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La doctora Marta Sainz de Andueza, en las puertas del Hospital de Burgos, repasa su tesis. :: R. ORDÓÑEZ
Los médicos solo detectan el 1,4% de los casos de maltrato en sus consultas y la mayoría físico

Los médicos solo detectan el 1,4% de los casos de maltrato en sus consultas y la mayoría físico

Un estudio revela un bajo registro pese a lo bien aceptadas que son las preguntas por las mujeres

Ana Santiago

Valladolid

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Domingo, 4 de noviembre 2018, 09:24

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El entorno es el más favorable. Hay intimidad, confianza, profesionalidad y una alta frecuentación que abre oportunidades para percibir señales e indagar. Sin embargo, pese a lo esperable, las consultas de Atención Primaria apenas logran rozar la realidad de la violencia doméstica de sus pacientes y ello pese al programa de cribado al respecto implantado hace diez años en la cartera de servicios. Algo falla. Y los primeros conscientes de ello son los propios médicos de Familia.

«Hay una infradetección». Solo se sacan a la luz el 1,4% de los casos de maltrato perseguidos en las consultas y, además, solo el 1,1% tenía pareja en el momento de desvelarse la situación. De ahí, el estudio de Marta Sainz de Andueza sobre el Análisis y Validación de los Resultados del Servicio de Cribado en Castilla y León que persigue conocer la validez de los cuestionarios que se pasan en las consultas de Medicina de Familia y Comunitaria para detectar señales de intervención, cuantificar los datos y adentrarse en los aspectos mejorables en las guías para atajar el problema.

Primeras respuestas

En definitiva, esta tesis doctoral del presente año de la Universidad de Valladolid –dirigida por las doctoras María del Carmen Fernández Alonso y Sonia Herrero Velázquez– muestra que las preguntas establecidas en el protocolo de cribado –un cuestionario que, en función de las primeras respuestas abre el abanico de preguntas para ahondar en un posible problema– no lograba resultados suficientes en los primeros cuatro años en los que se centra el trabajo. Datos muy alejados de los conocidos por macroencuestas, juzgados y otros estudios sobre la incidencia de esta lacra. «Aunque es difícil estimar cuántos casos se deberían detectar en una consulta de AtenciónPrimaria, creemos que cabría esperar en torno al 20%, desde luego mucho más alta», señala la autora del trabajo, médico de Familia y de Urgencias en Burgos.

Solo el 23% de las pacientes recuerda haber sido interrogada sobre el ambiente familiar y de pareja en la consulta

En la evaluación de los datos desde el inicio del plan en 2008 hasta septiembre de 2013, el número de mujeres pasadas por este filtro fue de 331.936, el 29,7% de la población diana (las mayores de 14 años), con un número de casos nuevos detectados acumulados de 3.428, el 1,04%.

En las cifras publicadas en los informes anuales del Ministerio de Sanidad, la tasa de casos nuevos de violencia machista por 100.000 habitantes durante los años 2010 a 2013 para Castilla y León, oscila entre 48,01 y 71,7 para Atención Primaria utilizando como fuente la Historia Clínica. Estos datos están muy alejados de los encontrados en las encuesta poblacionales.

Los expertos estiman que en el ámbito sanitario podrían diagnosticarse más del 20% de los casos

Los casos nuevos detectados al año en los servicios de salud suponen en torno al 10% de las denuncias en los Juzgados; lo que «da una idea de la infradetección, ya que sabemos que solo se denuncia una pequeña proporción de los casos que existen. Otro dato de interés es que entre los que figuran como detectados en el sistema sanitario, más del 60% corresponde al maltrato físico, lo que nos indica que los casos de agresión psicológica, que es mucho más frecuente según todos los estudios, no se están detectando, o al menos registrando».

El programa

El trabajo detecta además la idoneidad de utilizar un cuestionario más directo ( WAST), algo, explica la doctora Sainz, que llevó ya en 2017 a la implantación del mismo en el programa de cribado dado que incrementa de forma significativa el diagnóstico de casos para mujeres con pareja actual. La prevalencia tras su aplicación fue del 23,5% para casos de violencia doméstica en algún momento de la vida; del 10,9% para los actuales y del 13,18% para los del el pasado. «La pregunta directa resulta ser mucho más afectiva», apunta la doctora Fernández. La aceptabilidad de las mujeres respecto a ser preguntadas por la posibilidad de estar sufriendo agresiones físicas o emocionales de carácter machista en las consultas de Atención Primaria, fue muy alta. «El 97,6% entre las víctimas de violencia doméstica y el 96,3% de las que no la sufren, están a favor. Este resultado desmiente el mito del rechazo de la mujer a ser preguntada», aclara su autora.

