Esther Gatón convierte sus residuos en arte

Gatón, que reside en Londres desde hace tres años, vendrá a Madrid. ARCO le trae suerte. En 2021, además de ser elegida para la citada muestra, ganó el premio Veepee de Creatividad. «Es una oportunidad para exponer tu trabajo. La pasada edición, que fue en una año raro porque se celebró en verano, vendí obra y esta vez ya hay piezas compradas. Mi galería trabaja muy bien, es joven y hemos crecido a la par», dice Esther, licenciada en Bellas Artes por la Complutense y tras un periplo por universidades de Bélgica y Barcelona, volvió a la madrileña para doctorarse. El lenguaje, los procesos creativos y las atmósferas han sido los ejes de su trabajo.

«Aproveché el premio de 2021 para trabajar con gente metida en bioplásticos, con un laboratorio alemán. Es una elección ética pero al final me ha enganchado el proceso. Trabajo con mis residuos y los de mis amigos, desde algas para el verde a flores muertas o cáscaras de huevo». Esther comienza a hablar de recetas porque se siente cocinera de su material. «Se produce en una cazuela, es un material muy complicado porque le afecta la temperatura y la humedad. Te obliga a adaptarte y a estar atenta a lo que pasa. Si no logras lo que buscas, se vuelve a cocinar y no generas residuos. En este trabajo haces y deshaces mucho, y no quería parar por eso decidí dar un volantazo y elegir algo menos agresivo». En la universidad aprendió «técnicas venenosas: molde, forja, resina. Han quedado desfasadas. El arte no es más importante que lo demás. Hay que transformar las técnicas para dejar de contaminar».

Y de las «pociones» a la escultura. A la estructura de bambú y sauce, Esther Gatón va adhiriendo el bioplástico traslúcido. «Lo vierto en horizontal. No trabajo con un diseño previo sino que estoy acostumbrada a hacer, vuelvo, retoco, corrijo.Aveces buscas el rojo con una paprica y sale naranja. Son las sorpresas del proceso. Me gustan estos materiales de formas no convencionales y que remitan al universo del plástico asociado a lo barato y a lo festivo. He encontrado una mujer que hace purpurina biodegradable y me gusta contrastar la base con gelatinas, flores, esas purpurinas». La serie que expone en Madrid se llama 'Eunice', como la tormenta que arrecia en las islas británicas. «Londres es una ciudad muy ventosa. Voy en bici a mi estudio, que está a una hora, y esta obra es un homenaje a esta circunstancia. Los entornos dan forma a las personas y a las obras. El hecho de estar en una ciudad sombría me lleva a buscar el color».

«¿Qué es una exposición?»

Con frecuencia suma escultura y lenguaje. Tener que hablar en una lengua que no es la materna sobre su trabajo le ha hecho «mirarlo con distancia, tener que ser más precisa, no poder dar el significado por sentado. Ese es, en cierta forma, el sentido del arte, modificar lo que se da por sentado para ampliar la vida, para ayudar a ver más». Por eso concluye que el «lenguaje es lo más poderoso. Con la escultura existe la limitación de la gravedad, en cambio con las palabras no, poder explicar, escribir, debatir sobre el trabajo es infinito».

Ahora indaga en la forma de articular escultura y texto en imagen en movimiento. «Trabajar con gentes de otras disciplinas e incluso fuera del arte, en otro contexto, abre nuevas vías e intereses», cuenta quien se asomó a los efectos especiales trabajando en una serie.

Gatón acostumbra a transformar las salas donde expone. «Para mí más es más. Me gusta que la pieza cambie el lugar y siempre busco algún truco visual, algo que provoque sensación de extrañeza al visitante.Quiero explorar la manera de hacer esa experiencia más alucinante. ¿Qué es una exposición?», deja en el aire.