El cereal encadena varias semanas de bajadas a un mes del inicio de la cosecha
En la cebada se vincula a la menor fabricación de las malterías por la covid aunque hay quien piensa en la especulación propia de cada año
Los cereales cotizan a la baja. Lo dice la Lonja Agropecuaria de Salamanca, la de León o los informes que semanalmente difunden desde la Asociación ... de Comercio de Cereales y Oleaginosas de España (ACCOE) que hablan de una bajada generalizada con la cebada a la cabeza.
Con los datos en la mano, la tablilla de la Lonja salmantina reflejó 163 euros para la tonelada de cebada el pasado lunes, recogiendo así, cinco semanas de bajadas consecutivas y situándose 14 euros por debajo del precio de hace un año o por debajo de los 176,75 euros de media de los últimos 12 meses.
En un sector en el que la especulación nunca falta, en el que se espera una buena cosecha si el tiempo no lo impide en el último momento y en el que la pandemia sirve de argumento para casi todo, se unen en combinación perfecta todos esos factores para hablar de bajada de precios a un mes del inicio de la recogida de la cosecha en la región y a 15 días de que arranque en Andalucía.
A pesar de los precios de referencia, Valentín García, coordinador de UCCL en Valladolid, asegura que la cebada «está por debajo de los 150 euros la tonelada». Su explicación es que «todos los cereales han bajado bastante pero el caso más desproporcionado es el de la cebada, dicen que puede ser por la maltería pero creo que no como para que hundan así los precios». Dicho de otro modo, el cierre del canal Horeca se traduce en menos necesidad de elaboración de cerveza.
En cifras
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40% de la superficie de trigo nacional se siembra en la región
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Líderes. Más de la tercera parte del cultivo del cereal español se cultiva en los campos de la comunidad.
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Harineras. El 35% de las industrias agroalimentarias en Castilla y León son harineras o de transformación de cereales.
Ese razonamiento no acaba de convencer a García, «yo creo que es el mercado, la especulación de las multinacionales tan potentes que son capaces de hundir los mercados o levantarlos pueden más que los gobiernos y juegan con un año que viene bueno y nos podía servir para tapar las deudas de los años 2017 y 2019 que fueron malos». La climatología de este año ha propiciado «mayor tratamiento de fungicidas, más costes, así que al final se va a quedar en un año regular».
Honorato Meneses, presidente de Asaja Palencia, coincide en que la cosecha «viene bastante buena» pero «los precios a raíz de la pandemia se han orientado a la baja, sobre todo la cebada, parece que las cerveceras malteras está paradas con el cierre del canal Horeca y es verdad que lo que llamamos el enlace de campaña suele ser complicado».
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Aurelio González, coordinador de la Alianza UPA-COAG, aprecia que «todos los años, si se prevé una buena cosecha hay un intento de bajada y eso pone nervioso». Hace referencia a un informe nacional que adelanta una buena cosecha en todo el país y un incremento del consumo, «pero siempre hay movimientos especulativos por lo que la recomendación es que se intente no vender enseguida».
José María Calvo, de la empresa de cereales y abonos del mismo nombre en Riego del Camino (Zamora), manifiesta que en el precio de los cereales influyen muchos factores y añade a todo lo dicho anteriormente, cuestiones como «que se traigan de fuera, si hay o no tirón, de si la gente quita ganado y no hay consumo». Su percepción es que este año «está todo muy parado y de nada sirve que haya mucha cosecha si no hay consumo».
A pesar de que nada es definitivo y hay margen para posibles subidas, «ya se empieza a seguir una tendencia bastante mala», aventura Valentín García, «como no seamos capaces de lograr una Política Agrícola Común (PAC) fuerte y unos precios medianamente dignos, en las zonas de terrenos malos el cereal dejará de ser rentable».
