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San Caprasio más parece un priorato monacal que una ermita rural. / FOTOS DE ÁNGEL DEL POZO
Los misterios de San Caprasio en Suellacabras
VIDA Y OCIO

Los misterios de San Caprasio en Suellacabras

Una desconcertante toponimia, un origen confuso y extrañas leyendas envuelven en el misterio la ermita de un insólito santo a 25 kilómetros de la ciudad de Soria

ÁNGEL DEL POZO

Miércoles, 22 de julio 2009, 03:14

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Fue el investigador soriano Alberto Arribas quien me puso sobre la pista de este privilegiado emplazamiento. Suellacabras es un pequeño pueblecito a tan solo 25 kilómetros de Soria capital. En las inmediaciones de este municipio encontramos una ermita con advocación a San Caprasio, un enigmático santo; cuya raíz etimológica al igual que el topónimo del pueblo, está asociado a lo caprino. Término muy sugerente y en ocasiones coligado al diablo (representado como macho cabrío). Es elocuente que los derruidos muros de la ermita alberguen sorprendentes leyendas, algunas relacionadas con el Príncipe de las Tinieblas. Estos ingredientes unidos a una sugerente toponimia y al ambiguo origen de la ermita hacen que el lugar esté envuelto en un halo de misterio…

Origen confuso

Existen diversas hipótesis que tratan de explicar la extraña etimología de este enclave. Se tiene constancia que en la antigüedad ha sido nombrado como Desuellacabras. Algunos estudiosos como el Maestro Esquivel (geógrafo de Felipe II) identificaban ese término con una pronunciación corrupta, conjeturando que procedía de la iglesia con advocación a San Cabras (que no San Caprasio) y al estar el pueblo más abajo que la propia ermita, era conocido como So-Cabras, es decir 'debaxo de San Cabras' o So-ella-cabras: Suellacabras, derivándose vulgarmente en Desuellacabras. El investigador Eleuterio Carracedo afirma también que puede estar relacionado con la posición del lugar en un paraje elevado y, quizás, tan poco accesible en la antigüedad que por él caían las cabras. Otros autores explican el topónimo como 'soto de Caprasio'. Investigadores como Manuel Blasco aseguran que el nombre proviene de Fuelle de Cabras, por expresar más apropiadamente los vientos que azotan la localidad. En definitiva una etimología confusa al igual que el confuso origen de la propia ermita…

En mi visita en compañía de Alberto Arribas pude comprobar el estado ruinoso del edificio que más parece un pequeño priorato monacal que una ermita rural. La nave no tiene techo. Hace años que el armazón de madera -mortalmente herido por el tiempo y las termitas- claudicó al peso de las tejas. La bóveda absidal aún se conserva, algunas pinturas murales nos hacen recordar su pasado esplendor, aunque los escombros, las tejas y las enredaderas parecen, incluso, haber detenido el tiempo en aquél preciso e infausto momento en que las sandalias del último monje se alejaron para siempre del lugar. Un monje que pudo ser templario ya que algunos investigadores barajan esa hipótesis. Adyacente y dentro del término de Suellacabras encontramos la pequeña población del Espino. Precisamente las encomiendas templarias se situaban en Francia muy a menudo en lugares que se llamaban el Espino o la Espina, según recoge el investigador francés Charpentier. Además el comisario Manuel Gil escribía en agosto de 1771 una carta en la que aseguraba que la ermita fue retiro de templarios. El investigador Octavio Puche afirma que hace unos años todavía existía en la ermita una tégula (teja) templaria, hoy desaparecida. Todo un enigma, aunque para enigmático desde luego, el santo que preside la ermita: San Caprasio…

