Roa: El balcón del Duero

Una arraigada tradición vitivinícola y una historia estrechamente vinculada a la figura de El Empecinado. Esas son dos de las señas principales que marcan la identidad de Roa de Duero. Situada en lo alto de un cerro, dominando el valle del río Duero, se asienta la villa, que posee una historia de más de 2.500 años protagonizada por varias civilizaciones. El denominado balcón del Duero es uno de los lugares imprescindibles en Roa. Desde el mirador de El Espolón, históricamente, se divisaba y quedaba asegurada la línea del Duero. A sus pies, se contempla el puente mayor de Roa, de tres arcos de medio punto y generosa amplitud, testigo de innumerables hazañas. A lo lejos destaca la fortaleza del conjunto histórico de Haza. En el balcón se dan cita elementos tan interesantes como una bombarda -o cañón del siglo XIV- y el monumento en bronce al cardenal Cisneros, que mucho tiene que ver con esta villa, donde falleció en 1517. Otra de sus figuras históricas ligadas a Roa es Juan Martín Díez 'El Empecinado', famoso guerrillero ahorcado allí en 1825, fecha hasta la que estuvo apresado en el edificio de la Alhóndiga. Anualmente, con motivo de la fecha de su ejecución, la villa celebra un homenaje frente a su monumento. El circulo de monolitos en la localidad se completa con una estatua en reconocimiento a La Vendimiadora.

Dando un paseo por las calles, en la Plaza Mayor se encuentra el edificio más importante de Roa, la ex Colegiata de Nuestra Señora de la Asunción, del siglo XVI. El templo aún deja apreciar restos románicos de fábricas anteriores, así como una portada gótica presidida por el Cristo Majestad como Pantocrator. Más allá, la villa conserva también algunos restos de su antigua muralla medieval que datan del siglo XIII.

La amplia tradición vitivinícola se respira en cualquier rincón de Roa. En la localidad se encuentra la sede del Consejo Regulador de Ribera del Duero, donde se unen historia y modernidad. Se trata de un edificio emblemático, el antiguo hospital de San Juan Bautista, construido en el siglo XVI. En 2011 la sede se amplió acoplando un edificio vanguardista.

Los viajes al pasado también son posibles en la villa. El Parque Arqueológico presenta un recorrido interactivo, ameno y didáctico. La visita guiada permite un recorrido desde el Paleolítico, pasando por la Edad de Hierro hasta llegar a la época de los romanos.

Otras citas indispensables con el patrimonio raudense se sitúan en la ermita de San Roque, la ermita de la Vega y la Iglesia de San Esteban. Y para los amantes de la naturaleza, los paseos por el GR-14 a orillas del Duero y por el sendero de la Cuesta Manvirgo, cerro vigilante de las tierras raudenses, en las que predomina el cultivo de la vid.