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Un agente de tráfico comprueba los datos en un carné de conducir. Antonio Tanarro
La Fiscalía pide un freno legal para los conductores veteranos que circulan sin renovar el carné

La Fiscalía pide un freno legal para los conductores veteranos que circulan sin renovar el carné

Una de cada tres sentencias que se firman en Castilla y León tiene que ver con delitos contra la seguridad vial

M. J. Pascual

Valladolid

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Lunes, 5 de noviembre 2018, 07:44

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Los delitos contra la seguridad vial juzgados y sentenciados en Castilla y León el pasado año superaron en más de un millar los de 2016, según destacó la fiscal superior de la comunidad, Lourdes Rodríguez, durante su presentación de la memoria anual ante sus señorías de las Cortes. Este «fracaso educativo de España», como lo define el fiscal de sala coordinador de Seguridad Vial, Bartolomé Vargas, en Castilla y León plantea además una particularidad que empieza a inquietar a los representantes del ministerio público. Se trata del importante incremento detectado por la Guardia Civil de Tráfico en el número de conductores mayores que circulan durante años con el carné caducado, con el potencial riesgo que ello supone para la seguridad en el tráfico. Máxime, si esta realidad constatada a pie de carretera por los agentes, que aún no tiene reflejo estadístico, se pone en relación con los últimos datos publicados por la Dirección General de Tráfico (DGT): las personas mayores de 65 años están involucradas en uno de cada diez accidentes con víctimas. El 55% de esos siniestros ocurren en vías urbanas, el 60% por colisión lateral o trasera y el 14% por salidas de la vía.

Un total de 3.279 sentencias por delitos sobre seguridad vial se firmaron en Castilla y León en 2017, lo que supone 1.004 más que en 2016. De estas sentencias, 2.013 fueron por conducción bajo la influencia del alcohol y drogas. Hubo 959 casos sentenciados por los juzgados por conducir sin carné o licencia.

Capacidades

La primera fiscalía de la comunidad en dar la voz de alarma ha sido la de Zamora, que destaca «la gran cantidad de personas mayores que circulan durante año con el permiso de conducir caducado». Y lo hacen, argumenta, porque «saben que es solo una infracción administrativa, aceptan el pago de la multa y siguen conduciendo».

Estos veteranos conductores, que cogen el coche para ir al pueblo de al lado a tomar el vermú o a echar la partida, no es que quieran ahorrarse lo que cuesta el psicotécnico. No van a renovar sus permisos porque, según subraya el ministerio público, «son conscientes de que sus capacidades psicofísicas están mermadas, no se trata de una cuestión económica». Se niegan a aceptar sus limitaciones y no quieren renunciar al coche por la autonomía y movilidad que les permite, especialmente en zonas rurales donde no llega o lo hace con cuentagotas, el transporte público.

El envejecimiento de la población es una asignatura pendiente para la seguridad del tráfico, como deja patente el Barómetro de Salud Vial en Mayores, elaborado por investigadores de la Universidad de Valencia por encargo de la Fundación Española para la Seguridad Vial y presentado a primeros de año. Según este estudio, realizado a partir del análisis de 73.190 accidentes con víctimas en los que estuvieron implicados 55.491 mayores de 65 años, durante el periodo comprendido entre 2011 y 2015, el mayor porcentaje de muertes se produce en caminos vecinales, travesías y vías de servicio. De 65 a 74 años, la mayor parte de las víctimas son conductores, mientras que los de entre 85 y 99 años son peatones. Este subgrupo de edad, cuando viaja en coche, además, 'se olvida' de ponerse el cinturón de seguridad en el 16% de los casos.

Infracciones

Las infracciones más repetidas son que no respetan los 'stop' y las distancias de seguridad, la prioridad en las travesías y no van a la velocidad que requiere la vía. La otra cara de la moneda es que los conductores 'senior' , a pesar de su mala prensa entre los otros usuarios de las carreteras, están a la cola de la estadística de Tráfico en sanciones y pérdida de puntos porque incurren en menos excesos de velocidad y consumo de alcohol y drogas.

