Borrar
Ana Fernández, en el centro con su asistente, Noemí Salazar, a su derecha y Lara Borondo, también asistente de Predif. :: Henar Sastre
Los dependientes que eligen como ayuda al asistente personal se duplican en un año

Los dependientes que eligen como ayuda al asistente personal se duplican en un año

La región lidera el impulso de esta figura con un aumento del 113% frente al 10% nacional

Ana Santiago

Valladolid

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Viernes, 1 de junio 2018, 15:52

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

No son cuidados. Son el soporte que suple las limitaciones de una persona con discapacidad para diseñar su existencia, para vivir su vida como decida hacerlo. La asistencia personal es una prestación que está en la Ley de Dependencia desde su primera redacción, desde 2007, pero sin desarrollo alguno. Era, y aún es, una gran desconocida y además no es una prestación de atención sino más bien de promoción de la autonomía. Sin embargo, esta figura ha ido ganado peso progresivamente y en el último año ha dado un gran salto, tanto como para –de abril a abril– multiplicarse por más de dos. Ahora son ya 681 las personas dependientes que han elegido esta ayuda y eran 319 hace solo un año. Y de aquellos anecdóticos trece usuarios que suponían el 0,05% del total ya supera el 0,53%.

Son muchos los pasos que siguen pendientes para impulsar esta figura en la que cree el sector y la Consejería de Familia e Igualdad de Oportunidades como básica para impulsar la autonomía y retrasar el deterioro, compatible con otras prestaciones y fundamental también para impulsar la inserción social y laboral.

Un asistente personal es un profesional que tiene por jefe a una persona con dependencia. Trabaja determinadas horas, no necesariamente ni las mismas ni con igual horario cada día y facilita que pueda estudiar, trabajar, ir de compras, hacer papeleo, acudir al fisioterapeuta o simplemente con los amigos.

El impulso dado a esta figura ha logrado un crecimiento del 113% en la comunidad mientras en España solo lo ha hecho en un 10%. El incremento regional en 362 personas –en todo el país fue de 568– es el que ha producido el 64% del aumento nacional. En el resto del país, hay once comunidades en las que no hay ningún usuario y en las demás es prácticamente testimonial, sin superar los diez. Solo el País Vasco tiene alguna buena cifra, pero su prestación se mezcla con la ayuda a domicilio, algo que en Castilla y León tiene sus propios beneficiarios aparte, porque es un servicio diferente. Además, la Junta dará un paso más al hacerla compatible con las ayudas en el entorno familiar cuya cuantía también ha anunciado que mejorará.

Los interesados no lo dudan. La vida les ha cambiado, en cuanto a libertad, independencia y calidad.

Ana Fernández Sancho, una vallisoletana de 30 años que padece distrofia muscular, creció con esta enfermedad congénita perdiendo fuerza y movilidad con los años. La silla de ruedas y un respirador son ya una presencia continua en su vida, desde hace tiempo. Su dependencia no le ha impedido estudiar, dos carreras a falta de una – Educación Especial y Psicopedagogía– y aprobar unas oposiciones; aunque finalmente ha preferido trabajar como técnico en la Consejería de Educación.

Su carácter, fortaleza y su forma de pensar hicieron siempre muy libre a Ana. Capaz de acudir a clase cada día en un carísimo taxi adaptado, sola o con el apoyo en la Universidad de algún compañero o amiga, resolvió su vida siempre con el apoyo de su incansable madre y aunque nada parece ponérsele por delante, el contar desde hace unos meses con un asistente personal le ha cambiado la vida. Tanto que sus planes más inmediatos son lo de emprender una vida sola en su propia casa con el apoyo de esta prestación.

El primer servicio, por acuerdo de la Junta y Predif, para gestionar la ayuda cumple un año

Necesita ayuda para asearse, vestirse o comer;pero quiere y puede tener una vida plena, suya. «Me posibilita autonomía, me permite acceder a cualquier entorno social, laboral, de ocio, simplemente me acompaña a coger el bus o porque he quedado con alguien. Me facilita llevar una vida organizada y potencia mi autonomía, separarme del cuidador principal que es mi madre y el vínculo es muy diferente porque con Noemí –su actual asistente, tuvo otra antes– yo tomo las decisiones, con mi madre la relación es otra».

«Un ejemplo tonto –explica Ana– a mí me encantan los tatuajes, tengo muchos. A mi madre no le gustan nada. Fui a hacerme uno con mi asistente y si le parece bien o mal no importa, no hay influencia, porque yo decido». Una situación que, además, 'libera' a su madre, le da un respiro para sus propios día a día.

Noemí Salazar, con 27 años, llegó a este empleo desde el programa de Garantía Juvenil por el que cobraba la Renta Garantizada de Ciudadanía. Sin saber muy bien en qué se metía, comenzó con el curso de Predif y encontró a lo que quiere dedicarse profesionalmente. «Es mi primer trabajo y me gusta mucho, es mucho mejor de lo que esperaba y no me cuesta, hago lo que ella dice, nos hemos adaptamos muy bien. Es una buena jefa», garantiza.

Lara Borondo, con tan solo 22 años, compatibiliza su trabajo con la asistencia a tres personas dependientes, de perfiles muy distintos, con sus estudios de Educación Social. Un pequeño autista de tan solo cinco años, un adulto con distrofia muscular y una anciana sorda de 90 años. Una variada experiencia que «me gusta mucho porque encaja con la filosofía de vida independiente que es algo que me interesa mucho».

Lara explica la importancia de no caer en la tentación de sobreproteger a la persona, de indicarle qué y cómo hacer: «Tienes que respetar su forma de vida, sus preferencias; incluso las del niño aunque como es muy pequeño y con autismo, no habla, las indicaciones serán las de la madre; pero tengo claro que mi papel es fomentar que sea autónomo. Ellos ponen el ritmo». Para esta joven este es «solo un trabajo transitorio, no lo entiende como su forma de vida porque, a diferencia de Noemí que suma 31 horas semanales, incluso con tres personas, el sueldo es una propinilla al hacer solo diez horas semanales;pero la experiencia es muy buena».

Precisamente, el lograr que estos puestos de trabajo lleguen a sumar una nómina decente es uno de los objetivos de Predif. «Algunos lo compatibilizan con otros trabajos, nos ofrecen una disponibilidad parcial, y, en algunos cosas, nosotros organizamos las horas para que el asistente personal pueda compatibilizar varias personas y lograr una jornada laboral completa», destaca Francisco Sardón, presidente de Predif y del Cermi, las organizaciones que engloban al sector.

Lara destaca que «con la misma formación puedo atender a personas muy distintas, con limitaciones muy diferentes, con intereses variados... porque son ellos los que te tienen que decir qué quieren y cómo lo prefieren».

Esta es la filosofía que defiende el sector, la de que el principal formador es el beneficiario de la prestación; aunque el curso de 50 horas enseña conceptos y mínimos.

Contratos

Un acuerdo entre Predif y la Junta, impulsó –hace ahora un año– el primer servicio integral de la asistencia personal. En este tiempo ha formado ya a 155 asistentes que han prestado el servicio a 113 dependientes; de ellos, 29 menores. Pero no es esta la única gestora del servicio, hay 35 entidades sin ánimo de lucro, diez empresas y numerosos particulares que prestan tal atención, según datos de la Junta. De hecho, explica Francisco Sardón, la asistencia personal es una prestación que puede solicitarse cuando se elabora el plan de atención bien contratando una entidad o bien a cualquier persona para que ejerza tales funciones, es una ayuda vinculada en realidad».

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios