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Victoria M. Niño
Viernes, 4 de septiembre 2015, 14:15
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Trabajaba de noche, hacía la ronda cuando los borrachos, los maltratadores, los timadores, entraban en acción. Llegaba antes que la policía y así Weegee tenía tiempo para componer la escena del crimen, esa que inmortalizaba obsesionado por el encuadre en los diarios neoyorquinos. A este fotógrafo dedica la sala de San Benito una exposición que, hasta el 18 de octubre, recoge su faceta de fotoperiodista de sucesos y fotógrafo de la vida en la calle.
Weegee. The famous, título de la muestra, era la firma de un fotógrafo entregado a su trabajo y cultivador de su ego, llegando a decir que «ningún malhechor alcanza su consagración hasta que no yo lo haya fotografiado» o «soy el mejor fotógrafo del mundo». A la pasión por «lograr la primicia y, a ser posible, la exclusiva», dice la comisaria de la exposición, Silvia Oviaño, le seguía un mirada respetuosa hacia los acusados, los presos, las víctimas. Desde 1938 publica a diario en los periódicos de Nueva York. En 1943 le invitan a formar parte del círculo de fotógrafos consagrados. Dos años más tarde el MOMA le compra cinco fotografías en 1947 publica el libro Naked city. Para el rodaje de la película homónima viaja a Los Ángeles, donde comienza a ser requerido por los directores y productores de cine negro. Ese trabajo le llevó hasta Stanley Kubrick, a quien asesoró en el rodaje de ¿Teléfono rojo? Volamos hacia Moscú.
30 años después de su muerte, una exposición retrospectiva de Weegee inspira El ojo público, el filme que le consagra como un personaje de película.
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