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Imagen de archivo de alumnos que acuden a una escuela rural y reciben clases de maestros itinerantes. / G. V.
EDUCACIÓN

Más de 185 maestros itinerantes han sufrido accidentes al desplazarse entre colegios

Los sindicatos piden seguro colectivo para los docentes obligados a utilizar su coche para trabajar

S. ESCRIBANO

Lunes, 24 de septiembre 2012, 16:42

Son maestros que ocupan puestos «de carácter singular». La singularidad de su plaza es que deben repartir su jornada laboral por aulas de varios pueblos y están obligados a disponer de coche propio para desplazarse de una escuela a otra. Son alrededor de 2.100 en Castilla y León, según los datos de la Junta

La carretera supone un riesgo y este se ha saldado entre 2007 y 2011 en 185 accidentes contabilizados por la Consejería de Educación que solicitaron una ayuda para afrontar la reparación o el cambio de vehículo después de que la compañía de seguros del conductor lo diera siniestro total. La Junta paga estos apoyos económicos en aquellos casos en los que el responsable del siniestro no es un tercero, por lo que a esta cifra de 185 habría que sumar los accidentes provocados por otros conductores y aquellos en los que el seguro del docente cubría todos los riesgos y pagó los daños.

«El crédito de las ayudas no se agota. Los accidentes suelen quedarse, por fortuna, en daños materiales», explica el director general de Recursos Humanos de la Consejería de Educación, Jesús Hurtado. El responsable educativo de personal alaba la labor y el esfuerzo «impagable» de unos profesionales que hacen de media alrededor de cien kilómetros semanales entre cole y cole, la mayoría en aulas repartidas en dos o tres localidades, pero con casos de más pueblos. En función de los kilómetros que recorre y la zona (llana y cercana a capital, media montaña o periferia pura y dura), el docente tiene una compensación en horas por el tiempo que emplea en esos desplazamientos.

La plaza de profesor itinerante no es de aceptación obligatoria. El maestro debe solicitarla expresamente. «Tiene el inconveniente de la carretera, pero la ventaja de tratarse de un alumnado más reducido, en grupos pequeños y un entorno rural que permite un trato más personalizado con los niños y las familias», asegura el director general. El coche que utiliza el maestro corre por su cuenta y también el seguro. La consejería alcanzó un acuerdo en 2006 con Caja España por el que esta entidad financiera ofrecía a los profesores itinerantes «mejoras» en sus productos de financiación para la compra de vehículos y la contratación de póliza, que «ahora está en proceso de renovación», aseguran desde Educación.

Cobertura insuficiente

Los sindicatos consideran insuficiente la cobertura del riesgo físico y económico que conlleva el asfalto. La tramitación de ayudas es «complicada» y «farragosa» por la cantidad de documentos que hay que presentar, a juicio de Victoria Soto, secretaria regional de FETE-UGT. Soto destaca que sufrir un accidente supone, además de los daños físicos y materiales, una carga psicológica, y que la cobertura ideal para estos profesores sería que la Consejería de Educación suscribiese un seguro colectivo. «Tienen que poner el coche a disposición de la consejería. Lo necesitas para trabajar sí o sí», recalca Soto.

«Teníamos uno de los mejores acuerdos sobre itinerancia, que fue referente estatal, pero que se ha visto sobrepasado por la evolución de acontecimiento de los últimos años y la falta de revisión», argumenta Francisco Javier García, secretario regional de Enseñanza de CC OO. El representante de Comisiones Obreras recuerda que ese acuerdo contemplaba la puesta en marcha de créditos blandos para la compra de coches, «punto que nunca se activó».

«El problema se acababa con una flota de coches como la de Sanidad, pero hoy es impensable», señala Carlos Cadenas, del Sindicato de Trabajadores de la Enseñanza en Castilla y León (STECYL). Cadenas, que ha formado parte de la mesa que aborda las peticiones de indemnización por siniestros, explica que cubren una parte del daño y que están sujetas a retenciones. El responsable de STECYL censura que el hecho de que no haya coches de sustitución ante un accidente o una avería (estas corren por cuenta del docente) y que el maestro «se tenga que buscar la vida para ir a dar clase al día siguiente».

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