No obstante, desde la Fiscalía se considera que hay que tomar medidas legislativas para impedir que personas que carecen de las condiciones psicofísicas necesarias para conducir sigan saliendo a la carretera y poniendo en peligro las vidas de otros y la suya. «Si el legislador quiso tipificar como delito conducir sin haber sacado el carné, con el argumento de la necesidad de demostrar conocimientos técnicos, también lo son las condiciones psicofísicas y, si estas personas carecen de ellas, habría que buscar una solución». La solución que propone es una modificación de la Ley sobre Tráfico, Circulación de Vehículos a Motor y Seguridad Vial, en vigor desde enero de 2016: «Deberían estar penadas las conducciones con permisos caducados». En la Ley se especifica que «el conductor debe estar en todo momento en condiciones de controlar su vehículo», pero no fija una edad máxima para poder conducir ni penaliza con circular con el carné caducado. La tendencia en la legislación europea es a no limitar la edad, sino a ciertas horas del día para mitigar la pérdida de visión nocturna, que afecta al 40% de los mayores de 65 años. También en ciertos países europeos se plantea reducir a 30 kilómetros el radio de conducción de los mayores. En España se reduce el tiempo de renovación del carné a partir de los 65 años.

Vigencia

La vigencia del permiso de la clase B pasa de los diez a los cinco años. Los especialistas de compañías aseguradoras y de la propia fiscalía de Seguridad Vial son partidarios de unos reconocimientos más rigurosos y que, en el caso de los conductores mayores de 70 años, que ya son legión en comunidades como la de Castilla y León, los controles psicotécnicos se realicen, al menos, cada dos años y no cada cinco, como se exigía antes de la reforma legal de 2009. Las restricciones más frecuentes para seguir conduciendo obedecen a problemas visuales, perceptivo-motores y auditivos. Unas limitaciones que se agravan a partir de los 70 años.

En cabeza

Al igual que el año anterior, los delitos más calificados por las fiscalías de Castilla y León han sido los delitos contra la seguridad vial y, sobre todo, el delito de conducción bajo los efectos de bebidas alcohólicas. El número de asuntos por delitos de tráfico supera los delitos contra el patrimonio (robo con fuerza, hurto y robo con violencia e intimidación), que hasta hace dos años eran el 'clásico' de los asuntos judiciales, de tal forma que una de cada tres sentencias que se firman en los juzgados de Castilla y León están relacionadas con los delitos de la seguridad vial. O lo que es lo mismo, estos asuntos son ya un tercio de la actividad judicial.

No obstante, apunta la fiscal superior, aunque «hayan aumentado las diligencias urgentes, la respuesta penal en este ámbito es rápida y eficaz, pues los procedimientos se tramitan en plazos muy breves, muchos de ellos, en el mismo juzgado de guardia, presentan un índice muy elevado de sentencias de conformidad y la ejecución de las mismas es prácticamente inmediata».

De todos los delitos relacionados con el tráfico viario, el exceso de velocidad ha pasado a un segundo plano. La mayoría de los casos que llegan a los juzgados son por conducción bajo la influencia del alcohol o las drogas (más de 2.000 sentencias), seguido de la conducción sin permiso (959 asuntos). Solo en dos casos, por la gravedad de la infracción cometida, se dictaminaron medidas de prisión contra los conductores.

«Hay que conocer la máquina que llevas y las limitaciones que tienes»

Se enorgullece de tener en su haber cincuenta años conduciendo y que no le hayan quitado ni un punto. Gregorio Alonso Doce tiene 76 años y acaba de renovar su carné por otros tres, tras pasar el reconocimiento sin que le hayan puesto restricciones «porque las letras últimas del todo las veo perfectamente y los reflejos».

–¿Cuántos kilómetros ha hecho usted?

–Fácilmente me habré hecho dos millones y medio de kilómetros. Hasta ahora tenía todos los permisos, también de moto, autobuses y furgonetas grandes.

–¿Cuál tiene que ser la actitud de una persona mayor al volante?

–Pues la misma a cualquier edad: yo conozco mi coche y mis límites. La experiencia es un valor importante, pero en el exceso de confianza también está el peligro. Yo, normalmente, no voy a más de 130 kilómetros y no cojo el móvil. A mucha gente la ves conduciendo con el móvil en la oreja, y esa es una imprudencia muy gorda.

–¿Por qué cree que los mayores tienen tan mala prensa entre los otros conductores?

–Porque hay gente con más de 70 años que no es consciente de la responsabilidad, se meten en el carril contrario, están en otro mundo. Hay que conducir mucho con los espejos. Ser conscientes de las pastillas que se toman, si dan sueño... Yo siempre llevo una botella de agua y si me entra, bebo cuatro o cinco veces y con eso, fenomenal. También hay que saber las condiciones del día en el que vas a conducir: con lluvia, por la noche...

–¿Habría que poner un tope de edad para seguir conduciendo?

–Más que límite de edad, a partir de los ochenta años habría que hacer unos exámenes más rigurosos y cada menos tiempo. A mí no me va a hacer falta que me lo digan: cuando sea un peligro.

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