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Eloy de la Pisa
Sábado, 18 de abril 2015, 18:58
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Ya dice el refranero que nunca llueve a gusto de todos, y con las relaciones entre las distintas especies animales en el medio urbano el aserto se hace más evidente. Lo que es bueno para unos, es malo para otros: lo uqe beneficia a algunos, perjudica a otros. El caso es que la llegada de nuevos vecinos provocca la salida de otros. No es que exista una causa-efecto directa, pero sí parece muy claro que la presencia de nuevas especies es un elemento que, sumado a otras ya existentes, está provocando la salida -cuando no directamente la desaparición-, de otros.
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Pero de unos años a esta parte su población ha disminuido drásticamente, hasta el punto de que su ausencia es palmaria en algunos espacios urbanos. Las causas son múltiples, y los expertos no terminan de encontrar una razón definitiva. Quizá porqué el resultado es un compendio de situaciones.
Por ejemplo. Juan Carlos del Moral, experto en aves pequeñas de la organización ecologista SEO/Birdlife -una de las más prestigiosas del mundo-, sostiene que la pérdida de población de los gorriones hay que encontrarla en la competencia a la que les someten en la búsqueda de alimentos aves como las palomas, y en que «en los nuevos barrios se han eliminado los agujeros de las casas, no hay árboles viejos con huecos, que es donde crían los gorriones. Además están entrando nuevas especies, como las urracas o las cotorras, que también están contribuyendo a ese declive de los gorriones.» La primera es un depredador natural de los huevos y de los ejemplares jóvenes, y las segundas, alóctonas y por tanto desconocidas para los gorriones, se han convertido en azote de los nidos. Al fin y al cabo, después de miles de años de convivir con el hombre, no es el gorrión un animal que tenga una estrategia eficaz para defender sus puestas porque hace tiempo que no la necesitaba ya que el hábitat humano le protegía de los depredadores.
Otro experto de larga trayectoria, el biólogo y ornitólogo vallisoletano Alfonso Balmori, culpa más de ese declive a las antenas de telefonía móvil tan habituales en las ciudades. En un artículo publicado en 'Electromagnetic Biology and Medicine' y recogido por El Norte de Castilla el 13 de julio de 2007, Balmori establece la premisa de que el bombardeo de ondas electromagnéticas -las que emiten los repetidores de telefonía-, debilitan la reproducción de los gorriones. Una conclusión a la que llegó también un estudio similar efectuado en Flandes.
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