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César Bona, con su libro superventas.

«Hay que desterrar el ‘la letra con sangre entra’ y abrir el gusto por la escuela»

César Bona, autor de ‘La nueva educación’ participará este miércoles en el Aula de Cultura de El Norte, en el Museo de la Ciencia de Valladolid

Victoria M. Niño

Miércoles, 21 de octubre 2015, 11:01

Parece que la escuela interesa, hasta el punto de que un libro titulado La nueva educación se ha convertido en el ensayo más vendido de las últimas semanas. Su autor es César Bona, único maestro español candidato al Global Teacher Prize en 2014, el nobel de la docencia. Bona, mucho más joven que la elegida, sigue sumando méritos para próximas ediciones. Mañana habla de cómo «escuchar para educar mejor» en una conferencia en el Aula de Cultura de El Norte, patrocinada por CaixaBank.

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¿Ha tenido que dejar la enseñanza para explicar cómo educa?

He pedido una excedencia por varios motivos. Este mes de octubre comienzo a colaborar con Aldeas Infantiles e iré a convivir con ellos en varias por toda España. Las conferencias han sido importantes para mí porque he tenido la posibilidad de conocer a mucha gente, me permite compartir lo que ido aprendiendo y me brinda la posibilidad de aprender de otros. Se me acercó en una de ellas el presidente de Aldeas Infantiles y me propuso intentar estimular a los chavales, intentar hacer que les guste ir a la escuela.

¿Tiene que gustar ir a la escuela?

Parece una obviedad, pero sí, entre todos tenemos que hacer que la escuela sea un sitio al que nos apetezca ir. Hay que desterrar lo de que «la letra con sangre entra» e intentar estar a gusto en la escuela, igual que en su trabajo el adulto.

Ahora es usted reconocido pero ¿cómo sorteó la imposición de un temario, el deber de unos objetivos y la autoridad de un director?

No ha sido fácil, igual que no lo es para muchas profesores que hacen cosas muy buenas por el bien de los niños y no se les apoya. Ha habido veces que la administración no apoya, que algún padre dudaba de los conceptos que uso hasta que demostraba con hechos lo que aprendían los niños. Hay que ser perseverante y estar seguro de que lo haces por el bien de los alumnos.

¿Ha tenido que explicar por qué no acaba los libros?

Parece que nuestro deber como docentes es cumplir con unos contenidos y objetivos, que los maestros siempre consideramos excesivos. Yo recortaría algunos para ver con mayor profundidad otros que quiero enseñar, como también deseo mostrarles cosas que no salen en los libros. Para mi los libros son una herramienta pero no la guía de todo el aprendizaje. A veces salen cosas más interesantes de otros lados.

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¿Hemos sacralizado la lectura?

A la lectura le doy importancia, lo que ocurre es que cambia nuestra visión de ella.Sin darnos cuenta la convertimos en una obligación cuando debiera ser un placer. Cuando se habla de incidir en la comprensión lectora, dejamos algo que hay que hacer antes de comprender, y es amar lo que se lee, sentirse atraído por la lectura. Luego tendrán una mayor compresión. Los ejercicios de comprensión acaban subrayando la obligatoriedad de la lectura, porque se lee para responder a unas preguntas, para demostrar un entendimiento. En mi clase, prefiero que cojan libro y se tumben en la alfombra a leerlo.

¿Pero se puede poner en práctica en un sistema que mide los resultados según el informe Pisa?

Quizá soy un poco ingenuo, pero creo en el contagio positivo. Si le damos importancia a esta prácticas, hay muchos maestros animados he conocido a miles de maestros que desean dar un paso adelante y cambiar. Se necesita que les den un empujuncito y desde la administración miraría arriba, a la universidad. Quizá incidir en qué se debe cambiar en la universidad para que los maestros salgan preparados para enseñar a los niños en su expresión oral, en la gestión de sus emociones, estimular su curiosidad.

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Ha apuntado la universidad, ¿puede convivir ese concepto con el pragmatismo de estudiar en función del trabajo?

Lo que ocurre es que la universidad te marca lo que piden en el instituto, allí comienza la cascada de arriba hacia abajo. Cosas maravillosas que se hacen en infantil como las asambleas, en las que los niños hablan, ya no se hacen en primaria. Ese es un factor en el que debemos mejorar, cómo aplicar lo de abajo hacia arriba cuando se tiende a convertir las notas en el fin último. Eso apunta al trabajo, cuando en realidad los niños que se están formando tendrán trabajos que hoy no existen.

¿Debiera estar prohibido enseñar sin vocación?

Obviamente, un maestro ha de ser consciente de que es el ejemplo de los niños cada día. Él ha de transmitir su pasión y, a lo mejor, podemos estar quemados, pero eso no puede mostrarse ante ellos, tenemos que contagiarnos de su ilusión, invitarles a participar en la sociedad, a que se comprometan con ella. Lo que hago ha sido llamado innovación, yo lo denomino sentido común. A veces nos falta eso. La escuela no es una burbuja donde se enseña inglés, matemáticas y gramática. Lo que tenemos que transmitir son prácticas de vida. Lo primero es escuchar y prestar atención a cada niño como nos gustaría que nos hicieran a nosotros.

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Los maestros se suelen quejar del número de alumnos entre los que repartir la atención, aunque ahora son casi 20 menos por aula que hace 30 años.

Nosotros como maestros tenemos que dar nuestra mejor versión cada día para sacar la mejor versión de los niños y luego el sistema tiene que ayudarnos. Pero lo primero es mirarnos a nosotros mismos, si tenemos 20 o 30 alumnos, debe ser igual. Después, el sistema tiene que ayudar, lo que no se puede pensar es que un recorte va a mejorar la educación.

¿Qué lugar ocupan los padres en su nueva educación?

Los maestros tenemos que sacar lo mejor de sus hijos y los padres tienen que confiar plenamente en labor de los maestros. Si queremos que los niños saquen lo mejor de sí, debemos trabajar en equipo. No siempre han reaccionado apoyando, al principio se sorprenden. Los resultados les convencen, ven que los niños aprenden a ser críticos, a buscar la empatía, a desarrollar la tolerancia y el respeto. No podemos olvidar que el gran reto de la educación es hacernos mejores individual y colectivamente y debe darnos herramientas para que podemos mejorar la sociedad. Se puede enseñar a cooperar, mejor que a competir.

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