Algo se mueve en la diáspora de Castilla y León
Una iniciativa de universitarios residentes en Madrid lidera la primera protesta viral en las redes ante el peor dato de la última década
Todo comenzó con un café. María José Pérez y Juanjo Álvarez que, sin saberlo, habían participado los dos en la gran manifestación del 31 de ... marzo en Madrid por la España Vaciada, compartieron su preocupación en las redes sociales y decidieron quedar para «hacer algo». Ese «algo» se ha traducido, por de pronto, en que tan solo en tres meses la cuenta de Jóvenes de Castilla y León en Twitter ha alcanzado los 2.562 seguidores y que el video que lanzaron a las redes sociales aprovechando la Navidad se ha convertido en un fenómeno viral (40.000 visitas en la red del pájaro azul y 17.000 en Youtube) que está despertando conciencias sobre la sangría de talento juvenil que asola la comunidad.
El siguiente paso de su hoja de ruta, anuncian los promotores de la iniciativa, lo darán el viernes próximo, durante una 'quedada' en la Casa de Soria, donde el medio centenar de universitarios de 18 a 35 años que integran el núcleo base –están representados desde el pueblo más pequeño de la comunidad, Ciruelos de Cervera (Burgos), con 23 habitantes, hasta las capitales de las nueve provincias– acordarán la media docena de puntos clave que defenderán ante las instituciones.
Porque, indica María José Pérez, «es muy fácil apropiarse del discurso por parte de los políticos de que apoyan a la España Vaciada, pero las palabras tienen que traducirse en hechos: mientras lo dicen, recortan servicios básicos, como la sanidad en los pueblos». De 29 años y natural de Almaraz de Duero, esta licenciada en Historia del Arte que trabaja en el sector de museos y patrimonio cultural y lleva viviendo 10 años en Madrid, sostiene que el objetivo que persiguen «como emigrantes, no solo es poder volver, sino que nos podamos quedar, pero también que los talentos que todavía están en Castilla y León no se vayan».
Los datos
La espoleta de este despertar de la diáspora, reconoce el vallisoletano Juanjo Álvarez, fueron «los datos alarmantes». En Castilla y León, la comunidad autónoma más extensa y despoblada de la Unión Europea, los datos correspondientes a la última década han puesto en pie, por primera vez, a una diáspora históricamente silente que ha decidido organizarse y dar la voz de alarma en las redes sociales: 108.000 jóvenes de la región han tenido que hacer la maleta en los últimos diez años para buscarse la vida fuera de una tierra natal que les educa con esmero (en el podio de las mejores comunidades autónomas, según recoge el Informe PISA) para luego despreciar tal inversión y dejarles ir a sembrar su talento fuera.
De hecho, la proporción de personas de entre 25 y 39 años nacidas en Castilla y León que han conseguido un título superior y que residen en otros sitios es la más alta de España: 65.990 personas, el 35,5%, más del doble de la media nacional, como reveló el pasado mayo 'Emigración y fuga de talento en Castilla y León', un estudio publicado en el boletín de la Asociación Española de Geografía que está basado en el censo de 2011 y está firmado por Miguel González Leonardo y Antonio López Gay. Estos investigadores del Centro de Estudios Demográficos de la Universidad Autónoma de Barcelona –González es vallisoletano y nacido en 1991– subrayan también en su informe que la comunidad elegida para estos emigrantes 2.0 es Madrid: más de 55.000 de ellos.
«Si se produjeran ciertas condiciones, pensando en mis hijos, volvería»
Trabaja en una óptica, tiene tres hijos, de cinco, tres y ocho meses y, desde hace 18 años, reside en Madrid, a donde emigró en busca de una mejor salida profesional. Rut González Jiménez, de 36 años, natural de Ávila, estudió Óptica y Optometría en la capital del Reino. Durante tres años estuvo trabajando en Salamanca y después volvió a desembarcar en Madrid, donde compatibiliza la crianza de su familia numerosa con su trabajo. «La verdad es que yo sí he tenido posibilidad de trabajar en mi comunidad porque es un sector en el que ha habido trabajo en cualquier sitio, pero mi marido solo podía desempeñar su tarea en Madrid y aquí nos instalamos».
Explica que mientras estuvo soltera y antes de tener a sus hijos no se habría planteado el regreso a su ciudad natal, pero ahora, «si se dieran ciertas condiciones, y sobre todo pensando en mis niños, podría plantearme regresar».
De momento, se conforma con regresar a Ávila en las vacaciones de verano y señala que su percepción desde la distancia respecto del futuro que le espera a su provincia de origen es bastante negativa. «En Ávila hay pocas oportunidades de desarrollo profesional, de ascender, de ir evolucionando». Un análisis pesimista que extiende también a otras capitales, como Salamanca, donde trabajó al principio de su trayectoria profesional . Por el contrario, explica, «en Madrid hay un abanico más grande donde encontrar trabajo y especializarte en un campo».
