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Félix Rodríguez de la Fuente posa sonriente con un cachorro de león en brazos, rodeado de niños y junto a Vanesa Wannenburg, Miss Sudáfica. Esta es la fotografía que eligió El Norte de Castilla para acompañar en su portada la noticia de la muerte del naturalista burgalés.
35 años sin Félix Rodríguez de la Fuente

35 años sin Félix Rodríguez de la Fuente

La muerte del naturalista burgalés conmocionó a España ese 14 de marzo de 1980, cuando la avioneta en la que viajaba se estrelló en las tierras de Alaska. Su mujer y sus tres hijas aguardaban en casa una llamada para felicitarle. Ese mismo día, en el que cumplía 52 años, murió el hombre y nació la leyenda

Liliana Martínez Colodrón

Sábado, 14 de marzo 2015, 09:33

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La periodista de la Agencia Colpisa Mercedes Rodríguez firmó la crónica con la que El Norte de Castilla, desde su portada, anunciaba la muerte de Félix Rodríguez de la Fuente. Falleció un 14 de marzo, como hoy, a miles de kilómetros de su adorado Poza de la Sal, la localidad burgalesa que le vio nacer y volar, porque este municipio le quedaba pequeño a un niño con alma de explorador, de aventurero, de chamán, cargado de curiosidad y amor por la tierra y los animales que la habitan. El diario publicó la noticia el domingo 16 de marzo.

La trágica muerte compartió actualidad con la constitución del Parlamento vasco tras las elecciones del 9 de marzo (ganó el PNV con 25 escaños y su candidato, Carlos Garaicochea, se convirtió en el primer Lehendakari del Gobierno Vasco tras la promulgación del Estatuto de Guernica) y la imagen del entonces presidente del Gobierno, Adolfo Suárez, conversando con el presidente de la Generalitat, Josep Tarradellas, durante su viaje a Cataluña para apoyar a los Centristas de Cataluña-UCD en la campaña política. En esta comunidad también se celebrarían elecciones cuatro días más tarde.

«Murió Félix Rodríguez de la Fuente», tituló el diario decano de la prensa española y eligió para acompañar el texto una imagen del naturalista rodeado de niños mientras sujetaba sonriente un cachorro de león junto a Vanesa Wannenburg, en aquel momento Miss Sudáfrica. Serían los niños y los animales dos de sus pasiones. Siempre se interesó por la educación de los más pequeños. Organizó campamentos infantiles por los que pasaron cientos de niños. Intentó en todo momento contagiarles su amor por la naturaleza. Especialmente por el lobo ibérico, el oso pardo, el lince o el águila.

Fueron las aves rapaces y la cetrería el puente que le desvío del destino que le quiso marcar su padre, el notario Samuel Rodríguez. En una de sus excursiones campestres observó como un halcón capturaba un pato y ahí comenzó la leyenda, a la vez que moría el anhelo paterno de ver convertido a su hijo en un prestigioso médico odontólogo. El burgalés llegó a licenciarse, incluso ganó el Premio Extraordinario Landete Aragó al graduarse en Estomatología en Madrid, pero su camino no estaba trazado para terminar en un despacho médico. No llegó a trabajar nunca de doctor más allá de unas prácticas en una clínica madrileña y de la inevitable automedicación. Un par de días antes de morir había caído enfermo aquejado de un fuerte dolor de muelas. Las molestias, y su miedo a volar, no le impidieron subirse a la avioneta el 14 de marzo para grabar la Iditarod Trail Sled Dog Race, la carrera de trineos con perro más importante del mundo. A las 12.30 hora local, la avioneta capotó, según publicaba El Norte de Castilla, impactando rápidamente contra el suelo. Había perdido uno de los hidropatines y, la falta de altura, impidió al experimentado piloto Warren Dobson hacerse de nuevo con los mandos. Su compañero Tony Oney y el resto del equipo del programa presenciaron el accidente desde otra avioneta. Ellos mismos, con la ayuda de los esquimales, transportaron en un trineo los cuerpos hasta un pueblo cercano, donde un helicóptero del Ejército de Tierra los trasladó a Anchorage, capital de Alaska y la ciudad más al norte del país.