Extraño santo

Octavio Puche afirma que la ermita de Suellacabras está dedicada a San Caprasio Mártir de Agens, santo francés del siglo III que murió martirizado por negarse a renunciar a su doctrina. Celebra su fiesta el 20 de octubre, la misma fecha en la que Suellacabras festeja sus fiestas, razón que puede ser suficiente para justificar la advocación de este Santo. Quizá la tradición de este mártir fuera traída hasta este remoto rincón de Soria por alguna rama del camino de Santiago. Sin embargo el asunto no está tan claro, pues la talla del santo de la ermita, hoy en la parroquia, le representa vestido con traje pontificial, vestido que no le correspondería al primer Caprasio, y bien pudiera ser San Caprasio de Lerins, que también llegó a ser abad de su monasterio. Ambos santos, el mártir y el abad, aparecen citados indistintamente en documentos como el libro de cuentas de esta ermita.

Podrá ser que la tradición mezcló un poco la vida de los dos santos, lo que unido a tradiciones orales más o menos mitológicas, dieron lugar a la particular advocación de San Caprasio de Suellacabras.

Pero para añadir más dudas, aún hay otras versiones. Existe una leyenda local que afirma que Caprasio era un ermitaño griego. Un día vio a una joven pastora y pecó. Su castigo fue vagar por todo el mundo hasta encontrar un lugar idílico similar al paraje en el que cometió el pecado, donde fundar un monasterio y poder así purgar su pecado. El lugar idílico que fue elegido es el entorno de Suellacabras.

Y aquí es donde algunos autores crean algunas hipótesis sorprendentes. Caprasio en griego significa 'luz del alba', justo el mismo significado que Lucifer. Sin embargo San Caprasio de Lerins fue conocido como un santo antiluciferino, pues su simple presencia servía para ahuyentar las serpientes (representación del Maligno en el cristianismo) o quizás también se pueda entender que era el 'Señor de las serpientes' al cual obedecen éstas. También es conveniente recordar que San Caprasio aparecía en mapas y libros antiguos como San Cabras, lo que podría ser una mala castellanización del nombre del santo o quizás como elucubran investigadores como Antonio Ruiz una clara relación con lo pagano: «una divinidad pre-cristiana objeto de culto por parte de pueblos ganaderos de cabras» o incluso con lo diabólico: «Pero si bien miramos la cosa el mismo San Caprasio nos parece un poco demoníaco. De siempre nos han pintado a Satán con rabo y cuernos inequívocamente cabrunos». Y es que curiosamente una leyenda que cuentan por Suellacabras, menciona que el diablo andaba por aquellos lares, así lo recoge el investigador soriano Antonio Ruiz: «Recorría el apóstol Santiago las incultas tierras de Hispania, en las cuales poco o ningún progreso hacía su doctrina, cuando sus devaneos le llevaron al extremo del Duero. Ignoramos si se dirigía a aragonesas tierras donde habría de aparecérsele la Virgen, lo cierto es que el azar, o su afán doctrinal le habían llevado a las cercanías de la Sierra del Almuerzo. Llegando a estos parajes le sale al paso una 'Bicha', un horrible dragón. Dio la sierpe en perseguirle con gran encono y malvadas intenciones. Por más que Santiago aguijoneaba su montura, hasta cubrir de carmín sus flancos níveos a golpe de espuela, la quimera no cejaba en su carrera. En este difícil trance divisa Santiago una tranquilizadora silueta: el cenobio de Capra recortándose en el horizonte. Dirige hacia allí el galope de su corcel. Al llegar el caballo a la puerta golpea nerviosamente la madera, allí queda grabada la impronta del noble animal. Abre Caprasio prestamente la cancela, penetra en tromba Santo y montura. Afuera queda chasqueada la maligna figura. Dice la leyenda que este dragón no era otro que el maligno, el ángel caído, Lucifer.» Si deciden visitar este enigmático lugar, pueden buscar las huellas del caballo de Santiago o buscar en el suelo del atrio del templo, una piedra milagrosa la cual, una vez besada por la moza soltera, hacía el milagro de encontrarle novio, así por lo menos lo asegura la tradición. Seguro que la visita será inolvidable…

castillaoculta@hotmail.com

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