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Rosa Rubio, consejera de la ONCE; Ana Nuin, jefa de redacción de El Norte de Segovia; Florentina Burgo y María Dolores Gómez, ambas voluntarias de la ONCE; Sonsoles Palacios, maestra jubilada; y Beatriz Sebastián, empresaria. / JAVIER SEGOVIA
La igualdad por los logros
DÍA INTERNACIONAL DE LA MUJER

La igualdad por los logros

Seis afiliadas a la ONCE comparten sus experiencias en una mesa redonda

ANA NUIN

Viernes, 9 de marzo 2012, 13:01

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Me harté de hacer entrevistas de trabajo, de la última salí llorando. Me presenté con el bastón y no quiso ni hacérmela. Ahí fue cuando dije 'hasta aquí' y decidí montar mi propia empresa, que de aquí no me echan». La frase que acaban de leer es de Beatriz Sebastián, una joven emprendedora que ahora mismo intenta levantar, junto a su socia, una empresa de diseño web. La retinosis pigmentaria que padece le ha hecho perder un 80% de visión, pero el desparpajo con el que habla de su vida al lado de su marido y su hija y de su ajetreada trayectoria laboral hasta conseguir poner en marcha su negocio desmonta cualquier tentación de caer en el tópico.

Lo mismo ocurre con las otras cinco mujeres, todas ellas afiliadas a la ONCE (Organización Nacional de Ciegos de España), que el miércoles se reunieron en torno a una mesa para reflexionar sobre el Día de la Mujer. La organización celebró el 8 de marzo con una tirada de cinco millones de cupones dedicado al sexo femenino, con el objetivo de mostrar su compromiso con esta iniciativa, ya que en la ONCE, junto a su Fundación, se da empleo directo e indirecto a casi 59.000 mujeres, lo que supone un 0,73% de la población activa femenina en España. Es decir, cada 134 mujeres que trabajan en España, una lo hace en el entorno de la organización.

Desde experiencias vitales y profesionales muy diferentes, todas coincidieron en el rechazo a la discriminación positiva. «El que vale, vale, no importa el sexo. Hay que juzgar a las personas por su capacidad y por sus logros», afirma una, y todas asienten al unísono. «Suelo poner voz a los textos de un escritor. La primera vez que grabé uno tardé cinco horas, porque me lo tuve que aprender de memoria, ya que no puedo leerlo. Si le digo de entrada que tardo ese tiempo, no me coge. Pero mi trabajo es bueno, y es el que va por delante», remata Beatriz.

¿Se han sentido doblemente discriminadas, como mujeres y como personas con una discapacidad visual, a la hora de acceder al mercado laboral? Ni una cosa ni la otra, asegura con rotundidad Sara Bernabé, propietaria de un Centro de Fisioterapia y Osteopatía. «Siempre he tenido una visión reducida porque el problema de retina lo tengo desde pequeña, pero hasta la carrera estudié escribiendo y leyendo con los ojos. A partir de ahí el problema fue a más y estudie en la Escuela Universitaria de Fisioterapia de la ONCE».

En la actualidad es autónoma, «pero también he trabajado por cuenta ajena y nunca he tenido problemas. Encontré trabajo nada más acabar la carrera». Tampoco ha sufrido la discriminación salarial por razón de sexo que reflejan algunas estadísticas. «No está bien que un hombre y una mujer que desempeñan el mismo trabajo tengan diferente sueldo, pero también mantengo que no somos iguales, sino complementarios, y que hay trabajos que, por sus características, se adaptan mejor a unos que a otros. Por ejemplo, para la ayuda a domicilio se busca a mujeres, como para comerciales u oficinas. Pero insisto en que, a igual trabajo, igual remuneración».

Aquí tercia Florentina Burgo, que hasta hace año y medio trabajaba de cocinera en un restaurante en Zamarramala, propiedad de su familia y que ahora llevan sus hijos. «Tengo miopía magna y al final, después de una operación de cataratas, tuve que dejar de trabajar porque fui perdiendo visión y ya no podía. Ahora soy voluntaria en la organización».

Desde su experiencia, afirma que «aún sabiendo lo mismo, en la cocina la mujer está peor pagada y peor considerada; no hay más que ver que los chefs famosos son casi todo hombres, aunque para el día a día en los fogones se suele contratar a mujeres».

Aunque las organizaciones de la discapacidad están muy feminizadas, las mujeres no llegan a alcanzar el techo. «Ahora mismo, en los equipos de gobierno de la ONCE hay bastante paridad, aunque quizá nos falta todavía subir a los puestos más altos», afirma Rosa Rubio. Ella es consejera y representante de los afiliados en el Consejo Territorial de Castilla y León.

Hasta hace trece años trabajaba como docente, pero una retinosis pigmentaria le obligó a jubilarse. «Tanto si eres mujer como si tienes una discapacidad, parece que siempre tienes que demostrar un plus, que eres una superwoman. Cuando estaba ya en la fase en que tenía dificultades, pero quería continuar en la enseñanza, hacía un esfuerzo brutal ante compañeros que hacían menos».

Al igual que Rosa, Sonsoles Palacios tuvo que dejar la docencia, «un trabajo que para mí era totalmente vocacional», por una miopía magna y un problema de glaucoma. «Tratas de frenar el tema y vas luchando, pero cada vez tienes que forzar la máquina y al final, aunque no quieras, tienes que afrontar la realidad». Sonsoles incide en la importancia de las aulas en la transmisión de valores en igualdad, «pero también en la familia, porque en la escuela se trabaja la coeducación, pero si luego los niños llegan a casa y a la niña se le dice que recoja la habitación, pero al niño no... La educación empieza en casa, no se puede hacer la casa por el tejado».

Todas coinciden en que la sociedad española está evolucionando y que los hombres cada vez asumen más tareas en el entorno familiar, «aunque la mujer todavía lo tiene que reclamar en muchas ocasiones, aunque ella también trabaje fuera de casa», afirma Sara Bernabé.

«La necesidad obliga, como le ha ocurrido a mi marido», apostilla María Dolores Gómez. Hasta hace 17 años trabajaba en el Psiquiátrico, pero abandonó su actividad laboral tras un desprendimiento de retina y varias operaciones. «Soy muy activa y me gusta colaborar, así que ahora pertenezco al equipo de voluntariado de la ONCE. Sobre todo, hago compañía a afiliados que lo necesiten».

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