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José Antonio Pascual, académico de la RAE.
«El origen de las palabras no lo encontramos en los libros sino en la prensa, que es el resonador»

«El origen de las palabras no lo encontramos en los libros sino en la prensa, que es el resonador»

José Antonio Pascual / Filólogo y académico de la RAE

paula hernández

Miércoles, 29 de marzo 2017, 18:54

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José Antonio Pascual (Salamanca, 1942) cumple hoy miércoles 75 años. Este lingüista y catedrático de la Universidad Carlos III de Madrid habla claro, con llaneza, y analiza con rigor, aunque sea en una cafetería bien surtida de voces altas y ruidos varios. El académico (silla k), desde 2001, es el director del Nuevo Diccionario Histórico del Español, que tanto le preocupa, y autor de importantes ensayos y estudios, como aquel No es lo mismo ostentoso que ostentóreo. Utiliza la ironía y la benevolencia con sabia generosidad, incluso cuando trata del empleo del léxico en la vida diaria. Es un investigador, dotado de buen humor, que observa el interior de las palabras. Porque su historia tiene mucho que decir.

Mire hacia atrás, sin demasiada nostalgia. ¿Qué ve y qué recuerda, qué añora y qué desearía olvidar por un rato o para siempre?

Yo desearía, de verdad, no haberme metido por estos berenjenales. Y lo digo con franqueza. Normalmente, la entrevista no es un género que promueva la sinceridad. Y, sin embargo, te estoy respondiendo con sinceridad. Uno piensa si todos estos oropeles en los que se ha metido no dan cuenta, en realidad, de una serie de carencias. El que parece que ha triunfado por su gran inteligencia muchas veces es de una torpeza exquisita. Pienso lo bueno que hubiera sido haberme ido a un instituto a dar clases, leer, pasear, viajar, ver ciney no estar, a mis 75 años, levantándome a las siete y aprovechando el tiempo al máximo para seguir trabajando. Y, además, para continuar laborando con placer.

Alguna vez ha dicho que sus estudios en la Universidad de Salamanca, de 1959 a 1964, se corresponden con «la época más hermosa» de su vida. ¿Qué experiencias vivió entonces?

Eso es posible por un contraste: lo indeseable que fue mi bachillerato. Yo estudié en un colegio de curas. Castigos, desatención completa a la cultura, ordeno y mando. Cuando hablan tan bien de aquel bachillerato, con 70 personas en el aula, el que impartía griego no sabía griego, nunca se describía o comentaba ni una lámina de arte, jamás nos pedían leer el libro de gramática y literatura, no hicimos ni un ejercicio de redacción... Llego a la Universidad y encuentro profesores que le explican a uno la asignatura. Aquello era el paraíso. Podía ir a clase o no, pero todos los docentes enseñaban la asignatura. Todos, incluso los peores. Soñaba con que pasara el domingo. Se trataba de profesores de una gran altura, como Fernando Lázaro. No era una España gozosa, sino de plomo. La cosa resultaba muy dura. Sin embargo, la Universidad se presentaba como un oasis de gente preparada e interesada por los alumnos. Nunca faltaban a clase.

En este día, ¿tiene acentuada la sensación de que la vida se pasa en un momento, se consume con gran rapidez?

Sí, completamente. Sin ninguna duda. Lo que me han dicho siempre los mayores.

¿Cómo va a vivir el día de su cumpleaños?

Estaré en Madrid, con mi equipo de colaboradores, preparando las palabras que haya revisado del Diccionario Histórico. Y, como es gente magnífica, intentaré comprar unas pastas ricas y unas cosas para darles la sorpresa y celebrarlo allí, en el trabajo. Celebraré los 75 años con mis discípulos y el Diccionario.

Las palabras están llenas de vida. Tienen historia y evolucionan. ¿Seguir sus huellas, para dar con sus orígenes, es más fatigoso que emocionante?

No. Es más emocionante que fatigoso. La fatiga es parecida a la del señor que escala. Tiene la fatiga de que uno se va contento de estar fatigado, por la emoción que genera.

¿Cuál es la letra pequeña del trabajo académico?

Depende. Para un filólogo, es todo el aparato académico. La Academia es, en el fondo, una especie de Ministerio de Asuntos Exteriores de la Lengua. Eso hace que nosotros tengamos que estar pendientes de mantener el decoro en nuestras relaciones, de asistir a actividades, de ofrecer conferencias Para mí, eso es lo más duro. Porque soy filólogo y disfruto con la otra parte del trabajo.

¿La lengua tiene amos?

Todos nosotros, todos somos dueños. No son los académicos, los novelistas. Todos: jóvenes, marginados, cultos, ricos, pobres Por eso hay cambios en la lengua que muchos no quieren que se den. Pertenece a todos. Es un campo en el que todos tenemos nuestra parcela. Unos saben cultivarla más y otros menos. La chica que un día dijo que era mileurista no tenía un gran poder en el mundo. Desde ese momento prendió. Se publicó una carta en El País No era académica ni catedrática de Lengua, y mira cómo coló esa palabra.

¿Puede decirse que no quedan por ahí, escondidas entre las páginas del Diccionario Académico, palabras con definiciones de tufo machista?

En todas partes. El problema es el siguiente: lee el Diccionario de la Real Academia. Ochenta y tantas mil palabras, noventa mil. Una a una. Surgen cosas. ¿Por qué? Porque esos vocablos pudieron definirse en el siglo XIX, y eso era lo que decía todo el mundo. Es propio de un determinado momento. Muchas ideas erradas, molestas, absurdas contra los demás se manifestaban en la literatura. Y todo eso ha quedado ahí. La Academia no propugna el machismo. La Academia no existe, existimos los académicos. Y cada uno es hijo de su padre y de su madre. Y unos tienen una ideología totalmente opuesta a otros. Pero hay un acuerdo común de los españoles sobre las cosas que no se deben hacer. Y esa es la misma idea de la Academia.

Los extranjerismos utilizados innecesariamente son un peligro para el español. Y ahí están en primer lugar los medios de comunicación, por su divulgación indiscriminada.

No es en los libros donde encontramos el origen de las palabras, sino en la prensa. Es en la calle. La prensa es el resonador. La Academia no es un laboratorio.

¿El idioma español está más dotado de palabras malsonantes que otras lenguas?

No lo sé. Lo que nosotros decimos de una manera en otros sitios lo expresan de otra forma. Pero quizá disponemos de un repertorio mucho mayor. Es posible. Tengo un diccionario de frases malsonantes en francés En todas las lenguas hay la manera de decir las cosas No lo sé. En cualquier caso, no pertenece al genio de la raza. Esas cosas tienen que ver con determinadas tradiciones. En mi casa no se puede decir un taco; en otras casas, sí. Hay grupos que no se conforman con uno, sino que añaden otro. Puede ser, puede ser, pero no me preocuparía.

¿Las nuevas tecnologías son las modernas inventoras de palabras o deterioran más el lenguaje?

No, no deterioran el lenguaje. Si antes nos hemos referido a hablar en zapatillas, esto es como hablar mientras vas corriendo. Es un lenguaje juvenil muy provisional, que no durará muchos años. Ahora la gente dice: Tq, pero dentro de cinco años nadie lo dirá. Todo esto es salsa.

Igualdad, cuotas ¿Se imagina que aparezca una pancarta reivindicativa ante la RAE?

Cuando entré en la Academia había una mujer. De una a siete, como sucede ahora, parece que esto va cambiando.

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