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Feliciano Álvarez, junto a una de sus piezas. / Alfonso E. Caño
Muere Feliciano Álvarez el escultor que domó el hierro
Dedicó 40 de sus 76 años de vida a la creación de piezas metálicas

Muere Feliciano Álvarez el escultor que domó el hierro

Su obra es reconocible en ciudades como Valladolid, Palencia, Barcelona o Santander

ANTONIO CORBILLÓN

Martes, 16 de octubre 2012, 23:38

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«Fue muy habilidoso con la mente y con las manos. Un escultor autodidacta incapaz de hacerse enemigos». El pintor Armando Arenillas definía anoche a pie de tanatorio al amigo que hoy se va. Los restos del escultor vallisoletano Feliciano Álvarez (Villavieja del Cerro, 1936) serán incinerado a mediodía de hoy. Su corazón puso fin ayer a más de cuatro décadas dedicadas a dominar el hierro y a sí mismo. Los frutos de su dominio del metal quedan imperecederos en sus obras públicas, como la escultura 'El Encuentro', que preside la plaza de Madrid de Valladolid o 'Siroco', la pirueta ubicada en el centro de los jardines de acceso a la Estación del Norte.

Otros escenarios que perpetuarán el arte de Feliciano se reparten por otras localidades, como la pieza 'Universo Unido' (Zaratán) o las obras que repartió por Palencia capital ( 'El abrazo', Plaza de León) o la montaña palentina ('Pájaros), pero también en Burgos, La Coruña, Barcelona, Santander o Sevilla, entre otras capitales. Arenillas recordaba ayer el carácter personal de este artista que se inició en la fragua de su padre con 14 años. Ambos, junto a Concha Gay, Ángel Duque y Pedro Monge (también fallecido) participaron en Ars 91, la primera exposición itinerante que organizó la Junta de Castilla y León y recorrió la comunidad. «Era un artista sincero y honesto, con una obra muy identificable», resumió la propia Concha Gay. Le faltó añadir que era valiente y vocacional. Álvarez sufrió un grave accidente en 1997 al ser arrollado por un tren que le provocó amputaciones en ambas piernas y un brazo. Dos meses después estaba otra vez en su taller en el Barrio España vallisoletano y aquel mismo año inauguró la pieza que preside la Plaza Madrid.

Amigo de ofrecer contrastes entre las líneas recta y curva, así como de alternar volúmenes y formas, la también escultora Ana Jiménez le define como «un constructivista que ha alternado grandes aciertos con otras más humildes».

En su taller conservaba en cualquier rincón las réplicas en miniatura de esas grandes presencias públicas, lo que tampoco le impedía dedicar tiempo y exposiciones a sus creaciones de pequeño formato como la treintena de obras que mostró hace algo menos de dos años en la sede de Caja Laboral de Palencia, su segunda tierra, y una de sus últimas muestras.

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