Aprecia las iniciativas para visibilizar el problema de la España vaciada como la de Jóvenes de Castilla y León en Madrid para visibilizar el problema de la despoblación y la fuga de jóvenes, pero considera que es muy difícil revertir la situación «porque las grandes empresas están en Madrid , moverlas de aquí parece imposible, ni tampoco con ayudas de la Administración para el regreso de los jóvenes porque la raíz de fondo es que la sociedad ha cambiado y se concentra en las grandes ciudades», reflexiona esta abulense que se encuentra plenamente instalada en su domicilio madrileño.
Calidad de vida
Para Rut González la migración económica «es muy difícil de revertir porque la gente tiene ambición de prosperar y, al final, a lo que aspiramos todos es a tener un buen trabajo y un buen sueldo y no valoramos otros aspectos como la calidad de vida que se puede tener incluso en un pueblo, pero es lo que nos han transmitido».
Además, sostiene, «están los servicios y las múltiples opciones de ocio que ofrece una gran urbe frente a las escasas distracciones que te ofrece un pueblo o una ciudad pequeña». De todas formas, concluye, «aunque Madrid es Madrid, con los niños tal vez me plantearía un cambio».
A este informe se agarran Jóvenes de Castilla y León en Madrid para visibilizar el problema en las redes sociales e intentar crear una masa crítica de peso, dentro y fuera de las fronteras de la comunidad, que obligue a los poderes fácticos a activar en serio el Pacto de Estado contra la Despoblación.
Álvarez, ingeniero industrial que trabaja en una farmacéutica y que reside desde hace siete años en Madrid, reconoce que les han «tentado» por «privado» algunos políticos de Castilla y León, pero puntualiza que ellos están «al 100% al margen de partidos políticos e ideologías, es un movimiento reivindicativo pero apartidista», e insiste en que, por ahora, es solamente una iniciativa pero que más adelante decidirán en asamblea si se constituyen en plataforma ciudadana o en otra figura de participación social.
Atajar el éxodo de talentos
Incide en que la mayoría de los integrantes de este movimiento ronda los 30 años, la mayoría se han formado en universidades de Castilla y León, aunque hayan continuado estudios fuera y terminado por vivir en Madrid, donde hay más oportunidades de trabajo, aunque sean precarias y por debajo de sus capacidades y títulos académicos. «Hay que intentar atajar como sea esta fuga de cerebros», reivindica. En ello está de acuerdo la joven zamorana con la que comparte la paternidad de la iniciativa quien apostilla, además, que este éxodo, en la mayoría de los casos, no es voluntario.
«La emigración de tantos territorios vaciados se ha visto tradicionalmente como si se hubieran ido por voluntad propia y no es así; además, una de las realidades a la que nos enfrentamos en esta generación de 18 a 35 años es la doble crisis: la económica y la demográfica, lo que se traduce en precariedad laboral, en no pensar en tener hijos y en tirar del colchón de nuestros padres».
«Ya no siento la necesidad imperiosa que tenía al principio de regresar a mi comunidad»
Ya tuvo que salir de su ciudad natal, Palencia, cuando se decidió por la carrera de Derecho, que cursó en Valladolid. Terminó en 2004 y se puso de inmediato a preparar las oposiciones a judicatura, lo que pudo hacer en su casa. Pero, una vez aprobada la oposición, fue a terminar su formación a la Escuela Judicial de Barcelona. Desde entonces, el magistrado Borja Antolín Herreros ha ejercido su profesión en diversos destinos: Extremadura, País Vasco y, actualmente, en Palma de Mallorca. Ahora va a Palencia en vacaciones, puesto que allí residen sus padres.
–¿No se ha planteado solicitar una plaza para regresar a Castilla y León?
–Al principio, sí. Siempre miraba si había algo en Castilla y León, pero en 2012 salieron pocos destinos para esta comunidad. Siempre pensaba: a lo mejor en el siguiente concurso...Luego nació mi niña y al final estoy muy a gusto en Palma. Curiosamente ahora tengo más posibilidades incluso de ir a mi ciudad, pero no tengo esa necesidad imperiosa del principio. Aquí, aunque la vida es más cara, se vive muy bien, hay mucha calidad de vida.
–¿Cómo ve su ciudad cuando va de vacaciones, qué medidas habría que tomar para revitarlizarla?
–Da mucha pena, se me cae el alma cuando paseo por el casco histórico. Es lo que comentamos los amigos cuando nos reunimos en las pasadas navidades. Algunos han tenido que irse a trabajar a Londres, a Grecia. El problema es en qué condiciones volveríamos. Son ciudades que pierden población en las que solo hay gente mayor y apenas nacen niños, pero no hay visos de una solución pronta. Habría que atraer a la gente joven pero la gente no se va a ir a un pueblo con condiciones de vida precarias. Nadie de los que conozco que ha emigrado quiere volver, esa esa es la realidad. No es que haya perdido la esperanza, pero Castilla y León lo tiene muy complicado.
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