El silencio de Urueña hermana música y poesía
Luis Alberto de Cuenca y Diego Fernández Magdaleno protagonizan la cuarta velada poética ‘A la sombra del ciprés’
jesús bombín
Sábado, 19 de septiembre 2015, 13:48
Acordes de piano frente a versos. El ciclo de veladas poéticas A la sombra del Ciprés concluyó ayer con el recital de Luis Alberto de Cuenca (Lora del Río-Sevilla, 1950) y el concierto de Diego Fernández Magdaleno (Medina de Rioseco, 1971) en el Centro e-LEA Miguel Delibes de Urueña.
«Estamos en un lugar mítico y mágico», se congratuló Luis Alberto de Cuenca. «Poesía y música es lógico que se den la mano porque nacieron juntas en Grecia. Después, la lírica fue por un lado y la música por otro, aunque su relación es extraordinariamente íntima», señaló al introducir el recital en el que leyó una quincena de poemas que sirvieron para mostrar al público su trayectoria literaria, marcada por poemarios como El héroe y sus máscaras, La caja de plata o Sin miedo ni esperanza. A la conclusión de cada lectura, Diego Fernández Magdaleno daba la réplica con una de las piezas de compositores contemporáneos que había elegido para la ocasión.
Abrió el recital con Amour fou, del poemario La caja de plata, con el que conquistó el Premio Nacional de la Crítica en 1986 y con el que marcó una deriva hacia una poesía más humana y sentimental. «Los reyes se enamoran de sus hijas,/ las aman con látigos de hielo/ posesivos, feroces, obscenos y terribles, agonizantes, locos. / Para que nadie pueda desposarlas, / plantean enigmas insolubles / a cuantos pretendientes aspiran a la mano de las princesas. / Nunca se vieron tantos príncipes degollados en vano». Con la melodía Amour fou, del compositor Martin Butler, respondió al poema Diego Fernández Magdaleno.
Tebeos y clásicos
«Me gustaría que cada uno de mis libros suscitara en el lector la posibilidad de nuevas lecturas», suele responder el escritor cuando se le invita a hablar sobre sus autores favoritos. Miembro de la Real Academia de la Historia, devorador de tebeos con especial predilección por Tintín y amante de los clásicos de la literatura, para De Cuenca la poesía es su territorio favorito por más que haya transitado por géneros como la novela y el ensayo. Y de que la ironía y el escepticismo marcan su visión del mundo, dejó destellos Luis Alberto de Cuenca en poemas como La malcasada, que arrancaron sonrisas entre el público que abarrotó el recinto: «La nostalgia es un burdo pasatiempo. / Vuelve a ser la que fuiste. / Ve a un gimnasio, píntate más, alisa tus arrugas / y ponte ropa sexy, no seas tonta, / que a lo mejor Juan Luis vuelve a mimarte, / y tus hijos se van a un campamento, / y tus padres se mueren».
La clave de sus escritos es la emoción y su poesía se distingue por tener un gran componente narrativo. También hubo lugar para poemas de sentimientos como Estoy aquí: «Estoy aquí, mi amor, estoy aquí, / velando tus naufragios en las noches / en que nadie responde, en las heladas / madrugadas vacías, en las tardes / de desesperación y de locura».
Suscitar emoción
«Me interesa la poesía que no va de poesía por la vida. La poesía participa de la vida ordinaria, corriente, tiene un plus de emotividad, de subrayar el lenguaje, convertirlo en connotativo, darle muchas más posibilidades expresivas por la capacidad de suscitar emoción», suele defender el autor cuando habla sobre cómo concibe el arte poético, en el que gusta de jugar con el desdoblamiento de personajes.
Persuadido de que el conocimiento es un medio para ser feliz y de que no concibe ningún momento de felicidad que no haya sido bajo el cobijo de la cultura, De Cuenca busca en ella valores de permanencia en un mundo caduco al que ayer se refirió en alguno de sus poemas. De esa pulsión por pervivir viene también la pasión por los clásicos de este filólogo, traductor y escritor de letras para canciones que músicos como Loquillo y la Orquesta Mondragón, entre otros, han cantado en sus conciertos.
Ayer se mostraba encantado de la compañía musical con Diego Fernández Magdaleno al piano. El Premio Nacional de Música 2010 desgranó temas de compositores como Francisco García Álvarez, Ángel Barja, Carlos Cruz de Castro o Stephen Montagne. «He buscado que la personalidad de cada tema se adecuase a la del verso, dotando de coherencia al conjunto», explicaba antes del recital. «La de hoy es una actuación diferente a un concierto porque exige un trabajo muy minucioso de selección de las piezas, para que cada una de ellas establezca un diálogo con el poema. El proceso de elección es esencial para que haya una vinculación estética. En este concierto y para ese diálogo he optado por música contemporánea», comentó.
Iniciativa compartida
El público aplaudió las composiciones poéticas de Luis Alberto de Cuenca y la interpretación al piano del riosecano en esta cuarta velada que el presidente de la Diputación Provincial de Valladolid, Jesús Julio Carnero, destacó como una iniciativa compartida entre El Norte y la institución que dirige y que, afirmó, «nos sitúa en el territorio de nuestra provincia en torno a algo tan importante como la poesía y la música».
Entre los asistentes al recital se encontraba Fermín Herrero, que protagonizó la anterior velada, celebrada el 28 de agosto y en la que hizo un recorrido por su obra con la lectura de poemas escogidos entre títulos como La gratitud, De la letra menuda o Tierras altas acompañado por los músicos Jorge Cebrián y Suria Pombo y la voz de Arancha Bermejo. El ciclo poético A la sombra del ciprés se inició el año pasado y fue inaugurado en la primera velada por Carlos Aganzo. El poeta leonés Antonio Colinas protagonizó un mes después la segunda sesión con una lectura de sus poemas.>