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Fernando García de Cortázar. / Alberto Aja
Fernando García de Cortázar: «España se ha reducido a un artilugio administrativo; falta algo que emocione»
HISTORIA

Fernando García de Cortázar: «España se ha reducido a un artilugio administrativo; falta algo que emocione»

Ofrece el miércoles en el Aula de Cultura claves para conocer momentos emocionantes de la historia de España

JESÚS BOMBÍN

Martes, 4 de marzo 2014, 13:51

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La mención a España empapa de orgullo el discurso de Fernando García de Cortázar. De ella habla con la misma emoción que intenta contagiar a un país al que anima a despojarse de complejos enquistados en el desconocimiento de su propia historia, en un catálogo de prejuicios con origen en leyendas negras o en el empuje arrinconador de nacionalismos que nos llevan a creer que tenemos un pasado vergonzante. Premio Nacional de Historia 2008, por 'Historia de España desde el arte', autor de series televisivas de divulgación histórica y jesuita, ha publicado más de setenta títulos. Mañana, miércoles, acude al Aula de Cultura de El Norte de Castilla con un catálogo de claves de la historia para emocionar a españoles.

¿Por qué hay que emocionar?

Hay que transmitir y contagiar el sentimiento de España. Porque estamos en una hora grave en la cual se produce por primera vez en la historia la impugnación de la realidad histórica de España. Los españoles nos hemos enfrentado en crueles guerras civiles en los siglos XIX y XX por una un otra idea de país, pero ninguno de los contendientes pensaba que España no existía, sino que la idea que tenían era distinta. Por eso es más necesario que nunca tener algo que nos emocione y nos haga sentir nación española, comunidad. España ha quedado reducida a una construcción jurídica, a un artilugio administrativo al que se ha querido despojar de todos los componentes de la nación. Incluso se le ha negado la palabra a España desde los nacionalismos apoyados por una izquierda desorientada.

¿A quién atribuye esta deriva?

La actividad de los nacionalismos es enorme, pero también se debe a la dejación por parte de los que creemos en España, de los gobiernos responsables de esa construcción diaria de la nación española, que la considerábamos hecha y la dejamos a su albur en vez de dedicarnos todos los días a construir la historia de España. Si Ernest Renan dijo que la nación es un plebiscito diario, debimos esforzarnos en fomentar los vínculos relacionados con la nación, con su imagen, su sentimiento.

¿Cuál es el origen del desapego?

Queriendo apartarnos del patrioterismo del régimen anterior hemos creído que no convenía dar una imagen ni liberal ni de ningún tipo de España y, en cambio, los nacionalismos en esta época sí lo han hecho al transmitir sus emociones, basadas sobre una construcción mitológica de sus territorios mientras nosotros abandonábamos esos aspectos relacionados con la emoción del hecho español y la identificación de los españoles, que muchas veces han preferido identificarse con la región.

¿Cómo sería ese discurso para emocionar?

Entiendo que es la labor de los que tenemos voz, palabra, hacer ver a los españoles que hay un pasado que nos une, una literatura que nos une y emociona y nos conmueve, una pintura realista, un verismo justiciero que viene muy bien a los historiadores y que tenemos un proyecto común que nos hace mejores y que en buena medida es la manifestación de nuestra democracia renovada en 1978.

¿Qué es para usted la historia?

Decía Walter Benjamin que la historia no es solo recuento del pasado, sino lo que brilla en un momento de peligro. En esta hora grave de España es donde vemos cómo la banalidad y la trivialidad están en el origen de la gran crisis y lo que debe dar las lecciones para superarla. Porque no es solo una crisis que afecta a los recursos económicos y al bienestar, sino que también afecta a nuestro sentido de civilización, a lo que podíamos considerar los grandes valores de la civilización occidental.

¿En qué medida afecta la crisis a la idea de España?

Repercute en nuestra concepción de país y ciertamente el ascenso del nacionalismo catalán y vasco se debe también a eso, a que la actividad combativa de los nacionalismos no ha encontrado respuesta constructiva de la nación española en el lado de las autoridades. Y en un momento de crisis económica el nacionalismo catalán piensa que España no la ayuda y le esquilma. La crisis ha producido también esa inflamación nacionalista de la cartera.

¿Cómo se hace frente a eso?

Con la palabra, no solo diciendo lo que les va a pasar si se separan, no solo con aportaciones contables, con datos economicistas, se frena también con la emoción que hemos de transmitir cuando hablamos de España, diciéndoles que España no tiene sentido sin ellos y Cataluña tampoco sin España; que las naciones no se discuten y que España, que es una gran nación, no puede ser impugnada ni discutida. Y poniéndonos todos a trabajar para que se acabe cuanto antes la crisis.

¿Qué papel tiene la corrupción en esa percepción descorazonadora del país?

También tiene que ver, pero no hay que olvidar que es común a todas las democracias y autonomías. Y si vamos al caso catalán es llamativo que hay episodios de corrupción enormes que allí han tratado de ocultar como maquinaciones de España, chivo expiatorio de los males de Cataluña. La mentalidad nacionalista es bastante crédula y siempre que beneficie a su idea de nación han colado bastantes corrupciones. Y no han encontrado eco reprobatorio porque siempre han trasladado la responsabilidad a Madrid. Tienen la suerte de encontrarse con unas mayorías crédulas dispuestas a creer que todo lo malo viene de fuera y no creer que el mal se puede generar en su territorio.

España tiene una historia de la que carecen países que ensalzan el orgullo de la pertenencia a una comunidad. Da la sensación de que todo ese pasado histórico no se valora por ignorancia o por una actitud desdeñosa por sistema.

Todos los países saben que las naciones se construyen desde el Estado. Y una forma de fomentar la conciencia nacional es recurriendo a la historia, y aquí hemos hecho dejación de la historia y hemos entrado en la tontuna de que nuestra historia era casi delincuente porque España estuvo a la cabeza del mundo y por eso se levantaron contra ella leyendas negras; nos hemos creído que nuestra historia no merecía ser recordada. Nos creemos las maledicencias y somos demasiado tímidos a la hora de contar las hazañas, lo que de bueno e importante ha aportado España, creadora de arquetipos literarios, de la Celestina, Don Juan, Don Quijote... La historia de Europa y el mundo sería distinta sin la gran aportación de España.

¿Es la historia un objeto arrojadizo en manos de la derecha y la izquierda?

Sí, y sobre todo en este presente todavía estamos en esa longitud de onda. Que la historia es manipulada desde el presente con intenciones políticas es algo que se ve claramente en los preámbulos de los estatutos de autonomía en los que se dicen verdaderas barbaridades.

Ha dicho que España necesita la historia para no caer en el exilio moral. ¿Por qué?

La gente con una historia manipulada cae en un exilio moral y no se siente identificada con esa España y busca en otros países o regiones el reconocimiento que no aportan esos elementos negativos que el desconocimiento puede producir. Si recordáramos a los españoles del derecho internacional a través de Suárez o Francisco de Vitoria, o que la gran aportación no es el descubrimiento de América, sino las reflexiones en torno a la teología y la filosofía; a españoles como el padre Mariana, que en el siglo XVI en vez de cantar el origen de los monarcas decían que las monarquías no podían caer en un tiranicidio, en el verismo justiciero de nuestros pintores.... Todo eso lleva a pensar en la grandeza de este país. Necesitamos emociones.

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