado escenario de los totalitarismos del siglo XX. Ahora, con su 'Cuarteto de la guerra' inicia un proyecto literario, de base musical, en el que, a través de la vida de cuatro grandes músicos, abordará las relaciones entre el poder político y la cultura. Xavier Güell estará mañana martes, en el Aula de Cultura que, con el patrocinio de Fundación laCaixa y Fundación Vocento, acogerá el Círculo de Recreo, a partir de las 20 horas.

–¿Qué es el proyecto «Cuarteto de la guerra»?

–La tetralogía 'Cuarteto de la guerra' es un proyecto en el que llevo trabajando los últimos años. Pretende unir literatura y música, revisitar los totalitarismos de la Segunda Guerra Mundial con otros ojos y hablar del exilio exterior e interior. Adentrarse en la relación entre el poder político y el arte a partir del desgarro emocional que sufrieron cuatro grandes músicos: Béla Bartók, Richard Strauss, Shostakóvich y Schoenberg. Cuarteto de la guerra reflexiona asimismo sobre el arte como mensaje revelado, sobre el diálogo entre el hombre y las fuerzas ocultas de la naturaleza, sobre el equilibrio entre el yo y el todo, sobre el sentido de nuestra propia existencia.

–¿Por qué Béla Bártok?

–He empezado con Bartók –uno de los genios del siglo XX–, porque su caso es excepcionalmente trágico. Decidió voluntariamente salir de Hungría y emigrar a Estados Unidos. Puso en riesgo su estabilidad familiar, emocional y económica, con el único fin de dejar constancia de su radical oposición a los totalitarismos que asolaban Europa. Una decisión ética que pagó muy cara. Su música fue rechazada por el público norteamericano. Sin conciertos ni recursos económicos, se vio obligado a vivir en la miseria. Y cuando las cosas empezaron a mejorar, tras el exitoso estreno de su Concierto para orquesta, ya era tarde. Pocos después, moría de leucemia en el Hospital Central de Nueva York. Su tragedia ejemplifica la desdicha que sufrieron muchos artistas europeos

–Sobre la Segunda Guerra Mundial se han escrito infinidad de novelas históricas, ¿qué aportan las suyas?

–No escribo novelas históricas y no soy especialmente afín al género. Mis libros son interpretaciones; no olvide que soy músico. Son consecuencia de un amor apasionado por los personajes que trato. Los estudio, sigo cada uno de sus pasos emocionales, creativos, y al final saco mis propias conclusiones para interpretarlos. Eso me permite hablar sobre lo que de verdad me interesa: la angustia que produce la creación, el amor, la amistad, la fidelidad a unos principios éticos, el valor, el miedo, el talento, la mediocridad, la violencia, la vida y sus contradicciones, la sexualidad, la alegría, el sufrimiento y la muerte. La muerte está muy presente en todos mis libros

–Una de las virtudes de sus libros es la de crear lenguajes literarios de base musical, ¿se sentirá cómodo el lector no avezado en música?

–El lector que no sepa música tendrá que esforzarse; pero puedo asegurar que merecerá la pena. La mayor parte de mis lectores no son músicos. Sin embargo, han encontrado en mi literatura una fuente de placer y conocimiento. Aquellos con los que he tenido ocasión de hablar, así lo reconocen.

–La cultura muchas veces ha vivido -y sobrevivido- a la sombra del poder. Incluso, a veces, el poder ha determinado qué es y qué no «cultura». ¿No supone eso un empobrecimiento?

–Justamente de eso trata 'Cuarteto de la guerra'. De la relación del poder político con la cultura. Sí, los artistas se vieron brutalmente condicionados durante las dictaduras de Hitler y, sobre todo, de Stalin. Y digo «sobre todo», porque el terror de Stalin duró mucho más tiempo y una buena parte de los creadores soviéticos, sin posibilidad de emigrar, fueron torturados, deportados y asesinados. El arte necesita libertad, por eso el caso de Shostakóvich es milagroso: careció de esa libertad, pero consiguió, sin embargo, componer obras maestras. Su 'Quinta Sinfonía' es un claro ejemplo. En todo caso, es cierto que el poder político, también el poder religioso, a lo largo de la historia, ha condicionado al arte de forma significativa, aunque esto, no siempre haya sido negativo.

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