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Iban Berrenetxea prueba el vino de Matarromera antes de su conferencia

Barrenetxea, el ilustrador que lleva el teatro al álbum

El galardonado dibujante presenta su trabajo en ‘La cata’, de Roald Dahl, durante una conferencia celebrada en el Círculo Recreativo

Victoria M. Niño

Viernes, 3 de julio 2015, 10:29

Un gran salón del Círculo Recreativo acogió la sesión del Aula de Cultura de El Norte de Castilla protagonizada por Iban Barrenetxea. El ilustrador de La cata, de Roald Dahl, inauguraba una nueva etapa en esta larga aventura que desde el 1 de julio cuenta con el patrocinio de La Caixa. Con un texto trenzado alrededor del vino, en una tierra con tanta tradición enológica era obligada la experiencia sinestésica, el gusto y la vista. Primero fue el goce estético con la lectura, después las papilas gustativas tuvieron que trabajar ante el reto de una cata.

Barrenetxea fue presentado por Sandra López, la fundadora de la primera agencia de ilustradores de España con sede en Valladolid. Hija de ilustrador tímido al que le costaba presentar su trabajo, hizo de la necesidad virtud y junto a Ángel Domingo cuidan como hijos la treintena de portfolios de algunos de los mejores ilustradores del mundo. El miércoles Elena Odriozola, una de sus autoras, recibía el Premio Nacional de Ilustración. Y ayer Sandra ponía en lid a otro multipremiado ilustrador que dejó el diseño gráfico por la crisis y que en cinco años se ha hecho un hueco en las editoriales que publican álbumes.

Antes que nada, Iban se define como «lector», su bagaje literario le preparó para no descalabrarse cuando dio el salto. Le gusta ilustrar clásicos, sobre todo ingleses, y contar historias, «como lo más barato era el lápiz y el papel, las escribí y dibujé». Mientras las palabras flotaban en el gran salón más que templado, una pantalla iba mostrando las criaturas de Barrenetxea. Si tiene que explicar la procedencia de sus imágenes, remite al teatro y al cine mudo, para él son personajes dramáticos, dispuestos en planos fijos, con escenografía propia de escenario. Así camina orondo un gigante Gulliver con el barco asomando entre sus barbas, un aviador cómico delante de una nube en forma de oveja, un hombre pájaro que toca una flauta travesera barroca mientras se columpia, seguidos de los archiconocidos Alicia o Sherlock. «Cuando me pregunto por el sentido de ilustrara libros para adultos, me contesto que no quiero facilitar el trabajo del lector. Cada uno tiene sus personajes en la imaginación, los míos no son los vuestros. Pero igual que en el teatro los actores cogen un texto neutro, que cualquiera puede leer, y lo reelaboran y crean algo distinto a partir de él, así es mi trabajo, recrear». Y_para ello, como los actores, se mete en la época, en los caracteres, en los tics hasta del fumador de pipa, para lo cual lo prueba.

«La cata es un texto perfecto para esto. Es una escena fija, una mesa a la que un corredor de bolsa invita a cenar a cinco personas. Intenta impresionar a un gastrónomo a quien propone el reto de adivinar el raro vino que le servirá. El premio si acierta, la mano de su hija. Dahl ironiza sobre el mundo de las apariencias a partir del vino. El narrador está invitado, yo me lo imagino como Dahl, al lado del anfitrión». Para este ilustrador y escritor «el casting de personajes es fundamental». La mesa la rodean guiños que testimonian el paso del tiempo, el clima de la reunión, la vida de esos comensales fuera.

Cuando escribe sus propios textos reconoce que la obra es «completamente personal, pero la ilustración es un lenguaje propio». El autor de El único y verdadero rey del bosque prefiere hablar de libros y lectores más que de edades. «Me gusta mucho releer, cada vez que abro un libro por el que ya pasé, entro de forma distinta. Como decía Heráclito, nadie cruza el mismo río dos veces, cambia el río y cambia la persona según el momento. Lo mismo ocurre con la lectura. Hice un libro al comienzo sobre plantas, un laberinto de seto en el que no valía brújula o mapa alguno porque estaba en constante crecimiento y transformación. Así pasa con los libros». Trabaja con dos editores de cabecera, los de A buen paso y de Nórdica, pero el momento que vive el mercado es «más promiscuo. Creo que hay más publicadores que editores. Un libro es un proyecto en común, en el que se suman experiencias y conocimientos. Esa manera de trabajar es ya minoritaria».

Siguen pasando rostros caricaturizados, figuras alargadas, colores fríos y sugerentes juegos de luz por la pantalla. El ilustrador recibe aplausos y después vuelta al boli, a dedicar ejemplares.

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