Apuntes italianos de un arquitecto vallisoletano
El profesor de la UVA Daniel Villalobos reúne cuatro décadas de dibujos en el 'Viaje silencioso a Italia'
Dibuja para entender, para medir arbotantes y cúpulas, para apreciar la elección de colores y materiales de sus colegas pretéritos. Daniel Villalobos, arquitecto y viajero ... curioso, ha reunido en 'Viaje silencioso a Italia' cuatro décadas de dibujos que culminan con su estancia de nueve meses en Venecia, en el curso 2021-2022. De las más de mil láminas ha seleccionado 161 ordenadas geográficamente en cuatro capítulos. La Universidad de Valladolid, de la que es profesor, y la Asociación Domvs Pvcelae son los editores de volumen.
Villalobos viaja con una caja de puros que atesora todo cuanto necesita para trabajar en su técnica mixta: primero dibuja con grafito, luego pasa a los lápices de colores y finalmente da el toque de acuarela. «No retoco, todo lo hago in situ», dice quien comienza registrando el lugar, la hora y la temperatura. «No es lo mismo dibujas a 35 grados que a 5», advierte.
Lleva una pequeña banqueta plegable, «porque a veces el suelo está mojado o sucio». En Italia, suele saber lo que quiere dibujar, a veces incluso el ángulo, otras, los factores medioambientales –que haya mucha gente, que llueva...– deciden por él. Cada dibujo le lleva entre hora y media y dos horas, así que se mimetiza con el lugar elegido, transformándose en el observador invisible, rodeado de una vida que tiene pendiente contar, quizá en relatos. Porque su interés como dibujante es la arquitectura.
«Estamos acostumbrados a tomar fotografías. Viajeros y turistas no ven las cosas, las registran para luego entenderlas en casa y a veces ni reconocen lo que hay en esas imágenes. El dibujo, en cambio, implica un acto de reflexión y análisis del espacio. Dibujar es saber mirar», explica. El suyo «no es un trabajo artístico», aclara, sino el «dibujo de un arquitecto. Lo extraordinariamente bello es lo dibujado». Para Daniel Villalobos la arquitectura es «la mayor de las artes porque te envuelve».
Es la atmósfera de un espacio que, sea «simbólica como en los edificios religiosos» o práctica, traslada una forma de concebir el mundo a través de las elecciones estéticas, de los materiales, de la proyección, del recorrido, de los colores. «Atrapar la sensación que me produce» es su ambición en cada dibujo. «Tengo la necesidad de dibujar después de emocionarme, de sentir algo cuando contemplo de nuevo un edificio».
Su ritual comienza con esa 'caja de puros' que, dividida en tres niveles, guarda pluma, grafitos, lápices, acuarelas y un tintero doble. Sus modelos son los libros de James 'Athenian' Stuart, Viollet-le-Duc, Le Corbusier y Louis I. Kahn. Entre los viajeros esbozadores que no fueron arquitectos, tiene en su altar a Goethe y John Ruskin. Pero el suyo ya no es el 'grand tour' decimonónico, sino sorbos más concisos. Incluso los periodos largos, como el último curso en Venecia, no se corresponden con una mayor producción. «Hice diez dibujos en nueve meses». Dibujar no es una obsesión para el arquitecto, que reta a su alumnos a practicarlo. «No siempre llevo los cuadernos, cuando viajo».
De Turín a Taormina
Este recorrido «silencioso» que fija los recuerdos de su protagonista comienza en el norte, de Turín a Trieste pasando por Como, Milán, Mantua, Verona, Vicenza, Treviso y Venecia. El barroco de Turín, sus curvas y contracurvas, paran en Como, en el único edificio de construcción moderna que dibuja. La catedral gótica de Milán contrasta con sus galerías del XIX. Torres y campaniles lombardos, plazas y villas renacentistas, preceden a los canales venecianos en los que Villalobos ensaya diferentes azules, prolongados en Murano. El norte entre mares, de Génova a Rávena, pasando por Pisa, Siena, Florencia y Bolonia, conforma el segundo capítulo. El siena y el rosa dominan la paleta de color, mientras las catedrales de Liguria alternan mármol blanco y gris en sus fachadas. De Perugia a Lecce, el tercer capítulo abarca la mitad sur de la 'bota' italiana. Roma provoca el viaje doble del visitante; geográfico e histórico, en apenas unos kilómetros recorre momentos estelares de la humanidad, del Coliseo al Panteón. De Pompeya a Palermo y varias paradas en Sicilia, la isla que sintetiza la historia y la arquitectura delMediterráneo.
Este es el tercer 'cuaderno' de viaje publicado por Daniel Villalobos tras 'En la ruta de Oriente' (2002) y 'Hasta los pies del Himalaya' (2004). Guarda material para otros tantos.
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