«De los campos nazis se sabe todo, de los gulag de Stalin, muy poco»
Reyes Monforte presentó ‘Una pasión rusa’ en el Aula de Cultura, patrocinada por CaixaBank
JESÚS BOMBÍN
Viernes, 6 de noviembre 2015, 13:41
Siente Reyes Monforte (Madrid, 1973) que con su novela Una pasión rusa ha rescatado casi del anonimato la extraordinaria peripecia vital de la esposa española del compositor ruso Serguéi Prokófiev, Carolina Codina, «que habría protagonizado varias películas si hubiera sido inglesa o estadounidense y de la que, sin embargo, casi nadie sabe nada». En la vida de esta mujer se mezclan las mieles del esplendor cosmopolita del París y el Nueva York de entreguerras con el infierno del gulag ruso, una existencia que sirve para recrear el contexto en el que se movió la intelectualidad europea y americana con la que se relacionó Lina Codina. Ayer acudió la escritora al Aula de Cultura de El Norte, patrocinada por CaixaBank, para hablar con sus lectores en el salón de actos del Museo Patio Herreriano de Arte Contemporáneo y ofrecer otras perspectivas de una novela que va por su cuarta edición.
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Reyes Monforte en el Aula de Cultura de El Norte de Castilla
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Reyes Monforte en el Aula de Cultura de El Norte de Castilla
Con Una pasión rusa Reyes Monforte ha ganado el XIV Premio de Novela Histórica Alfonso X el Sabio, un aval que se ha visto refrendado por la buena acogida que está teniendo entre los lectores. Durante la presentación de la obra echó mano de un argumento que, a su juicio, la enriquece y es la aparición de personajes como Maurice Ravel, Arthur Rubinstein, Andrés Segovia, Henri Matisse, Pablo Picasso, Federico García Lorca, Ernest Hemingway, Coco Chanel y otros figuras icónicas que dejaron una huella imborrable a lo largo del siglo XX.
«Además de la aventura personal de Carolina Codina, en el relato se recrea un fresco histórico construido a base de mucha documentación», comentó la novelista, que dedicó una parte de la conferencia a presentar a su protagonista, «hija de Juan Codina, un tenor catalán, y de Olga Nemivskaia, una artista polaca de origen noble. Lina soñaba con convertirse en una famosa cantante de ópera y estaba dispuesta a todo para lograrlo, era guapa, seductora, tenía dotes para la conversación interesante y acabó convirtiéndose en la señora de Prokófiev».
La relación tormentosa con el músico, el mundo artístico de la época y, de trasfondo, la política internacional del periodo de entreguerras y varios sucesos que llevan a la detención de Carolina Codina en 1948 en una de las purgas ordenadas por Stalin conforman varios capítulos de la novela, en la que se describe cómo fue encarcelada, víctima del delirio estalinista, en la prisión de Lubianka, donde fue torturada.
La posterior reclusión en un gulag en el Ártico, donde permaneció prisionera hasta junio de 1956, sirvió ayer a la escritora madrileña para contar aspectos de las durísimas condiciones de vida que padeció. «A través de investigaciones y de las grandes producciones de Hollywood hemos conocido cómo eran los campos de exterminio de los nazis, pero muy poco es lo que se ha sabido sobre los gulag soviéticos, aunque a medida que pasa el tiempo se van conociendo más datos; está a punto de abrirse el Museo del Gulag, a pesar de que eran centros que no se clausuraron hasta los años sesenta y no fue hasta la caída del telón de acero en los noventa cuando se empezaron a conocer con más detalle las atrocidades que allí se cometían en nombre de un totalitarismo», refirió.
La que presentó ayer es su sexta novela, a la que preceden títulos como Besos de arena (2013), La infiel (2011), Amor cruel (2008) y La rosa escondida (2009), traducidas a varios idiomas. Pero es con Una pasión rusa con la que siente haber revivido a un personaje oculto que descubrió por casualidad, en una placa de un edificio de la calle Bárbara de Braganza, en Madrid, que daba cuenta de que allí residió la esposa de Prokófiev. «Conoció a Hitler, a Stalin y, como millones de personas, padeció la sinrazón del totalitarismo». Contó también que su marido, sobre el que ejerció una gran influencia musical, la abandonó por otra mujer más joven. Y al hilo de la novela habló también de curiosidades históricas, como que Prokófiev falleció el mismo día que Stalin, solo que 50 minutos antes. «Durante dos días relató Monforte no pudieron sacar de casa su cadáver debido a las pompas fúnebres en las calles en honor a Stalin».