'Venecia. Puente de Rialto', de Antonio Reyna. josé c. castillo

La eterna Venecia se exhibe en Valladolid

La exposición 'Viaje a Oriente' dedica, en la sala de La Pasión, una mirada especial a una ciudad convertida en fuente de inspiración por pintores españoles

Víctor Vela

Valladolid

Miércoles, 12 de octubre 2022, 00:12

Le llamaron 'el pintor de Venecia' porque sus pinceles se entretuvieron durante varios años y muchos lienzos en inmortalizar una ciudad ante la que cayó ... perdidamente enamorado. Sus canales, pero también la riqueza de la arquitectura de la ciudad y puentes como el de Rialto, se asoman a los cuadros de Antonio María de la Concepción Reyna Manescau (Coín, Málaga, 1859-Roma, 1937), un pinto que recuperó casi dos siglos después la esencia del vedutismo. Este género, que vivió su gran explosión en el Settecento italiano, aplicaba una mirada panorámica y a la vez minuciosa a las ciudades, con Venecia como principal foco de contemplación.

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Reyna retomó este espíritu para su obra, detallista y luminosa, que exhibe varios ejemplos en 'Viaje a Oriente', la exposición que hasta el 30 de octubre puede visitarse en la sala de La Pasión, en Valladolid. La muestra explora la fascinación que Oriente y sus culturas exóticas provocaron en numerosos pintores de finales del siglo XIXy principios del XX. Mariano Fortuny fue el ejemplo más claro de este orientalismo, que halló también adeptos en artistas comoSorolla o Agrassot. Son estampas de Tánger y el norte de Marruecos, de las odaliscas turcas, de los mercados bulliciosos del Oriente Próximo.

'La hija de Tintoretto', de Muñoz Degrain. j. c. castillo

¿Por qué hay entonces tantos cuadros de Venecia, una ciudad europea, en una muestra así? ¿Qué ofrecen pintores como Reyna en una exposición que rinde tributo a la fascinación por la cultura oriental?«Atraídos por la calidad de la obra de Fortuny y su notoridad fomentada por su marchante Goupil desde París, la sensualidad y el exotismo de la ciudad de Venecia la convierten en destino en el Gran Tour y centro de atracción para los pintores y escritores europeos», explica Óscar Carrascosa, comisario de la exposición.

Pero, además, esta ciudad estaba considerada entonces como «punto de partida y puerta de entrada a otra realidad, la del 'paraíso perdido' que pervive en Oriente, que ha enraizado en su arquitectura, su lujo y su idiosincrasia como en ninguna otra ciudad europea».

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Reyna se trasladó a Venecia en 1885. Llevaba ya tres años en Italia, gracias a una beca que, en 1882, le brindó la Diputación de Málaga. Y en la ciudad de los canales halló una inspiración inagotable para su obra.

Pero no fue el único. También el paisajista Antonio Muñoz Degrain (Valencia, 1840-Málaga, 1924) llevó la mítica ciudad italiana a sus lienzos, con una especial devoción por las escenas nocturnas y una producción en la que se colarían los aires del romanticismo, «con ribetes rayanos en la cursilería», como dice el catálogo del Museo del Cuadro, donde se conserva 'La laguna de Venecia', un óleo –no expuesto– de 1886.

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En La Pasión pueden verse 'Laguna de Venecia a la luz de la luna' o 'La hija de Tintoretto'. En esta obra, Muñoz Degrain recoge el momento en el que el cadáver de Marietta Robusti es conducido, por los canales de Venecia, hasta la capilla familiar, en la iglesia de Santa Maria dell'Orto.

La exposición vallisoletana repasa la obra de otros artistas que quedaron prendados de la belleza veneciana.Es el caso de Marc Aldine (1870-1956), quien firma 'El gran canal y la plaza de San Marcos' y 'Canal veneciano'. O Federico del Campo, que regala una estampa de 'El puente de los suspiros'. Nacido en Lima en 1837, desarrolló la mayor parte de su carrera en Europa y consiguió conquistar el gusto de la nobleza europea y de los millonarios de EEUU, que compraban sus obras, muchas de ellas inspiradas en Venecia (aunque también en Nápoles y Capri), después de que visitaran Italia.

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Otro paisajista enamorado de la belleza veneciana fue Martín Rico Ortega(1833-1908), quien en el año 1872 acompañó a Fortuny en un viaje por Italia. Descubrió la luminosidad de Venecia y la plasmó en numerosos cuadros con vistas de calles, canales y edificios, como en 'Pescadores venecianos' o 'Venecia', obras que pueden verse en La Pasión.

El hijo de Mariano Fortuny (Mariano Fortuny y Madrazo)perpetuó el flechazo de su familia con Venecia y se establecidó en la ciudad. En 1888, se instaló en el palacio Martinego. En 1906, abrió su taller en el palacio Pesaro degli Orfei, un inmueble construido por la familia Pesaro en el siglo XVy que hoy es museo, donde se exhiben sus pinturas, telas y lámparas.

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