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El secreto de Don Ibérico: “Digitivar” la empresa y mantener su tradición durante la crisis

Alejandro Fernández, gerente de la empresa e ingeniero informático, simboliza la mezcla perfecta de tradición y modernidad con la que la firma de Guijuelo, Salamanca, elabora sus productos ibéricos artesanos. Su nuevo reto: adaptarse a los nuevos tiempos tan convulsos

Juanjo Villalba

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Que una empresa esté durante cuatro generaciones gestionada por la misma familia no es una tarea sencilla. “Aunque no sabemos la fecha exacta, calculamos que mi bisabuelo fundó la empresa hace más o menos un siglo”, recuerda, con cariño, Alejandro Fernández, actual gerente y director de tecnologías de Don Ibérico. La empresa, en la que trabajan unas 10 personas, y que produce jamones, paletillas, lomos y embutidos artesanos de cerdo ibérico, es un gran ejemplo de cómo usar las tecnologías para mejorar la gestión y la calidad que les ha sido muy útil en los últimos tiempos.

Este joven se sale del clásico estereotipo de directivo medio de una empresa de productos artesanales del cerdo ibérico: ronda los 30 años, ha estudiado Ingeniería informática y durante un tiempo trabajó diseñando aplicaciones para móviles y como analista programador lejos de su Salamanca natal. Con el tiempo, decidió hacerse cargo de la empresa familiar y aplicar todo lo que había aprendido para dar un giro a la gestión de la misma. Pero digitalizar en un sector en el que la tradición es tan importante no es precisamente un reto sencillo. Ahora, constituye la 4ª generación en la empresa y lo hace aportando su experiencia previa para ayudar a mejorar la rentabilidad de un negocio que necesita de una urgente adaptación a las nuevas tecnologías. Las pymes, de hecho, se han convertido en el acicate de la recuperación económica en España y son, por extensión, los campeones ocultos de un tejido empresarial que han visto cómo las expectativas de aquellos negocios que se han digitalizado se han incrementado este año.

“Somos una empresa basada en procesos establecidos hace décadas”, explica. “Al final, hay etapas de la producción que se pueden optimizar y otras que no”, dice. Un ejemplo: hay fases en la fabricación de nuestros embutidos que consisten en mezclar algo con las manos. “Eso puede mejorarse analizando de qué manera realizar las mezclas o comprando materias primas de mayor calidad, pero si utilizas una máquina para hacerlo no va a quedar igual. Conservar esa forma de trabajar es lo que nos diferencia de la competencia, aporta nuestro sello de calidad. Por eso a la hora de dar el paso hacia la modernización, fue fundamental identificar qué partes de los procesos se podían optimizar y cuáles había que mantenerlas como hace 100 años”.

La pandemia de la Covid-19 pilló a Don Ibérico en pleno proceso de transformación. Un tiempo antes de que todos tuviéramos que encerrarnos en nuestras casas, la compañía había acometido un proceso de digitalización implementando sistemas de gestión en la nube que le permitieron adaptarse a la nueva situación que, aún así, resultó muy dura. “Como para todo el mundo, fue un shock el momento inicial por la incertidumbre de no saber qué pasaría y cómo podríamos tratarlo”, añade. “Aunque no cerramos en ningún momento, sí que tuvimos que extremar las precauciones, siguiendo las recomendaciones de expertos en seguridad laboral, formando grupos burbuja de trabajadores, midiendo temperaturas e implementando el uso de mascarillas, guantes y geles”.

Las empresas que implementaron sistemas de gestión digital antes de la pandemia pudieron capear mejor los peores momentos

Invertir en nuevos procesos tecnológicos ha sido el amortiguador de la crisis

A nivel del sector, Alejandro recuerda que han sido meses muy complicados, máxime en un ámbito en el que la falta de soluciones tecnológicas en la pequeña y mediana empresa ha perjudicado a muchos negocios. Aquellos que habían invertido previamente en su digitalización han podido capear el huracán Covid-19. “Todo se paró”, recuerda. “Nuestro mercado se desplomó, tanto en precios como en volumen, a unos niveles que yo nunca había conocido”, lamenta.

Pero empresas como Don Ibérico, que habían implementado sistemas de gestión digital antes de la pandemia, pudieron capear mejor los peores momentos de esta crisis y han conseguido afrontar la reactivación con mayor competitividad. Digitalización que ayuda a la recuperación, un concepto que ha dado lugar a un nuevo término empresarial acuñado por la firma de soluciones y servicios de gestión empresarial Sage: la digitivación. “La pandemia ha sido aprovechada por siete de cada diez empresas españolas para impulsar su transformación digital”, cuenta José Luis Martín-Zabala, Vicepresidente de Venta Indirecta de Sage España, “pensando en la digitalización como una inversión necesaria y no como un coste o proyecto más. De hecho, las empresas digitalizadas han presentado una mayor resiliencia, con una caída de ingresos de hasta 10 puntos menor que las no digitalizadas”.

