Inés Rodríguez Hidalgo, la juglar que habla del sol en el Museo de la Ciencia de Valladolid

Cursó el primer ciclo de Ciencias Físicas en la Universidad de Salamanca (1979-1982) y se licenció en especialidad en Astrofísica en la Universidad Complutense de Madrid (1982-1985). La ciencia le hizo abandonar su casa para trasladarse a La Laguna (Tenerife), donde fue investigadora en Física Solar, con especialización en estructuras de la fotosfera en calma mediante observaciones fotométricas, espectroscópicas y espectropolarimétricas en el Instituto de Astrofísica de Canarias. Allí fue profesora en la Universidad y Directora del Museo de la Ciencia y el Cosmos de La Laguna hasta 2009. Firme defensora de la ciencia como pilar cultural, cursó el conservatorio en Salamanca, Valladolid y Madrid para terminar el curso superior de piano (décimo curso). Ha sido profesora superior de piano en el Conservatorio Superior de Música de Santa Cruz de Tenerife. Además, forma parte del jurado del Premio Princesa de Asturias de la Investigación Científica y Técnica y suele llevar ropa confeccionada por su madre a la ceremonia. Un guiño a sus comienzo y a la familia que la vio crecer.

Y en ese nudo entre la música y la astrofísica se comprende la verdadera pasión de Inés Rodríguez. En un mundo en el que la especialización parece aislar cada pequeña parcela del resto, ella es una amante de la cultura en cada uno de sus hilos. Teatro, danza, literatura, música, arte y ciencia. Para ella todo es uno, tal vez porque su mente es tan chispeante que necesita unirlas todas bajo su melena de pelo blanco. Y eso es exactamente lo que hace en sus conferencias, su lugar natural, el sitio donde emerge el bardo que hay dentro de ella, donde cuenta historias y se convierte en una cuentacuentos.

Una pequeña conversación con ella basta para comprender que la divulgación es la esencia de su trabajo. Los que acuden a las conferencias pueden verla cantar, poner una puesta de sol para hablar del astro rey y reírse de su particular sentido del humor, que aplica para hablar de conceptos que al común de los mortales les suenan a ciencia ficción.

Siempre hubo en ella una parte muy precoz, muy brillante, que se escondía tras una niña tranquila, que luego estalló para convertirse en la mujer terca y dinámica que es hoy. Ser la mayor de cuatro hermanos, otras dos chicas y un chico, le hizo madurar muy rápido, aunque solo ella sabe cuando se dio cuenta de que tenía una inteligencia innata que le facilitaba poder contar cuentos sobre ciencia. Tan cabezota como autocrítica con su trabajo, Inés Rodríguez dirige el Museo de la Ciencia con su propio estilo vivaz y chispeante, tanto que a veces arrasa con sus colaboradores, que sufren para seguir el ritmo que marca la directora.

Siempre inquieta, siempre preparando las próximas actividades del museo, pasa cada día concentrada en su trabajo. Y casi cada noche. Porque Inés Rodríguez roba horas al reloj para poder abarcar todo lo que su mente marca.

Ahora sus pasos recorren el Museo de la Ciencia para llevarla cada mañana hasta su despacho, en el que prepara las próximas actividades. Allí su cerebro bulle en busca de la próxima historia que pueda contar.