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Un padre observa a su hija mientras habla por teléfono. FOTOLIA
Un decálogo para bregar con la adolescencia

Un decálogo para bregar con la adolescencia

El psicólogo infanto-juvenil Jesús Niño ofrece diez claves para que esta etapa compleja se pueda afrontar con garantías de éxito

J. Asua

Valladolid

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Miércoles, 23 de octubre 2019, 07:50

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«La adolescencia es un momento crítico para aprender a ser padres», subraya Jesús Niño, psicólogo infanto-juvenil y orientador educativo. Tener práctica y haber ejercido antes lo es todo para afrontarla con garantías. El diccionario de la Real Academia de la Lengua Española es parco para definir esta etapa básica en la evolución: «periodo de la vida humana que sigue a la niñez y precede a la juventud», se lee. No hay matices, pero cualquier familia que haya tenido que bregar con ella sabe que es compleja. Dura, en ocasiones.

El experto consultado por El Norte de Castilla ofrece una serie de claves para que este itinerario se desarrolle de la mejor manera posible. No hay fórmulas mágicas y cada chico o chica es mundo, marcado, además, por el desarrollo de su infancia y la educación recibida, pero son líneas básicas, que, si se siguen, pueden ayudar para que pubertad -el cambio fisiológico que se vive- y los efectos psicosociales que se sufren en esta etapa tengan consecuencias positivas para todos. «Es una cuestión de ventajas; educar bien a los hijos te va a traer beneficios a futuro, como padre o madre, y a la sociedad en general», asegura el especialista.

1

Educación, una función de los padres. Insiste el psicólogo en la importancia de que el peso de la educación recaiga en la familia. La relación con el centro de enseñanza debe ser fluida y hay que implicarse en el periodo formativo. Es fundamental mantener buenas relaciones con los tutores, acudir a la reuniones y estar atentos a las demandas y consejos de estos, además de trasladar al profesorado cualquier circunstancia que afecte al adolescente para facilitar la comprensión de su situación de cambio.

2

La paciencia. Es un periodo de cambio muy brusco. Se produce una «desincronía» en la cabeza de los chavales. Se escuchan a sí mismos, son reticentes a seguir los consejos de sus padres, su opinión es la única que vale... Por eso es importante ser paciente. «Quieren demostrar que empiezan a ser mayores y que tienen su criterio; se les debe respetar, aunque a veces cueste o se sea consciente de que se equivocan. Es mejor intentar razonar que imponer».

3

Dar ejemplo. Los padres deben dar ejemplo, en este sentido, y reconocer que ellos también se equivocan. La verdad absoluta no está en ninguna de las dos partes y con diálogo se puede llegar a acuerdos.

4

No es no. Este aspecto depende mucho de la educación que hayan recibido con anterioridad. El adolescente tiende a estirar el chicle en favor de sus intereses. Los padres deben ser conscientes de cuándo se pueden hacer ciertas cesiones y en qué momento es necesario mantener un no. Siempre razonado, aunque les moleste. Puede que tras la reflexión lo entiendan.

5

Escucha activa. A los adolescentes no conviene interrogarlos. Es mejor mantener una actitud de escucha activa. Muchas veces son ellos los que se lanzan a contar las cosas y a partir de ahí se puede tirar del hilo para saber más de su vida, de sus inquietudes o preocupaciones. Jesús Niño también aconseja que los padres cuenten cómo se sienten ellos para que estos sepan que problemas y frustraciones son algo común, también, en la vida adulta.

6

Empatía. Es importante ponerse en su lugar. Todos hemos pasado esa etapa y debemos recordarla. Nuestros enfados, la irritabilidad en algunas ocasiones, las ansias de libertad sin imposiciones. Conviene no olvidarlo para no afrontar este periodo como algo ajeno. Forma parte de la vida.

7

Cumplir siempre con la palabra. Es fundamental que ambas partes, que en fondo son la misma, cumplan su palabra. Los chavales deben adaptarse a las normas que se les den y los mayores mantener el pacto al que se haya llegado respecto de diferentes temas, como por ejemplo la hora de llegada a casa. Poner normas demasiado exigentes puede no ser tan bueno, porque hay riesgo de que no se cumplan.

8

No hay temas tabú. La familia debe ser el lugar para hablar de todo y en especial de los temas más críticos en estas edades como el consumo de alcohol y drogas, el sexo o los riesgos de las redes sociales. Es básico hacer un esfuerzo para tratarlos con naturalidad y al mismo tiempo que los consejos que trasladen los padres no suenen a perorata, sino que sean efectivos. Los chavales son receptivos y si un padre o una madre les habla de forma constructiva interiorizan a qué se enfrentan con determinados temas.

9

La cultura del esfuerzo. Esta tiene que venir de atrás. Nada es gratis en esta vida y para lograr los objetivos hay que trabajárselos. Por eso, no conviene ser especialmente permisivos en algunos aspectos materiales. Mantener un control sobre los hábitos de estudio y orden en el trabajo formativo es importante.

10

Darles responsabilidades. Hay que confiar en ellos, aunque a veces nos cueste y dar responsabilidades a los adolescentes. Deben ser conscientes de que si quieren caminar hacia la etapa adulta deben asumir obligaciones que tocan también a los mayores. Ejemplos clásicos: mantener su habitación en orden o colaborar en casa. El hogar es de todos y todos deben ayudar a que este funcione de la mejor manera posible, según propone Jesús Niño.

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