Hielo anestesiante
El portavoz de la Junta se fajó esta semana en no desautorizar expresamente al vicepresidente y a la vez neutralizar el posicionamiento frentista que marcó el dirigente de Vox con la ley del aborto
Como hielo picado para rebajar la inflamación verbal, dardo anestesiante frente a mensajes desbocados o extintor para sofocar el fuego de declaraciones incendiarias. Carlos Fernández ... Carriedo va a ser esta legislatura un portavoz de la Junta apagaincendios. Los que prendan el vicepresidente Juan García-Gallardo y los consejeros de Vox en las redes sociales o cuando se pongan ante un micrófono en las Cortes, en una entrega de premios o en una rueda de prensa convocada por la Junta, con escenario y personal pagados con fondos públicos, y el hombre de partido, Vox en este caso, se sobreponga al responsable institucional.
La gestión de la Junta se mide cada jueves en lo que aprueba o deja de aprobar el Consejo de Gobierno, que es a la comunidad lo que el Consejo de Ministros al país. En el de esta semana recibieron el visto bueno, entre otros expedientes, las obras para rehabilitar un centro cívico en un edificio zamorano del que se elogiaba que era raro ejemplo de la arquitectura brutalista. También la restauración de 30 escombreras en Zamora, el encargo del servicio de hemodiálisis domiciliaria para pacientes de León, la prórroga por un contrato urgente de la atención telefónica del Centro de Emergencias 1-1-2, la flexibilización de trámites para montar plazas de toros portátiles o los trabajos para reforzar los taludes de la carretera que va de Cervera de Pisuerga a Velilla del Río Carrión.
Todo eso pasó desapercibido. Competía con el mensaje del vicepresidente en el que fijaba por su cuenta la posición de Castilla y León sobre una reforma de la Ley del Aborto que aún no está vigente porque debe superar el trámite parlamentario. Sin contar con el PP. «Tendréis a la Junta de Castilla y León enfrente», escribió García-Gallardo en su perfil de Twitter la tarde del martes. Abría el frente de batalla con La Moncloa.
Y el jueves Carlos Fernández Carriedo más que responder, dribló 14 preguntas. Si hubiera contestado medianamente claro no ya a la primera, pongamos que a la tercera, se abría ahorrado las once siguientes. Pero el portavoz de la Junta llevaba el mandato de no desautorizar expresamente al 'vice' y a la vez exponer una posición oficial de la Junta, que preside Alfonso Fernández Mañueco con el apoyo de Vox, que disolviera la opción de guerrear contra el Gobierno. Enfriar el asunto. Anestesiarlo.
Para esa encomienda, Mañueco no podría poner portavoz más aseado para conseguir sus intereses que el actual. Acreditado apagafuegos para encarar una etapa de elevado riesgo de incendios políticos, con conocimiento enciclopédico de la Junta y que no pierde los nervios en público por más tensión que haya. Impasible ante las 14 preguntas sobre el amago del frente institucional por el aborto, Carriedo sumó otras dos cuestiones a cuenta de la arremetida del consejero de Industria en las Cortes contra los sindicatos. 31 minutos con los periodistas empleados en tratar de reconducir unas opiniones o negar otras que se habían dicho, como las que sí vertió Veganzones sobre unos sindicatos que, según el dirigente de Vox, «solo se representan a sí mismos», mientras a juicio de su compañero del PP, «representan a los trabajadores», como la patronal CEOE hace con los empresarios. En resumen, tiempo empleado en rectificar a dos miembros del Ejecutivo autonómico con carné ultraconservador procurando no dar volantazos.
El jueves no necesitó la Junta oposición. Ni lució la diálisis ni las escombreras ni el centro cívico de Zamora ni ningún otro proyecto. Nada más allá del fragor político que prenden los de Santiago Abascal, obligando a Fernández Mañueco a gastar energía en intentar anestesiar el conflicto o sepultarlo bajo capas de hielo picado. Para eso no vale cualquiera. Carriedo, sí.
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