Estimar lo que cuesta producir una hectárea de cereal es complicado porque influyen muchos factores, «antes se hablaba de 380 a 400 euros los gastos de una hectárea si le sumas los abonos, los fungicidas; hay mucha diferencia de cobrar la producción a 140 que a 180 euros», al tiempo que pide que la ley de la cadena «tendría que empezar a funcionar y supervisar para que no pase esto, no puede ser que haya variaciones tan grandes y juguemos con los precios como siempre».
Honorato Meneses hace la cuenta de otra manera: «Para cubrir gastos hay que sacar de media unos 3.000 kilogramos» y recuerda que hay que tener en cuenta factores como «la zona, si la tierra es en propiedad o los precis de renta».
A pesar de que se avanza en reducir costes y en buscar mayores rendimientos, «sabes que si hay enfermedades como hongos o insectos hay que tratar y eso lleva un coste adicional por lo que si sigue bajando el precio, la rentabilidad queda en entredicho», concluye Meneses.
El propio consejero de Agricultura, Ganadería y Desarrollo Rural, Jesús Julio Carnero, recordaba la pasada semana que el del cereal «es un sector que tiene muchísimos problemas, entre ellos, la disminución de la rentabilidad económica de las explotaciones cerealistas, derivado entre otras cuestiones del aumento de los costes para la producción de los mismos; también el envejecimiento del sector o incluso las nuevas demandas sociales».
Carnero apostó por la «innovación» como algo «fundamental para que nuestros campos sean mucho más productivos desde el punto de vista del cereal». En este sentido, recordó que el Instituto Tecnológico Agrario de Castilla y León (Itacyl) desarrolla en la actualidad, 19 proyectos relacionados con la propia producción de los cereales y con la transformación. «En tiempos del coronavirus no hemos dejado de trabajar y en dos meses se han desarrollado cuatro nuevos proyectos vinculados a la innovación y la investigación».
Un total de 38.808 explotaciones son de secano, 2.971 de regadío y 26.470 mixtas.
Sostenibles, funcionales y resilentes, así deben ser los cereales del futuro
El Jefe del Área de Investigación Agrícola del Itacyl, Juan Carlos Prieto Tovar, traza una serie de líneas maestras sobre las condiciones que deben reunir los cereales de cara al futuro. «Deben ser sostenibles desde un punto de vista económico, social y medio ambiental», indica, «se deben buscar cada vez alimentos más nutricionales y funcionales; variedades que se adapten al cambio climático, resilentes; y todo ello, dentro de toda la cadena de valor».
Esto quiere decir que a la hora de producir se debe estar atento a la «necesidad de mercado» con unas producciones «cada vez más sostenibles, en las que haya una optimización del consumo de insumos y de riego».
El Instituto Tecnológico Agrario de Castilla y León trabaja en 19 actuaciones que suman más de 2,4 millones de euros y que en estos momentos se centran en variedades muy diversas y de las que esperan distintas funciones: obtener más rendimientos, características más saludables o más resistentes, sirven como ejemplo. «Lo que llamamos trigo sarraceno, que es un pseudocereal, puede tener una diferencia de producción con un trigo de entre el 30 y el 40% pero la rentabilidad puede ser mayor porque es más demandado por el mercado».
Dentro del propio Instituto se atienden, además, las demandas de la industria transformadora por lo que si una empresa requiere un nuevo snack de cereales, «esa necesidad de la industria la hacemos».
El Itacyl ha registrado cuatro nuevas variedades de cebada y una de ellas, la cebada 'Yuriko', es la tercera en el ranking de superficie nacional.
En estos tiempos se buscan, igualmente, harinas tecnofuncionales o la valorización de los cereales integrales. Así, está en desarrollo un proyecto en el que se trabaja con una sustancia concreta que puede estimular el sistema inmunológico y que podría ser utilizada para luchar contra ciertos cánceres.
Tampoco se puede olvidar la bioeconomía, la optimización de los subproductos.
Juan Carlos Prieto deja clara la premisa principal que establecen a la hora de embarcarse en un proyectos y es que «si el Itacyl no ve que en un proyecto están asociados todos los eslabones de la cadena, no nos vale, porque de nada sirve sacar una variedad si no tiene un producto final óptimo».
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