Isidro Ferrer, ilustrador
«El papel te devuelve sensaciones como la piel, la pantalla solo simula»El doble Premio Nacional, de Diseño y de Ilustración, impartió un taller en la Escuela de Arte de Valladolid
Estudió teatro aunque sus mejores actuaciones no han tenido lugar sobre el escenario. Isidro Ferrer (Madrid, 1963) ofreció una charla y un taller a los alumnos de la Escuela de Arte de Valladolid, especialidad de ilustración. Comunicar con imágenes es su vida, desde cortinillas televisivas a libros pasando por carteles. En 2002 ganó el Premio Nacional de Diseño y en 2006 el Premio Nacional de Ilustración.
«El teatro me educó la mirada, el corazón y la sensibilidad. Mi intuición dramática ha ido formulando mi manera de entender el diseño y la ilustración», dice. Conceptual, irónico, poético, esencial en su planteamiento, busca un 'cómo' adecuado a cada «comunicación. A partir del mensaje elijo la forma más pertinente; a veces con objetos, con una escultura, con un dibujo, una fotografía o una construcción. Cuando no tengo la habilidad suficiente para construir recurro a mis colaboradores artesanos».
Sus 'collages' tienen algo de acertijo con ecos de Brossa, de Ferrant, de Magritte, de Madoz. «Me formé como diseñador en el taller de Peret en Barcelona entre 1989-90. Brossa me llegó de forma accidental. Me sorprende la capacidad de su poesía para apelar desde el objeto y desde la palabra, desde la ironía, el humor y la magia. Ese primer encuentro con la poesía y mi formación como mimo conforman mi mundo gráfico». El teatro de los objetos suena por ahí también.
«De Magritte me interesa la descontextualización, pinta una mancha y escribe el nombre del objeto –caballo, pipa–, el ojo del espectador los crea. Tiene un decálogo sobre la función de los objetos muy semántica. Me interesó el movimiento surrealista y esa poesía visual que a veces son caligramas, a veces tipoesía». En cuanto a la obra del fotógrafo Chema Madoz reconoce que «no lo miro mucho para que no me influya, tenemos muchos espacios comunes. También hay otros poetas visuales menos conocidos como Antonio Gómez en Mérida que es soberbio».
El iluminador de 'El libro del té', la 'Enciclopedia visual de los sonidos' o los libros de Eduardo Galeano firmó los carteles del Centro Dramático Nacional invitado por Gerardo Vera. «Era un escenógrafo con una formación visual importante. Era exigente y a la vez asumió el riesgo, apostó por formas divergentes de comunicación que es lo que tiene que hacer un teatro público para no competir con el teatro comercial. Estos espacios apadrinados por la subvención pública deben generar una comunicación singular, posibilitar voces contemporáneas, propiciar avances que conllevan riesgo».
Ferrer también deja su impronta en portadas de libros trabajo en el que reconoce su admiración por Daniel Gil. 'La familia', de Sara Mesa, en Anagrama, es una de las más recientes. La proporción de riesgo y responsabilidad cambia cuando trabaja en proyectos propios o ajenos.
«Juego más cuando lo que hago no responde a un encargo. Pero me gustan los encargos porque me atan, tienes que ser la voz ajena, como en la interpretación, trato de representar algo que está fuera de mí y me obliga a ponerme en el lugar del otro. Cuando el otro soy yo mismo, trabajo sin presión, es más lúdico, puedo recurrir a elementos ya generados en otros ámbitos y jugar más expresivamente».
Ayer habló de intuición a su audiencia. «A las nuevas generaciones que quieren dedicarse a esto les recomiendo que nos se obsesionen con generar lenguajes propios y que miren alrededor, que se empapen de lo que nos rodea. Ahora la tecnología, con la que tenemos que convivir, conduce y restringe la mirada, esa cantidad de imágenes que nos sepultan provoca un empacho visual, hay que salir de ese entorno para mirar lo que sucede en la realidad es también liberador. La tecnología es un peligro y un reto, tiene parte estimulantes y parte inquietante». Si tiene que elegir soporte; «El papel me emociona, es físico, te devuelve sensaciones, la pantalla simula, el papel es la piel».