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Imágenes que muestran el paso de los dos años tras el incendio.
La Junta ensaya en la regeneración de Castrocontrigo su nuevo plan forestal

La Junta ensaya en la regeneración de Castrocontrigo su nuevo plan forestal

La madera producto del incendio se ha subastado por 2,5 millones, la mayoría invertidos en la recuperación

M. J. Pascual

Miércoles, 30 de mayo 2018, 01:45

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Cuando un hijo de resinero ve que las llamas empiezan a devorar con ansia los pinares de los montes que son su vida entera solo siente tres cosas: impotencia, rabia y muchos nervios. Eso recuerda que sintió el primer minuto Isidro Fernández, cuando, mientras estaba de guardia al frente de una cuadrilla en la zona de Foncebadón, el agente medioambiental Esteban Llamas le avisaba de que también Tabuyo, su hogar, ardía. Ese 19 de agosto de 2012, los 154 agentes de las 18 comarcas forestales de León no daban abasto. «Había otro en Molinaseca, así que era irse al Bierzo o venirse para acá».

Fernández, que lleva desde el pasado 15 de mayo jubilado después de ejercer de guardia mayor de la provincia de León los últimos siete años de una vida dedicada al monte desde que le destinaron a la Casa Forestal de Tabuyo casi un guaje, cuenta que lo primero que pensó fue «que se podía liar muy gorda». Y así fue. «Yo estaba en una zona alejada, pero se veía todo. Teníamos todos los medios en el otro, en Villaobispo de Otero, al norte de Astorga y pensé, madre, la que se va a liar. Ya se veía que esto se desmadraba, por el viento y la temperatura». El hijo de un resinero sabe que todos esos pinos rellenos de resina son un combustible de primera y muy difícil de apagar. Esos pinos arden por dentro como si tuvieran lava líquida.

Más de un millar de efectivos de la Junta, el Ministerio, la UME, la Guardia Civil, la Diputación de León y población de los municipios afectados se emplearon a fondo en la zona para combatirlo, pero su voracidad fue tal y su avance tan rápido y en tantos frentes, que no se pudo dar por extinguido hasta 20 días más tarde. El saldo, en cifras, todavía hoy sobrecoge: 11.724 hectáreas de masa forestal, la mitad de pinares, devastadas, y todas las actividades vinculadas con la que los vecinos de Castrocontrigo, Luyego, Quintana y Congosto, Destriana y Castrillo de la Valduerna completaban tradicionalmente sus economías, como la apicultura, la caza, la pesca, las setas y la resina, seriamente tocadas.

La pasada primavera, un mes antes de jubilarse Isidro Fernández, se subastaba el último lote de la madera quemada en el incendio de Castrocontrigo. En total, según los datos facilitados por la Consejería de Medio Ambiente, ha alcanzado un valor de 2,5 millones de euros, un dinero que en su mayor parte tiene como destino recuperar la zona quemada, y una madera que se destina a las plantas de biomasa.

En estos dos años, la Junta ha hecho de la rehabilitación del desastre ecológico de Castrocontrigo el primer ensayo de su nuevo plan forestal, dirigido a la conservación del medio y un mejor y mayor aprovechamiento de los recursos del monte con el objetivo de fijar la población en espacios de alto valor ecológico porque, al fin y al cabo, como no deja de decir el consejero de Medio Ambiente, Antonio Silván, son quienes viven de y en el monte los que mejor pueden protegerlo.

Limpieza

Un indicador de que los montes que se quemaron en Tabuyo son objetivo uno de la Junta es la celeridad con la que comenzaron los trabajos de recuperación de la zona calcinada, actuaciones en las que ya se han invertido 6,7 de los 10 millones de euros que en su día comprometieron, al 50% la Junta y el Ministerio de Agricultura y Medio Ambiente para la restauración. Trabajos que, desde la declaración de emergencia, comenzaron en marzo de 2013 y concluyeron en los primeros meses del año en curso y no son pocos, aunque se quejen las juntas vecinales de que han tenido «poco arte y parte» y las Administraciones «se lo han comido y guisado ellas, y los técnicos sabrán», al menos en esta primera fase. Consisten en corregir la erosión, retirar restos, reforestar, habilitar y reparar tomas de agua contra incendios, prevenir las plagas forestales, restaurar infraestructuras, así como adecuar con trabajos silvícolas los aprovechamientos resineros, una actividad a la que han vuelto esperanzados algunos jóvenes de la zona y que se vió truncada por el fuego, sin que por el momento hayan recibido apoyo económico para animarles a tirar con una actividad que es considerada por la Junta como «estratégica» en el conjunto de profesiones asociadas al monte. Un pequeño paso por el empleo en estos montes leoneses que forman parte del objetivo general de incrementar de 16.000 a 20.000 los puestos de trabajo asociados al medio forestal en Castilla y León que figura en el plan de la Junta.

El plazo previsto para la primera fase de restauración comprende hasta la primavera de 2016, aunque serán necesarios trabajos de ayuda al regenerado a medio plazo hasta el 2026, según calculan los técnicos de Medio Ambiente. Habrá que estirar, y mucho, los 3,3 millones de euros que quedan del compromiso inicial de las Administraciones, que se irán invirtiendo de ahora en adelante «de forma secuencial», para garantizar la restauración de la zona y cuidar la regeneración.

El propio alcalde de Castrocontrigo, Aureliano Fernández, reconoce que la retirada de la madera quemada se ha realizado «con rapidez y bien», aunque subraya que el mayor trabajo de regeneración es mérito de la propia naturaleza. «Ella tiene sus tiempos y los pinos han salido, excepto en alguna pequeña zona en la que habrá que hacer alguna aportación forestal. En conjunto, las 12.000 hectáreas no hay que tocarlas, solo hacer un seguimiento de la evolución. Hay que reconocer que han tenido gran celeridad», indica el regidor.

Isidro Fernández que, aunque jubilado sobre el papel sigue levantándose a las siete de la mañana y no deja de vigilar «sus pinares» aunque ya no lo haga a bordo del jeep que tanto echa de menos, dice que no deja de impresionarle «lo bien que se está regenerando el monte», aunque sabe bien que el secreto de esta milagrosa recuperación está en el propio corazón de los pinares. El pinus pinaster, una variedad endémica en esta zona de los montes leoneses, es muy diferente de otras de la especie en la península porque tiene una especial adaptación a la regeneración después del fuego. Su alto porcentaje de piñas serótinas determina un cuantioso banco de semillas aéreas que se moviliza con incendio y que además son muy precoces. «A los 20 días del incendio se lo enseñé al consejero: el suelo estaba todo rojo de las semillas», rememora el veterano guarda. Los análisis de viabilidad de semillas llevados a cabo por la Consejería determinaron la existencia de entre 70.000 y 500.000 piñones por hectárea y, según las zonas, con un porcentaje de viabilidad por encima del 80 %. En los pinares públicos el 70% se está regenerando naturalmente y el 30 % restante se tiene que reforestar. Los pinochos de metro veinte que han emergido dos años después de aquellos esqueletos negros son esperanzadores, aunque todavía queda mucho trabajo por hacer hasta 2026.

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