Era un día perfecto para grabar. Brillaba el sol y el burgalés estaba radiante. «Qué lugar más hermoso para morir», aseguran que pronunció antes de embarcar en el aparato. Tal vez se sumaba a su buen humor que ese 14 de marzo era su 52 cumpleaños. A miles de kilómetros su familia esperaba una llamada de él para poder felicitarlo. Pero su mujer, la francesa Marcelle Parmentier, y sus tres hijas, Mercedes, Leticia y Odile, que 13, 10 y 7 años, recibieron otro tipo de llamada, la del Gobierno de Alaska. «Creí que era Félix el que llamaba. Hace dos días que había hablado con él y prometió llamarnos para que le felicitásemos. Al principio creí que había desaparecido, que no lo encontraban», explicó la viuda al diario.«Félix ha estado muchas veces en tempestades de nieve. El imponderable que es la naturaleza, al contrario, les ha brindado un sol maravilloso, doce grados bajo cero cuando todos los días anteriores había habido una temperatura de 35 grados bajo cero. Una visibilidad increíble».

El genio de TVE

La conmoción tomó presa a Televisión Españla. No solo había perdido al gran comunicador de la cadena, otros dos compañeros (los cámaras Teodoro Roa y Alberto Mariano Huesca, de 38 y 27 años, respectivamente), también dejaron su vida en Alaska. Casualmente, Alberto había permanecido un año de baja tras sufrir otro accidente grabando en Baleares un programa anterior de Félix Rodríguez de la Fuente.

Eran tiempos en los que las estrellas de las cadenas pugnaban por sus merecidos tronos a golpe de trabajo, talento y genialidad. Decía Marisa Ciriza, también en las páginas de El Norte de Castilla, que Rodríguez de la Fuente le dio un un vigor extraordinario a la cadena; «él supo, como nadie, conectar con el público a través de la televisión y su muerte fue el primer gran impacto que los telespectadores recibieron en su relación viva y directa con la televisión».

El hecho de que en aquel entonces solo existiera una televisión con dos cadenas multiplica hasta el infinito este triunfo. El hombre y la Tierra destacaba en una programación con carta de ajuste y horario de cierre, en la que se emitía La casa de la pradera, La batalla de los planetas, Vickie el Vikingo, Gente joven o Siete días. La popular presentadora de este programa, Isabel Tenaille, fue la encargada de anunciar a los telespectadores la muerte del naturalista burgalés. «Félix, el amigo de los animales, el de la fauna ibérica, el de El hombre y la Tierra, quien hizo que aprendiéramos a amar a la naturaleza y saber qué era eso de la ecología, se ha ido para siempre, pero ha dejado veinte años de su vida al servicio de una idea con imágenes y sonido; una idea que estará aquí para siempre porque es historia viva de la televisión».

Entierro multitudinario

El miércoles 19 de marzo, Día del Padre en otra ironía del destino, fue enterrado Félix Rodríguez de la Fuente en su localidad notal. El pequeño pueblo de poco más de mil habitantes en aquel entonces (35 años después el censo supera a duras penas los 350), tuvo que acoger a las más de 10.000 personas que asistieron al sepelio. La lluvia insistente se mezclaba con la nieve, pero no impidió que numerosos grupos de niños que llegaron en autobuses desde colegios de Burgos y de otras provincias dieran el último adiós a su ídolo junto con la familia, los vecinos del municipio, representantes del mundo de la política de otras provincias como el País Vasco o Santander, y las autoridades de Castilla y León. No faltaron sus compañeros de TVE (fue muy sonada la ausencia del entonces director general de la cadena, Fernando Arias-Salgado, que se excusó alegando que tenía que acudir a la inauguración, ese mismo día, del centro regional de Valencia), así como los representantes de la guardería del Icona y un grupo de Boy Scouts de Burgos.

A las cuatro menos cuarto de ese 19 de marzo sus restos descansaron junto a los de su padre. Años más tarde, en junio de 1981, y con la total oposición del pueblo de Poza de la Sal, serían trasladados al cementerio de Burgos por deseo de su viuda. Allí se pueden hoy día visitar, en un panteón construido por el arquitecto Miguel Fisac junto con una escultura en su memoria obra del artista Pablo Serrano.

Su legado lo mantienen muy vivo su viuda y sus tres hijas desde la Fundación Rodríguez de la Fuente, instalada en la calle Fuencarral de Madrid. Y no solo con multitud de iniciativas que buscan conservar la naturaleza o seguir dando a conocer el patrimonio documental que generó y atesoró el burgalés, sino también impedir que caiga en el olvido esa filosofía de de restablecer la armonía entre el hombre y la Tierra: «El hombre no es un ovni venido de una lejana galaxia dijo una vez-; el hombre es un poema tejido con la nieblas del amanecer, con el color de las flores, con el canto de los pájaros, con el aullido del lobo y el rugido del león».

Pocos días después del accidente, Marcelle relató al diario: «Félix me llamaba todos los días. En una ocasión le pregunté si estaba contento y me dijo que trabajaba muchísimo, pero que aquello era maravilloso, y le dije: ¿Eres feliz?, y él me respondió: Estoy encantado».

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