Carlos Zanón retrata el ambiente marginal de su Barcelona natal
El escritor catalán presentó 'No llames a casa', un libro que explora los sentimientos
ALFREDO J GÓMEZ
Jueves, 22 de marzo 2012, 19:06
Barcelona. Año 2012. Bruno, Raquel y el hermanastro de esta, Cristian, parecen haber dado con el negocio que les sacará de la miseria, de dormir en parques y cajeros automáticos. Bruno controla el negocio. Su novia, Raquel, ex toxicómana, lleva la contabilidad, y Cristian, el trabajo de campo. Es un negocio tan limpio y sencillo que es increíble que no se le haya ocurrido a nadie antes. Se apostan alrededor de las casas de citas donde las parejas acuden de día y de noche. Al salir, las siguen, apuntan las matrículas de los coches, consiguen saber quién es el titular del vehículo y después llaman y ponen precio a su silencio. Los chantajes no siempre salen bien, pero el negocio da dinero rápido y fácil. Merche y Max son amantes. Hubo un tiempo en que estuvieron casados. Una tarde ambos acuden a un local de alquiler de habitaciones. Cristian sigue a Max hasta el coche y anota su matrícula. El juego ha empezado.
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Carlos Zanón presentó su última novela 'No llames a casa', acompañado por el escritor vallisoletano Vicente Álvarez, en la librería El árbol de las letras. El escritor y poeta catalán, ha ganado premios como el Certamen de Cuento de Plaza y Janés o el Alfons el Magnànim de poesía. En 1989 publicó su poemario 'El sabor de tu boca borracha' y en 2008 salió a la venta su primera novela, 'Nadie ama un hombre bueno'.
«Quería ampliar los márgenes de la novela negra con una visión actual de la sociedad, de la decadencia que se produce en determinados sectores, mezclando una serie de estilos como si fuera un cóctel, aunque lo he escrito huyendo de clichés, intentando ser original y escribir el libro que a mí me gustaría leer».
Chantaje novedoso
Carlos Zanón se inventa un novedoso chantaje en la novela «espero no dar pistas a ningún delincuente, como me dijo un inspector de policía de Barcelona. No he vivido ese mundillo, pero soy muy observador. Me gusta ver y escuchar lo que sucede en la calle».
El escritor afirma que «hay una frase que dice que 'el carácter es el destino'. Yo creo mucho en eso. Hay gente que sale de las drogas, la prostitución, la delincuencia y otros, no. La vida es complicada y he querido establecer un paralelismo entre las adicciones físicas y las emocionales. De ambas es difícil salir, aunque todo depende de cada persona».
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Sobre la desesperación de algunos de los personajes, considera que «no hay nada más peligroso que una persona desesperada. En tiempo de crisis, es posible que la desesperación por no tener nada te lleve a tirar por la calle del medio. La gente, cuando tiene lo más básico, no se complica la vida. Por ser feliz sería capaz de casi todo, aunque espero tener la cabeza fría para no atravesar la peligrosa línea que te arruina la vida».
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