Los virus del papiloma humano
Su infección es responsable de prácticamente el 100% de los casos del cáncer de cuello del útero, y también interviene en otros cánceres como los de vulva, vagina, pene, ano, boca o faringe
Los virus del papiloma humano, o VPH, son un conjunto de más de 100 virus diferentes que pertenecen a una misma familia. Algunos de ... estos virus producen infecciones por contacto con la piel y las mucosas, causando unas verrugas muy características en las manos y los pies, que se denominan 'papilomas'. Otros se transmiten por vía sexual, y de hecho se considera al VPH como la infección de transmisión sexual más frecuente. La mayoría de las infecciones producidas por el VPH no causan ningún síntoma y se resuelven de forma espontánea, aunque también pueden causar verrugas genitales y otras afecciones.
Sin embargo, la gran relevancia en salud pública de los virus del papiloma se debe a que la infección persistente por algunos tipos de estos virus, llamados de 'alto riesgo', es responsable de prácticamente el 100% de los casos del cáncer de cuello del útero, y también interviene en otros cánceres como los de vulva, vagina, pene, ano, boca o faringe.
La vacuna frente al virus del papiloma humano (VPH) generó cierta polémica en sus primeros años de uso, por las incertidumbres que en aquel momento se planteaban en tres factores clave: efectividad, seguridad y coste. En cuanto a la efectividad, la evidencia consolidada de más de diez años ya ha demostrado el beneficio de la vacuna para prevenir la infección, así como para reducir la frecuencia de lesiones que anteceden al cáncer. En lo que se refiere a la seguridad, la actual experiencia de vacunación de cientos de millones de mujeres en todo el mundo, de ellas más de un millón en España, hace que las principales instituciones sanitarias internacionales apoyen la vacunación sin reticencias. Y en cuanto al coste, el descenso en precio con respecto a los primeros años permite que esta vacunación no suponga en la actualidad un motivo de desequilibrio entre las distintas prioridades de salud que debe abordar la sanidad pública.
Desde el año 2008 la vacunación frente al VPH en mujeres adolescentes es una prestación de salud pública incluida en el calendario de vacunación infantil. Inicialmente se vacunaba a las adolescentes de 14 años, con 3 dosis, pero actualmente la pauta recomendada es a los 12 años, y únicamente se requieren 2 dosis de vacuna que se administran con un intervalo de 6 meses entre sí. Además, a diferencia de las primeras vacunas que protegían frente a 2 o 4 tipos de VPH, las vacunas más recientes amplían la protección frente a 9 tipos de virus del papiloma humano.
Existe en la actualidad un nuevo debate, sobre la posible inclusión de los varones en los programas de vacunación, tanto por la prevención de sus propios daños como por su posible contribución en la prevención de trasmisión a sus compañeras sexuales. Sin duda, la mayor carga de enfermedad sobre las mujeres hace de ellas el grupo prioritario de actuación, y parece razonable asegurar en primer lugar unas elevadas coberturas en las adolescentes de 12 años, que constituyen actualmente la población diana de los todos los programas de vacunación en España. Además, debe considerarse la protección de los hombres que tienen sexo con hombres, ya que la inmunidad comunitaria, que se logra cuando se alcanzan altas coberturas en la vacunación sistemática de las mujeres adolescentes, es menos probable que beneficie a los varones homosexuales. En algunas comunidades autónomas se está empezando a implantar una recomendación en este sentido, consensuada en el Consejo interterritorial del Sistema Nacional de Salud.
Finalmente, debemos recordar que la vacunación frente al VPH protege frente a la infección por estos virus, pero no frente a todo el resto de infecciones de transmisión sexual. En este sentido, el hecho de que la vacuna frente al VPH se recomiende a los 12 años, con el fin de anticiparse adecuadamente a la edad de inicio de las relaciones sexuales, podría servir de referencia para no obviar ni retrasar en exceso una adecuada educación afectivo-sexual, que permita a los adolescentes conocer los riesgos y la forma de prevenirlos, con suficiente antelación. Esa es otra 'vacuna' fundamental.
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