Las ONG advierten: «Tener hijos es un factor de riesgo para caer en la pobreza»
La red EAPN, una plataforma que reúne a 25 entidades sociales, alerta de que las dificultades económicas se acentúan en jóvenes, mujeres y vecinos del medio rural
La realidad es «muy preocupante», alertan desde la Red Europea de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social (EAPN). Y más en una comunidad ... como Castilla y León, que arroja unas bajas cifras de natalidad. «Tener hijos es un factor de riesgo para caer en la pobreza». Y esto se acentúa en el que caso de que no existan «políticas y apoyos a la crianza» que faciliten, por ejemplo, la conciliación laboral o ayudas educativas o sanitarias.
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La tasa de pobreza en Castilla y León (en función de los ingresos percibidos) se situó, a lo largo de 2024, en el 23% para las personas que viven en hogares con menores a su cargo. Si no hay hijos, la tasa baja hasta el 15,1%. Son ocho puntos de diferencia. Una brecha importante que viene subrayada con fosforito como una de las conclusiones recogidas en 'El estado de la pobreza en Castilla y León', informe presentado este viernes en la sede del Consejo Económico y Social y que analiza, a través de datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) y de 4.018 encuestas (más de 72.000 en todo el país), cómo impactan las dificultades económicas en las familias de la comunidad.
Para ello, EAPN (una red que engloba a 25 entidades sociales que trabajan en la región, de Cáritas a Cruz Roja, de JuanSoñador a Red Íncola) ha analizado los indicadores recogidos en la Tasa AROPE, un baremo estandarizado en toda Europa que permite observar el riesgo de pobreza (vinculado con los ingresos que percibe cada hogar), la carencia material y social severa (cuando una familia no puede afrontar determinados gastos cotidianos) o la baja intensidad de empleo (cuando el paro va camino de convertirse en algo crónico). Basta con que se cumpla uno de estos tres indicadores (pocos ingresos, gastos inasumibles, carencia de empleo) para que se considere que una persona está en riesgo de pobreza o exclusión social. En total, en Castilla y León, son cerca de 574.000 personas (el 24% de la población regional). El año pasado, fue del 22,4%. El porcentaje ha crecido, entre otras cosas, porque el incremento de los precios ha sido superior al de las mejoras salariales.
La mayor parte de las personas que se mueven en la cuerda floja o que permanecen atrapadas en una complicada situación económica están así porque perciben unos ingresos inferiores al 60% de la mediana nacional. ¿Cuánto es esto? ¿Qué ingresos debo tener al mes para saber si estoy dentro de lo que los expertos consideran riesgo de pobreza? El indicador que se utiliza es estar por debajo del 60% de la mediana nacional. Son 11.548 euros al año. Dicho de otra manera, 965 euros al mes (el año anterior eran 915). Una persona que reciba menos de ese dinero, está en riesgo de pobreza. Son el 18,5% en Castilla y León (443.000 personas), por debajo de la media nacional (19,7%).
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En el caso de las familias, se habla de unidad de consumo. Para ello, se establece un cálculo, al entender que hay una serie de gastos compartidos (vivienda, calefacción…) que pueden aliviar un poco la situación cuando se vive en compañía. Así, en una familia, el primer adulto se computa como una unidad de consumo. El segundo, como 0,5. Un hijo menor de 14 años, como 0,3. De este modo, una familia con dos adultos y dos niños (2,1 unidades de consumo) podría tener dificultades con unos ingresos inferiores a los 24.250 euros anuales. Desde EAPN consideran que tal vez habría que revisar este cálculo, ya que entienden que un niño con menos de 14 años genera, con toda seguridad, más gastos de ese baremo computado del 0,3.
Pero la situación se complica para el 8,4%, aquellos considerados en pobreza severa (menos del 40% de la mediana de ingresos). En este caso, el límite está en 7.723 euros al año (644 al mes). En una familia con dos hijos, 1.352,4 euros. Este sector de la población más desfavorecida se ha reducido durante el último año, del 8,9% al 8,4%.
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Los autores del informe han hecho un cálculo sobre cuánto puede suponer esto. «Imagina una familia que no tiene su vivienda en propiedad, que vive de alquiler. La media está en torno a los 638 euros. Solo eso ya se comería casi la mitad de los ingresos. Pero hay que sumar, electricidad, agua, gas. Estimamos que pueden ser cerca de 800 euros. Añade otros 500 de alimentación o productos de limpieza. Y añade ropa, transporte… Nuestro cálculo son unos 1.585 euros al mes, siendo muy conservadores y sin tener en cuenta gastos vinculados con la cultura o el ocio. Esto supone que faltarían 183 euros para llegar a fin de mes», explica Jonathan Sánchez, coordinador de EAPN en Castilla y León.
