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«Espero que la Corte Penal Internacional sea la gran institución del siglo XXI»

José Luis Rodríguez-Villasante analiza los retos del derecho humanitario en las guerras actuales, donde el 90% de las víctimas son civiles

JESÚS BOMBÍN

Miércoles, 6 de mayo 2015, 10:08

Lleva dos décadas como director del Centro de Estudios de Derecho Humanitario de la Cruz Roja y ha seguido al detalle los conflictos bélicos y las crisis humanitarias desatadas en este tiempo. José Luis Rodríguez-Villasante acudió ayer al Aula de Cultura de El Norte, celebrada en el Palacio Real de Valladolid, para hablar de los retos del derecho humanitario.

Acompañado por Manuel Gorjón, general de Brigada y jefe de la IV Subinspección General del Ejército de Tierra, Rodríguez-Villasante expuso que a lo largo del siglo la población civil se ha convertido en la principal damnificada en los conflictos. Señaló que en la I Guerra Mundial las víctimas civiles fueron el 14%, una cifra que se elevó hasta el 67% en la II Guerra Mundial y que en la actualidad el 90% de los fallecidos en contiendas bélicas son civiles. «Ellos son las víctimas preferidas en los combates, pero en algunos casos son también victimarios al haber desaparecido los campos de batalla, al extenderse la práctica de atentados suicidas o dar cobertura a los beligerantes», indicó, tras reseñar que buena parte de esos conflictos están originados por motivos étnicos, religiosos o de fronteras.

Destacó que en ocasiones en ellos intervienen empresas privadas de seguridad, que asumen funciones antes encargadas a militares y cuyos excesos, lamentó, «son evidentes». En su opinión, el derecho humanitario trata de proporcionar un equilibrio entre las necesidades militares y el espíritu de humanidad, lo que se traduce en el respeto de tres principios esenciales: «El de distinción, que lleva a atacar solo objetivos militares; el de precaución, que obliga a iniciar un ataque basándose no en meras sospechas, sino en verificaciones; y el de proporcionalidad, en el sentido de que no se pueden cometer daños excesivos en relación a la ventaja militar que se pueda obtener». Citó el terrorismo como otro de los retos del derecho que, dijo, «ha fracasado en su definición al existir 14 convenios antiterroristas, todos sectoriales», y comentó que hay 23 estados que se opusieron a que se considere el terrorismo como delito contra la humanidad. «El terrorismo es la punta de un iceberg y lo que hay que atajar es la parte sumergida. Un mundo esencialmente injusto es el caldo de cultivo del terrorismo».

En otra reflexión aludió a que no hay que confundir el terrorismo con la criminalidad organizada, como la piratería en el Índico, y apuntó que «ningún estado, grupo o persona debe estar por encima de la ley». En este contexto, se mostró confiado en una justicia universal. «Tengo esperanza en que la Corte Penal Internacional acabe impartiendo justicia y se convierta en la gran institución del siglo XXI», dijo tras lamentar las restricciones a la ley de justicia universal aprobada por el Gobierno el pasado año. Por último, recordó los 150 años del nacimiento de la Cruz Roja y sus más de 200.000 voluntarios en España. «Los voluntarios creemos en los principios humanitarios como estrategia para la salvación de la humanidad», concluyó.

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