Aula Cultural de Arroyo
«El columnismo consiste en tomar posición. Si buscas gustar a todos, te diluyes»El Aula Cultural de Arroyo recibe al columnista José F. Peláez en una charla cercana, divertida y llena de reflexiones sobre la escritura y la vida cotidiana
Veni, vidi, vici. José F. Peláez llegó, vio y convenció. El columnista vallisoletano llenó este jueves la Casa de Cultura de Arroyo de la Encomienda ... en una nueva edición del Aula Cultural de Arroyo, que tuvo mucha conversación, algo de confesión y bastante de terapia colectiva para los adictos a la sección de Opinión de El Norte de Castilla, organizador del encuentro.
El alcalde del municipio, Sarbelio Fernández, y la concejala de Cultura, Ana Sánchez, acompañaron al columnista en su visita por las instalaciones de la Casa de Cultura y la biblioteca municipal, donde firmó ejemplares de su libro Ya estoy escrito (Ed. Península), que recopila algunas de sus mejores columnas. También tuvo ocasión de charlar con sus lectores más fieles.
A continuación, dio comienzo la charla y Peláez no defraudó. Cercano, irónico y auténtico, fue desgranando su manera de entender la escritura en una conversación con Carlos Aganzo, director de Relaciones Institucionales de Vocento, quien le presentó como «el articulista de moda y fenómeno literario y periodístico».
El autor habló de 'Vallisoletanías', el libro que recoge sus columnas sobre el alma, a veces luminosa, a veces contradictoria, de Valladolid. Reflexionó sobre la rutina, las pequeñas épicas cotidianas, los medios y la difícil tarea de opinar cada día sin repetirse ni traicionarse a sí mismo. No se puede escribir para complacer. En cuanto escribes pensando en gustar, estás perdido», afirmó, subrayando que la única fidelidad posible es con uno mismo. «Hay que decir algo, tener una mirada distinta. Si no mueves a nadie, no sirves para esto». 'Vallisoletanías', explicó, «es un libro muy personal, que busca contar Valladolid a los vallisoletanos, pero desde dentro, con sus manías, sus nostalgias y sus grandezas. Escribir sobre lo que uno conoce es un acto de honestidad», remarcó.
Peláez, licenciado y experto en Marketing, repasó también sus inicios, cuando firmaba como Magnífico Margarito en un blog que fue su refugio y a la vez su trampolín. «Yo empecé a escribir por pura necesidad. Escribía sin público, sin repercusión. Hasta que un día me llamó Ángel Ortiz, director de El Norte de Castilla. Me dijo: 'Aquí escribieron Umbral y Delibes. Ahora te toca a ti'. Aquello me cambió la vida»»
Desde entonces, su estilo se ha convertido en marca de la casa: reconocible, sincero y afilado. «Lo más difícil no es escribir, sino encontrar el tema, el ángulo y el punto de vista. Cuando lo tienes, todo fluye. Pero hablar de lo local, de Valladolid, es complicado. Llevo más de seiscientas columnas en El Norte y a veces siento que se me acaban los temas. Lo máximo a lo que puede aspirar un columnista es a que alguien me lea y sepa, sin mirar la firma, que el texto es mío». Con la misma honestidad, admitió que no todo el mundo comulga con su estilo. «Hay gente a la que no le gusto, y me parecería preocupante si no fuera así. El columnismo consiste en tomar posición. Si buscas gustar a todos, te diluyes», opinó. «No quiero ser intelectual, ni escritor, ni periodista. Me parecen palabras muy grandes para mí. Me gustaría ser escritor… algún día, de mayor», bromeó, provocando las risas del público.
Valladolid, asegura, «es una ciudad literaria, no solo porque aquí vivió Delibes, Zorrilla, Cervantes o Rosa Chacel, sino por su río, su frío, sus costumbres. Tiene un punto ilusorio: vende lo que no tiene, una nostalgia de algo que ya no existe. Es una ciudad que fue la leche y sigue percibiéndose como diferente. Eso, en sí, es muy literario», comentó.
Escribir «para la hemeroteca»
«Escribir es intentar saber qué escribiríamos si escribiésemos», citó de Marguerite Duras para explicar que «escribir cada día te lleva al límite de tu capacidad. Da igual si tardas una hora o veinticuatro en terminar una columna. Yo no voy a llegar nunca al nivel de Umbral, porque cada uno es lo que es. Lo importante es ser lo más honesto posible», subrayó y entre risas, confesó padecer el síndrome del impostor. «Hay dos tipos de personas: los que lo tienen y los impostores de verdad. Yo prefiero tener el síndrome. No soy periodista, hago crónica. No hago reportaje. Voy a un sitio y cuento lo que veo, con mis ojos. Soy los ojos del lector de El Norte y cuento lo que veo».
Peláez defendió la necesidad de escribir «para la hemeroteca». «En algún momento del futuro, alguien intentará entender cómo se vivía en el Valladolid de 2025, y acudirá a la hemeroteca de El Norte de Castilla. Las crónicas cuentan el paisanaje, cómo vivíamos, qué éramos. Escribir en El Norte es trascender la noticia. No se trata solo de contar lo que pasa, sino de captar cómo se siente eso que pasa», concluyó.
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