La falta de formación para detectar señales y de tiempo para indagar, fallos de diagnóstico

Y ¿qué hace un médico cuando se encuentra con una confesión de maltrato en su consulta? No denunciarlo tiene implicaciones legales para el profesional y hacerlo en contra de la voluntad de la víctima puede tener consecuencias negativas para su paciente. Carmen Fernández Alonso, médico y especialista desde hace 30 años en esta materia, indica que «las causas de esta baja detección y registro de casos está en la falta de tiempo de los médicos para poder indagar o programar una cita posterior para dedicar tiempo ante una sospecha; pero también en la carencia de formación para relacionar claros problemas de salud como insomio, depresión, ansiedad, en general trastornos de salud mental, con un ambiente agresivo en su hogar. La crisis redujo los programas de formación y eso se ha notado mucho. Y no solo entre el personal sanitario, médicos, enfermeros y matronas que pueden hacer mucho en este terreno, sino entre otros profesionales y en especial en los juzgados, no solo en los de violencia de género sino también en los de Familia, en los que resuelven divorcios y custodias».

En ocasiones, añade esta médico de Familia, «a los profesionales les da miedo la denuncia y animar a ella –reconoce– porque no saben bien con lo que se van a encontrar, si puede ser mayor el daño». De todas formas, «el médico conoce su obligación de denunciar, incluso en contra de la voluntad de la víctima, si detecta un riesgo vital; pero también sabe el derecho de la paciente a silenciar y hay que estar entrenado para todo esto y contar con la figura del asesor que ya no existe porque la crisis se la llevó por delante».

Otro dato importante del trabajo es que solo el 23,2% de las mujeres evaluadas recuerda haber sido interrogada por un profesional sanitario en alguna ocasión acerca de la relación con su pareja y sobre cómo van las cosas en casa y apenas el 16,6% se acuerda de haber sido preguntada sobre si sufre este tipo de agresiones por parte de su pareja. Esto indica una baja aplicación del cuestionario. No obstante, la directora de la tesis, Carmen Fernández Alonso, profesora de la Facultad de Medicina de Valladolid y coordinadora del Grupo de Trabajo sobre Violencia de Género de la Socalemfyc (la sociedad científica de la especialidad), apunta a que «hay una baja detección pero también un bajo registro. Muchas veces la propia afectada no quiere que figuren estos datos en la historia clínica porque tiene miedo; otras por dificultades de tiempo, la burocracia del sistema de registro... en cualquier caso lo que está muy claro es que no conocemos la real magnitud no social ni sanitaria de este problema».

El estudio está realizado en base a una muestra de diez centros de salud, tanto urbanos como rurales de Burgos –entre los que no se encontraron diferencias– , con una muestra de medio millar de mujeres;pero los resultados «son totalmente extrapolables» desde luego a toda Castilla y León, la vocación es que así lo fuera e, incluso, al resto de comunidades o entornos europeos donde también se han utilizado estos datos. En ello coinciden tanto Carmen Fernández como Marta Sainz.

Las encuestadas sabían que participaban en un trabajo sobre salud en Atención Primaria; pero no dirigido a la violencia machista lo que evitaba «susceptibilidades o prejuicios».

Otros datos que revela este estudio es que el 12,6% de mujeres ha sido testigo o víctima de maltrato en la infancia y el 38,6% de ellas son casos positivos de adultas. Las inmigrantes, sobre todo las de origen latinoamericano, sufren más esta lacra y el tipo de maltrato más frecuente es el psíquico, solo o asociado al físico, sexual o ambos, que reconocen sufrir el 92,7% de ellas.

Finalizado el trabajo, lo interesante, apunta su autora, «es la transferencia a la práctica diaria, el cumplimiento en las consultas, la formación y sensibilización al respecto».

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