Travesía poética sobre las aguas del Pisuerga
José María Muñoz Quirós ofreció a bordo del barco turísticoun recital en el Aula de Cultura, patrocinada por CaixaBank
jesús bombín
Jueves, 1 de octubre 2015, 11:48
Versos, recuerdos y simbología en torno al agua como guía poética en el recital que ayer ofreció José María Muñoz Quirós (Ávila, 1957) a bordo del barco La Leyenda del Pisuerga. Allí se celebró la sesión del Aula de Cultura en la que el abulense fue el protagonista con la lectura de sus poemas en un escenario cargado de simbolismo que giró en torno a la influencia del agua en la tradición poética. Varias decenas de asistentes llenaron el buque en el Aula de Cultura de El Norte de Castilla, que se celebró con el patrocinio de CaixaBank y contó con la colaboración de la Junta de Castilla y León.
Fernando Conde, director del Aula de Cultura, hizo la presentación de Muñoz Quirós, de cuya poesía subrayó que «habla de la vida y de la muerte, de la propia experiencia».
En el primer Aula de la temporada y también la primera sesión celebrada en un barco, Muñoz Quirós escogió varios de los poemarios que ha publicado a lo largo de una carrera literaria en la que el tiempo y la memoria son la piedra angular de un universo poético sobre el que levanta imágenes y metáforas en las que el presente aparece proyectado sobre el pasado, como en este poema que leyó ayer, mientras en las orillas del Pisuerga, con la caída de la noche, se encendían las primeras luces de los edificios: «Desde aquí, en lo más aquietado, /observas el breve movimiento de los días. / Estoy donde tú puedes abrazar / en el hondo abandono el quimérico abismo / que se pierde herido por la nube. /No son de lluvia; mojan el deshilado cansancio. / En el camino callan su ruta. / Van hasta el horizonte / que murió en un desgarro. / Son nada, y atrapan / la legítima negación de lo perdido. / Desde aquí, tierra que no conoce el fruto, /soy mensajero de una noche encendida en el tiempo».
Para Muñoz Quirós construir poemas es una forma de conocimiento interior que le ha llevado a publicar más de una veintena de poemarios, entre ellos algunos reconocidos con premios como el Jaime Gil de Biedma (Material reservado), el Fray Luis de León de Poesía (Dibujo de la luz) o el San Juan de la Cruz (Celada de piedra).
Conocedor de los caprichos de la inspiración poética, Muñoz Quirós sabe también que la construcción de versos requiere un trabajo constante que no siempre es recompensado con el acierto en la palabra, la imagen o la metáfora que dibuja con exactitud aquello que se quiere transmitir. De ahí que asuma su condición de buscador obsesivo que escribe y rehace hasta que al final alumbra su creación. «Para hacer poesía hay que vivir en paz, en armonía interior», contaba ayer al público mientras introducía sus poemas con comentarios. «No hay metáfora más antigua y bella que la del agua y el río de la vida, que es también la capacidad de construirnos interiormente, es la savia de vivir».
Con lenguaje sobrio, apegado a la nostalgia del tiempo que se va y aspira a ser repetido en sus instantes más plenos, el autor de El temblor de las libélulas fue desgranando poemas como Nieve azul para hablar de tiempos pasados, infancias y nostalgias. «La poesía se pasea por el mundo de lo esencial, de la desnudez que nos obliga a ser más claros y sinceros», explicaba Muñoz Quirós al timón de una navegación poética en la que también habló de pérdidas y hallazgos y de cómo su visión del agua ha evolucionado enriquecida por el paso de los años y lecturas de autores como Borges.
Como muestra de que el agua es un simbolo en trance permanente, el catedrático de Lengua y Literatura y colaborador de La Sombra del Ciprés citó poemas que hablan de fuentes, de lluvia, de ríos. «La lluvia auténtica siempre ocurre en el pasado, nos remite a los días vividos, es la que nos hace crecer», comentó mientras la luz del día se escondía entre los edificios en el último día de septiembre. Tras el recital, La Leyenda del Pisuerga zarpó prolongando el viaje poético por el Pisuerga, cambiando los versos por el silencio y una sorprendente vista norcturna de Valladolid.