La experiencia de Alejandro confirma estas palabras: “Gracias a las soluciones de gestión empresarial de Sage que tenemos implementado, fue más fácil que una parte de los empleados pudiera turnarse y operar desde casa, ya que podían acceder al programa desde allí. Además, el hecho de tener controlados digitalmente nuestro stock y nuestra gestión de ventas y de compras, nos permitió llevar a cabo una transformación que creo que será clave para el futuro de la empresa: comenzar a vender online, directamente al cliente final. Eso no hubiera sido posible de no haber digitalizado previamente toda nuestra gestión”, sostiene Fernández.

Por si esto fuera poco, Don Ibérico también ha sabido aprovechar su sistema informático para controlar que la calidad de sus productos esté al nivel que le exigen sus clientes. “La solución de Sage que tenemos implementado nos da la visibilidad necesaria para anticiparnos a posibles errores en la producción y corregirlos antes de que ocurran. Por ejemplo, nuestros jamones se pasan unos cuatro años en bodega. Eso es mucho tiempo y resulta fundamental tenerlos controlados en todo momento. Gracias a este sistema, cada pieza cuenta con un código de barras que lo identifica y simplemente, escaneando este código con el móvil, puedo saberlo todo sobre esa pieza: peso, fecha en la que se podrá servir, temperaturas a la que se ha visto expuesto, etc.”.

“Un problema muy común es que en la mayoría de compañías no se han sabido transmitir bien a los desarrolladores las necesidades específicas de cada negocio”

Por todo esto, aparte de por sus jamones, lomos y embutidos que se comercializan en tiendas gourmet de España, Holanda, México o Japón, se puede decir que Don Ibérico ha conseguido también destacar por su apuesta tecnológica, mucho más decidida que el promedio del sector. Fernández opina que a la mayoría de sus competidores les queda mucho camino por recorrer y todavía están lejos de la suya en este aspecto. “Creo que un problema muy común es que en la mayoría de compañías no se han sabido transmitir bien a los desarrolladores las necesidades específicas de cada negocio. Tampoco existen todavía soluciones estándar”, asegura.

A pesar de que al inicio de la pandemia la facturación de Don Ibérico se redujo al igual que todo el sector y la economía nacional, Alejandro considera que la empresa, en la actualidad, se ha recuperado completamente y es muy optimista respecto al futuro gracias a las medidas tecnológicas, introducidas que han aprovechado los cambios en los hábitos de los consumidores. En parte por la gran aceptación de la tienda online, que desarrolló él mismo, y la tremenda acogida que ha tenido entre los usuarios que han decidido probarla. “Nunca habíamos hablado directamente con el cliente final y la gente ha respondido de forma inmejorable. Eso nos hace estar muy, muy contentos. Para nosotros es algo nuevo y excitante”, nos explica. “Y este nuevo canal de venta, que confiamos en que crezca próximamente, no habría sido posible de no haber tenido toda la gestión digitalizada”.

Y ya que hablamos de futuro, la apuesta de Alejandro va por la sostenibilidad y por seguir profundizando en el camino ya iniciado. “Hasta hace dos años, no hemos empezado realmente a gestionar de manera 100% digital, pieza por pieza, proceso por proceso. Ahora nos toca enfocarnos en eso, hacer el esfuerzo y buscar la calidad total, no solo del producto, sino también de los procesos. Por otro lado, estamos muy implicados con la sostenibilidad, criamos todos nuestros animales en la naturaleza, pero es que además la digitalización nos permitirá, por ejemplo, realizar tareas de mantenimiento de los jamones que eviten la aparición de plagas sin utilizar sustancias químicas, imitando las técnicas que utilizaban nuestros abuelos (cambiando de sitio los jamones, ventilando bodegas, etc.) y que las técnicas de producción modernas hicieron imposibles de gestionar. Ahora vuelven a ser posibles gracias a la tecnología”.

Por todo lo que hemos visto, está claro que el caso de Don Ibérico es un ejemplo magnífico del partido que se le puede sacar a una solución informática de gestión adaptada a un negocio alimentario. Según José Luis Martín-Zabala, “las soluciones digitales aseguran la continuidad del negocio: facilitan el teletrabajo y la colaboración, proporcionan información en tiempo real sobre nuestros estados de tesorería o stocks y aseguran la comunicación con clientes y proveedores… Además, están demostrando ser claves para la gestión hacia la nueva normalidad: por un lado nos van ayudar a controlar costes, a ser más eficientes y competitivos, y por otro, nos van a proporcionar capacidad para adaptarnos a las nuevas tendencias y hábitos de los consumidores”.

La pregunta es: qué es lo más valioso que ha aprendido una empresa como Don Ibérico durante la crisis provocada por la Covid-19. Tirando de sabiduría castellana, el directivo responde: “Lo más importante es saber quién eres. Qué haces bien y fomentarlo. Y, sobre todo, no ir más allá de tus posibilidades. Eso te permite superar momentos difíciles y aguantar aunque factures menos. En definitiva, saber quién eres, dónde estás y hasta dónde puedes llegar”, concluye. La receta para seguir en la primera línea: adaptarse a las necesidades y apostar, definitivamente, por la “tecnología con cabeza”.

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