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Biblioteca del seminario. / G. Villamil
Incunables y biblias únicas conforman la biblioteca del Seminario, una de las más desconocidas de la ciudad
PATRIMONIO

Incunables y biblias únicas conforman la biblioteca del Seminario, una de las más desconocidas de la ciudad

La biblioteca atesora ejemplares fechados desde la creación del Seminario, en 1595

LORENA SANCHO

Domingo, 19 de mayo 2013, 16:17

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Está fechada en 1657. Políglota, de Brian Walton. Cada uno de los pasajes aparece en un idioma: hebreo, griego, árabe... así toda la Biblia. Y justo a su lado la traducción al latín. Y es aquí, en estos párrafos, donde se encuentra la curiosa interpretación de cada pueblo, con variación en palabras e incluso frases enteras de una traducción a otra. Junto a ella se encuentra un manuscrito del Cardenal Torquemada, dos tomos escritos en pergamino entre los siglos XIV y XV y de temática histórica. Son solo dos ejemplos, pero hay cientos entre los 42.000 volúmenes que conforman la biblioteca del Seminario Diocesano, una de las de mayor encanto de la ciudad pero, a su vez, más desconocida para los investigadores.

En el último piso de este edificio pegado al Pisuerga se encuentra una amplia sala abrazada por un sinfín de estanterías. En el centro, sobre unas mesas, se encuentran expuestos unos cantorales del siglo XVII. Cada una de sus páginas escritas a mano varían en el color amarillento. «Era la piel de una vaca entera», especifica el rector, Aurelio García.

Son miles los ejemplares que dormitan en este ático custodiando algunos de los secretos de la Teología, pero también de la Literatura, la Historia, la Filosofía, la Música y la Moral. Sin embargo, más allá del foco de investigación para el propio Seminario, son poco más de una veintena de investigadores los que pasan a lo largo del año por esta sala. «Es muy específica, aunque lo que sí notamos es que vienen mucho del extranjero a consultarla», añade el rector.

Aquí se custodian los fondos que han ido procediendo de tres fuentes distintas: por un lado las que ha ido comprando el Seminario, por otro los libros de los propios obispos, y finalmente, ejemplares de antiguos conventos desaparecidos como el monasterio de San Diego. Sin olvidar los numerosos que llegaron aquí para salvarse de la Inquisición. Ahí está, por ejemplo, Astrolabium, un tratado de astrología con signos zodiacales y tablas astrales que formó parte de la censura inquisitorial. «Algunos, por ejemplo, tienen párrafos tachados como prueba, aunque luego se salvaron de la Inquisición y no los quemaron», comenta Aurelio García.

Ayuda institucional

Pero no terminan ahí las curiosidades, porque en este piso de la parte superior se encuentran además más de una veintena de incunables, que comparten estanterías con biblias «únicas en el mundo». Después existen pergaminos de la antigua liturgia hispana, textos antiguos, «y libros de medicina árabe del siglo XVI, de botánica, derecho e, incluso, la geografía de Ptolomeo del año 1540», añade Javier Boada, el seminarista encargado de coordinar el mantenimiento y las visitas a esta ambiciosa biblioteca.

La mayor parte del fondo documental abarca así del siglo XVI al XIX, con ejemplares desde la creación del Seminario en 1595. «El 80% es de libro antiguo», precisa el rector.

Ahora bien, pese a que el Arzobispado se encarga de mantener este legado, el rector recuerda que una biblioteca de estas características precisaría de una inyección presupuestaria de otras administraciones para conservarla como su fondo merece. «Sería bueno acondicionarlo con estanterías mejores y, aunque está clasificado, ordenarlo mejor, porque no deja de ser un servicio que está abierto al público».

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