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Jesús Fernández se jubila después de medio siglo en el Colegio de Médicos. / Antonio de Torre
«Por defecto tengo la manía de seguir tratando de 'don' a mucha gente»
ENTREVISTA

«Por defecto tengo la manía de seguir tratando de 'don' a mucha gente»

El oficial mayor del Colegio de Médicos, Jesús Fernández, se jubila después de cincuenta años de servicio en la institución

CÉSAR BLANCO

Domingo, 28 de abril 2013, 23:42

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Corría el año 1963. Cierra la mítica prisión de Alcatraz; Tito es declarado presidente vitalicio de la por entonces aún República de Yugoslavia; la cosmonauta rusa Valentina Therechkova se convierte en la primera mujer en el espacio al orbitar varias veces en torno a la Tierra, y Martin Luther King pronuncia ante cerca de 250.000 personas que marchan en la manifestación por los derechos civiles aquellas palabras ya históricas de «tengo un sueño...», el sueño de la libertad racial. Aquel año nacieron Butragueño o Míchel, Michael Jordan, Quentin Tarantino, la infanta Elena de Borbón o Brad Pitt. Y hace cincuenta años nos dejaron Luis Cernuda, el Papa Juan XXIII, Ramón Gómez de la Serna, John Fitzgerald Kennedy o Édith Piaf. Hace medio siglo los Beach Boys editan 'Surfing USA' y el argentino Julio Cortázar publica 'Rayuela'. Aquel 1963 también empezó a trabajar con 13 añitos Jesús Fernández en el Colegio Oficial de Médicos de Segovia.

Cuando entró en la sede ubicada por aquel entonces en la plaza Conde Cheste de la ciudad no podía ni imaginar que aquel niño que llegó «con pantalón corto» iba a salir «con el pelo blanco». El popular 'Susi' se jubila con medio siglo de trabajo y amistades en el zurrón de los recuerdos. Así lo sintió hace unos días, cuando la institución colegial en la que dio sus primeros pasos con el presidente Fernández Dívar y a la que ha entregado su vida le devolvió tanta abnegación y cariño con su merecido nombramiento como miembro honorífico.

Rememora aquellos inicios y se da cuenta de cómo ha cambiado todo, tanto dentro del Colegio de Médicos como fuera: «cuando llegué mis compañeros usaban esos manguitos, había tinteros para las plumas y las máquinas de escribir eran esos pesados mamotretos negros de hierro; ahora le das a una tecla del ordenador y te aparece todo».

Su escuela y universidad

Antes de dedicarse a su familia y de recuperar ese tiempo que len ha 'robado' esos cincuenta años de entrega, el aún oficial mayor va a realizar un último cometido y va a aportar su experiencia para coordinar el proceso electoral en el que está inmersa la entidad colegial para designar quién será el próximo presidente. «Conozco a Luis (Gonzálvez) y a Enrique (Guilabert) y les deseo mucha suerte a los dos».

A lo largo de este medio siglo de servicio y fidelidad a la misma 'casa', algo inaudito y posiblemente casi único y extraordinario en los tiempos que corren, Jesús Fernández ha conocido cinco presidentes. Fernández Dívar con el que llegó al que ha sido su hogar profesional estas cinco décadas, Zamarrón, Manzanares, Caldevilla, Pérez Garzón y el actual Garrote, que abandonará el próximo mes su cargo por los cambios en los estatutos que restringen el tiempo al frente de la institución. «Antes no había limitación de mandato», precisa el oficial mayor. «De todos tengo un grandísimo recuerdo y siempre he tenido su confianza», comenta con agradecimiento.

«También de todos he aprendido mucho porque mi escuela y mi universidad ha sido el Colegio de Médicos», asevera en esa vista atrás. Aunque no quiere dejarse a nadie en el tintero, sí hace capítulo aparte en su retahíla de reconocimientos a Mariano Núñez Palacios, su mentor, figura importantísima que le ayudó a formarse. Cuñado de su hermano, fue quien le propuso trabajar en la entidad.

Inicios como botones

Aunque tenía 13 años y por entonces la edad legal para emplearse era de 14, su padre se las ingenió y consiguió la autorización aduciendo que era familia numerosa. Jesús también guarda un sincero y emotivo recuerdo para Frutos y Chon, «con los que estuve cuarenta años».

«El trato en el Colegio ha sido muy familiar porque casi siempre estábamos los mismos», señala. Cada dos por tres interrumpe su repaso a ese nutrido álbum de recuerdos para saciar la necesidad de demostrar su gratitud. «Me siento un privilegiado porque en estos cincuenta años he tenido la suerte de conocer a muchos profesionales con los que he forjado una gran amistad». Hecho el paréntesis, evoca que «antes todo era muy cercano».

Cuando empezó esa andadura solo estaba el ahora cerrado hospital del Dieciocho de Julio y la Unión Previsora. «Como era botones iba de casa en casa con las circulares y cobrando la cuota, y acudía a menudo al que era el Policlínico para que me firmara el doctor Casanova, que entonces era el secretario». El mayor cambio que ha vivido Jesús en este medio siglo de relación con la sanidad segoviana fue la apertura de la residencia sanitaria Licinio Lafuente, que es el Hospital General.

El respeto al médico

'Susi' es testimonio y testigo en primera persona de cómo ha evolucionado todo en el gremio. «Antes solo había unos sesenta o setenta médicos y ahora en el Hospital General trabajan unos doscientos», calcula. Hojeando de memoria ese álbum de recuerdos, cita otros cambios que ha vivido en el campo profesional de los galenos y que también tienen mucho que ver con el progreso social de un país. Así, «cuando entré me llamó la atención que solo había una mujer médico, ejercía en Cuéllar», apunta.

«Antaño, en los pueblos estaba el cura, el maestro y el médico. El respeto que había por el médico era muy importante», asevera Jesús. En la actualidad ese prestigio adquirido por el gremio también ha cambiado, aunque esa vocación de servicio que rige el desempeño siga siendo imprescindible. Pero al todavía oficial mayor le quedan reminiscencias y confiesa que «por defecto tengo la manía de seguir tratando de 'don' a mucha gente».

Cuando se jubile dice que por fin podrá disfrutar plenamente de su familia, de sus nietos, de sus hijos. Comenta sonriente que «a buen seguro que algún día cuando salga de casa, porque vivo al lado, iré a la sede», bien sea por la costumbre de ese medio siglo de trabajo o encaminado por las ganas de visitar a quienes son sus amigos y compañeros, como Estrella y Raúl.

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