11.584 euros anuales
es el umbral del riesgo de pobreza por persona en Castilla y León
Así que, como venga algún imprevisto… la economía familiar se vería muy comprometida. Ahí está el segundo de los indicadores que se tienen en cuenta para calcular la Tasa AROPE. No solo importa la renta, sino la capacidad de gasto cotidiano. «Puede ocurrir que recibas ingresos por encima de la media, pero que luego, por ejemplo, tengas que ayudar a otros familiares, lo que merma tus posibilidades de consumo», indican. Es, por ejemplo, lo que ocurre con muchos jubilados, que deben destinar parte de su pensión a ayudar a los hijos.
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Estas dificultades en el consumo se definen como carencia material y social severa y se alcanzan cuando una persona cumple con siete de trece indicadores básicos. Aquí se incluye, por ejemplo, si hay retrasos relacionados con los pagos de la vivienda principal o compras a plazos (10% en Castilla y León), si no se puede tener la vivienda con una temperatura adecuada (14%), si no se pueden permitir vacaciones fuera de casa al menos una semana al año (27%), si no se pueden afrontar gastos imprevistos (27,8%). En esta situación de carencia se encuentran el 6,5% de los ciudadanos de Castilla y León (por debajo del 8,3% de la media nacional). Y se agrava, de nuevo, en las familias con hijos (9,1% frente al 4,6% de los hogares sin menores).
El tercer indicador está vinculado con el empleo y es cuando una persona (entre 18 y 64 años, no estudiantes) trabaja por debajo del 20% de su potencial máximo. Menos horas de las que podría hacerlo. Este porcentaje ha bajado (del 7,3% al 7% en Castilla y León), debido en parte a la mejora del mercado laboral y la caída del paro.
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«La lógica nos dice que a más empleo, menos pobreza. Pero tener un trabajo no te salva de estar en situación de pobreza», recuerdan las ONG. Tampoco es garantía la mejora de los datos macroeconómicos. «En principio, cuando un país tiene más PIB, se puede pensar que hay menos índice de pobreza. Pero en Castilla y León, por ejemplo, el PIB ha crecido sin que hayamos conseguido rebajar las tasas de pobreza de forma significativa. Por eso, si no hay políticas redistributivas, el crecimiento económico por sí solo no basta para reducir la pobreza», indican. En la comunidad, la renta media por persona se situó durante 2024 en 14.940 euros (133 euros por encima de la media nacional). El problema es que si nos fijamos en la renta real (sin considerar el IPC), se ve cómo desde el año 2015 las familias de Castilla y León han perdido poder adquisitivo. El 40,1% de los ciudadanos de la región tienen problemas para llegar a fin de mes (de ellos, el 21,6% aseguran tener cierta dificultad y el 7,5%, muchas).
Este panorama general se puede agravar por diversos factores. El primero, y ya señalado, es tener hijos. Pero hay más. Otro importante es la edad: la pobreza se acentúa en generaciones más jóvenes. De hecho, el porcentaje de riesgo según la Tasa AROPE es superior entre los menores de 18 años (31,8%) y personas de 18 a 29 (25,6%) que entre los adultos de 30 a 64 años (24%) y los mayores de 65 (19,3%).
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¿Por qué ocurre esto? Quienes superan los 65 años tienen, casi siempre, dos colchones fundamentales. El primero es la pensión de jubilación, que garantiza unos ingresos mínimos (además, la cuantía media de las pensiones ha crecido en los últimos años). Pero, además, gran parte de este sector de población vive en una vivienda en propiedad y completamente pagada, sin hipotecas.
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Esta veta de gasto ya no existe. En el caso de los jóvenes, se enfrentan a un complicado mercado laboral (dificultad en el acceso y trabajos precarios) y, además, a un mercado de la vivienda con precios cada vez más elevados. Sobre todo del alquiler. Y cada vez hay más personas que viven en una vivienda que no es suya. La proporción de personas que residen en una vivienda en propiedad se ha reducido del 85,7% en 2008 al 80,4% en 2024, mientras que el alquiler ha aumentado, de forma gradual, al pasar del 10,3% al 15,6%. Además, antes de la gran crisis de 2008 (según datos del INE), quienes pagaban una hipoteca en Castilla y León abonaban, de media, 218 euros más que quienes pagaban un alquiler (543 euros al mes, frente a 305). Hoy, esa diferencia se ha estrechado y la cuota hipotecaria (493 euros) está casi al nivel del alquiler (462), según datos medios de 2024.
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Y existen otras brechas. La pobreza es mayor entre las mujeres que entre los hombres, entre las personas con discapacidad y también en aquellos que viven en el medio rural (el 30% en riesgo de pobreza, frente al 20% en las zonas urbanas). «Entre las razones están que en los pueblos viven más mujeres mayores, con pensiones de viudedad más bajas. También allí hay menos oportunidades laborales y hay un encarecimiento del acceso a los servicios públicos», explican desde EAPN.
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