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Ancianos sentados en unos bancos en Segovia. :: A. DE LA TORRE
El 16% de los mayores de 65 años de Castilla y León tiene una salud frágil

El 16% de los mayores de 65 años de Castilla y León tiene una salud frágil

Un estudio de Salud Pública detecta mayor discapacidad y dependencia en las mujeres y en los pueblos

Ana Santiago

Valladolid

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Lunes, 5 de noviembre 2018, 11:05

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Que Castilla y León es una comunidad especialmente envejecida no es ninguna noticia ni la del aumento progresivo de la población mayor y de sus edades ante una cada vez más larga esperanza de vida. Y en este marco es fundamental prorrogar la independencia, conocer bien las necesidades asistenciales clínicas y sociales y los factores modificables ligados al estilo de vida y al entorno social.

Por ello, la Dirección regional de Salud Pública ha querido conocer la fragilidad de sus mayores. Su salud y vulnerabilidad y ello de la forma más natural, a través de los pacientes mayores que acuden a las consultas de enfermería por estar enfermos, para una revisión, a petición propia o de un familiar, por consulta espontánea o programada o a domicilio. Y sí, una buena parte de las personas con más de 65 años, y sobre todo de 85, es frágil. El 16% tiene suficientes problemas como para convertirse en dependiente. De dicho porcentaje, el 5,6% tiene una incapacidad severa; el 3,3% , grave; y el 6,8%, moderada. Por lo tanto, el 84,3% restante disfruta de autonomía o, al menos, se defiende con problemas ligeros.

Indica el estudio de la Red Centinela de Enfermería de la comunidad que, en términos absolutos, «se puede considerar que la población con una dependencia moderada o severa en Castilla y León con más de 65 años se sitúa en alrededor de las 94.500 personas».

El trabajo define como frágil «a la persona en la que las funciones fisiológicas disminuyen, produciéndose una situación de mayor vulnerabilidad y que, aunque se puede presentar también de forma independiente, se suele asociar con discapacidad y comorbilidad».

La prevalencia de la dependencia aumenta en casi seis puntos en los últimos 20 años

Entre los resultados de este informe también se recoge que la dependencia es mayor entre las mujeres que entre los hombres, y no en poco sino en más de seis puntos porcentuales y, además la distancia, se hace más visible, con el aumento de la edad. Así, hay un gran salto en la población de más de 85 años donde casi el 40% de la población es frágil y con discapacidades. La dependencia es mayor en los pueblos, con 17,4%, que en la ciudades y zonas semiurbanas, con un 12,3%. En cuanto al análisis de la forma de vida, de la convivencia con más personas en el hogar o en una residencia, el 77,6% de las personas institucionalizadas son dependientes, mientras que solo lo son el 8,3% de los que viven solos y el 16,6% de los que tienen compañía en casa. Además, el estudio revela que los ancianos asistidos que residen en instituciones geriátricas tienen un mayor poder adquisitivo. Los resultados de las pruebas de fragilidad de estos pacientes son del 2,8% y las mujeres tienen una prevalencia de vulnerabilidad también algo mayor que los hombres en estas circunstancias, con un 3,1% frente a un 2,4%.

Provincias

También hay diferencias entre provincias. Las que disfrutan de una tasa de fragilidad por debajo de la media son Palencia, Salamanca, Segovia, Soria y Zamora. Las que tienen un mayor número de mayores con problemas de salud y dependencia son Ávila y Burgos, con un 4,7% de tasa de fragilidad. La investigación, que persigue además orientar sobre una intervención efectiva para retrasar la pérdida de autonomía, recogió los datos en 2017 con la participación de 95 profesionales en el estudio con 4.052 pacientes registrados que dieron su consentimiento para realizar los tests (de Barthel y de Katz) que analizan este tipo de prevalencia y dependencia, además de datos de identificación y sociodemográficos. Cada paciente, para evaluar el éxito de la intervención en caso de fragilidad, volvió a ser citado a los seis meses y al año para pasar de nuevo los formularios. A este respecto, la red de enfermeros centinela valoró la necesidad de continuar con el seguimiento comparativo del grupo de control y el de intervención para poder obtener unos resultados válidos y precisos, realmente significativos, por lo que la recogida de datos y el seguimiento se prolongará a lo largo del presente 2018. No obstante, los primeros y provisionales resultados recogen una mejora de la fragilidad en el grupo de intervención del 12% mayor que la del grupo de control.

Comparativa

El estudio, elaborado por Loreto Mateos, Eva María Vián, Ana Ordax y Tomás Vega, pretende además comparar sus resultados con el mismo realizado en 1997-1998 con 4.954 pacientes de Atención Primaria y un diseño idéntico. En estos 20 años de diferencia, se ha observado un cambio demográfico en la población de más de 65 años que asiste a su centro de salud. Lo más significativo es el aumento de la media de edad de la población en tres años (de 75,55 años en 1997 a 78,43 años en 2017).

La residencia y convivencia de las personas mayores también se ha modificado en este periodo de tiempo; así se detecta «una transición de una existencia acompañada a una vida en soledad». Los porcentajes pasan del 83,1% en 1997 a solo el 77,1% en 2017 en las personas que viven con familia o amigos y del 15,2% al 21,3% en las que están solas. El porcentaje de los mayores que viven en residencias se mantiene en el 1,7%. Eso sí, dos decenios más tarde, los ancianos institucionalizados son mucho más asistidos. Algo que responde a los criterios de ingresar a alguien en una residencia, especialmente los de las públicas y concertadas, prácticamente limitadas a los casos que precisan una gran atención y lejos se quedó el modelo de los llamados 'válidos' viviendo en centros geriátricos.

Uno de los datos más preocupantes es la constatación de que la prevalencia de la dependencia moderada o severa aumentó del 11,4% de 1997 al 17,1% actual; lo que reclama obviamente más respuesta sanitaria y social. No obstante, no significa un peor estado con la misma edad sino un envejecimiento aún mayor de la población dado que ajustado a la edad, el aumento baja al 1%.

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