José F. Peláez: «A la hora de escribir, no hay una pócima secreta. Es cuestión de sensibilidad»
El escritor y columnista vallisoletano se encontrará con sus lectores en Arroyo en una nueva edición del Aula de Cultura
Por petición del público. Así llega José F. Peláez (Valladolid, 1978) al Aula de Cultura que se celebrará el próximo 30 de octubre, a las 18:30 horas, en la Casa de Cultura de Arroyo de la Encomienda. Son los arroyanos los que lo han pedido, porque querían escucharle, mirarle a los ojos y quizá preguntarle cómo consigue que la vida cotidiana, esa que pasa sin hacer ruido, parezca tan distinta cuando él la pone negro sobre blanco.
Peláez escribe en El Norte de Castilla. También en ABC y en Onda Cero. Y entre columna y columna además se asoma a los micrófonos de Carlos Alsina y Susanna Griso para ejercer de observador ocurrente, lúcido y descreído. Cuenta en su haber con el Premio Joaquín Romero Murube y el Premio de Periodismo David Gistau, aunque habla de ello sin alardes, como quien menciona de pasada algo que nunca fue el objetivo. Lo suyo, insiste, es «intentar escribir bien».
Peláez es un hombre de Marketing. Licenciado en esta disciplina, siempre ha ejercido de ello. Es también emprendedor. Escribía por la necesidad del desahogo. Cuando la fiebre eran los blogs y no los reels, él se escondía tras el seudónimo de Magnífico Margarito. Aquel rincón digital, acabó convirtiéndose en una plataforma de sinceridad desde la que hablaba de lo que pasaba por el mundo y también por su cabeza. «Escribía cuando me apetecía, sin calendario. Era una forma íntima de opinar», cuenta. Hasta que un día sonó el teléfono. Al otro lado, el director de El Norte, Ángel Ortiz. Le quería para sus filas. «Me propuso escribir y dije: venga, vale. Y ya está», dice. Así, sin más épica que la de aceptar un reto y sin imaginar que, años después, (tampoco muchos) su nombre sería sinónimo de un nuevo género literario. De aquel blog, confiesa, aún queda algo, «tal vez una mirada un poco lírica, algo ingenua, cierta sensibilidad… aunque cada vez menos. Pero quiero pensar que algo de Magnífico Margarito sigue ahí», añade este genio de la palabra.
Sus columnas se han convertido en libro. 'Ya estoy escrito (Ed. Península) es un compendio de sus mejores escritos, los cuales conjugan humor, melancolía e ironía, pero también ternura, ritmo, emoción… todo ello salpicado de inteligentes chascarrillos, algo que él domina a la perfección. «Intento que el texto se lea bien, que el lector llegue desde la primera palabra hasta la última y que todo esté muy hilado. Esa aparente sencillez cuesta muchísimo», confiesa y añade que «un columnista puede ser de todo menos cobarde». La complacencia la ha borrado de su diccionario. Lo cómodo sería escribir sólo sobre los temas que lucen, pero él prefiere mojarse. «A veces toca hablar de Abascal o de Sánchez, o de lo que sea. Y claro que te salpicas. Escribir es meterse en problemas», dice. Por eso su estilo es fácilmente reconocible. Quien lo lee, aún sin ver la firma, sabe que está leyendo a Peláez. Tiene el fraseo limpio, la cadencia justa, la ironía exacta y la habilidad de convertir lo corriente en trascendente sin que se note el esfuerzo.
En el Aula de Cultura de Arroyo de la Encomienda hablará «de vallisoletanías. De nuestras cosas. De Valladolid». Y lo hará sin solemnidad. Como es él. De tú a tú. «Será una conversación entre amigos, con el público como cómplice. Que me pregunten, que yo respondo», dice. Y por ello, ésta será la oportunidad perfecta de descubrir a ese hombre cercano que hay detrás del escritor. Al que escribe con camiseta de los Ramones y un Negroni al lado. «A la hora de escribir, no hay una pócima secreta. Es cuestión de sensibilidad, de notar cuándo te pasas o cuándo te quedas corto». Sus textos rezuman una naturalidad que parece instintiva, aunque detrás haya un trabajo milimétrico y perfeccionista. «Lo importante es no ser un coñazo», bromea, «y ser tú mismo, porque al final, dice, no se puede fingir tanto tiempo. Puedes engañar un día, o dos, o diez… pero cuando escribes tanto, se nota quién eres. Se transparenta», concluye.